México Kitsh, ¿un estilo de vida?

Un libro que retrata en imágenes lo que las palabras no pueden explicar de la cultura mexicana

Con infomación de BBC

¿Qué es lo kitsch en México? A través de 199 fotografías y 14 frases de escritores, curadores y arquitectos, un libro trata de responder esta pregunta y mostrar “el más puro estilo mexicano”.

Editado por la fotógrafa Paola González y Marisa Fernández, “México Kitsch” resalta objetos considerados por muchos como de mal gusto o excesivos, y que por el contrario en el estilo kitsch se ven como “bellos, artísticos y representativos de la cultura mexicana”.

Un Niño Dios vestido como el tlatoani Moctezuma, pollitos multicolores, muñecas Barbie con traje hawaiano, figuras de la Virgen María adornadas con chaquira o colores fosforescentes, son algunos de los objetos considerados como kitsch en el libro.

Muchos no son creados con el fin de ser artísticos o kitsch. Más bien al contrario, son objetos comunes que suelen estar en cualquier casa mexicana como parte de la herencia familiar.

“Objetos que van del mal gusto a lo sublime”, “cursilería creativa”, “reflejo-espejo de la cultura híbrida” o “un arte desenfadado y juguetón hecho para satisfacer la mera gana de ser, sin concesiones al buen gusto establecido”, son algunas de las frases para definirlos.

Lo cierto es que no existe una definición universal del estilo kitsch. Algunos dicen que mientras más se observa, más complicado se vuelve entenderlo. Por ello, el libro brinda concepciones del kitsch a través de diferentes áreas.

Para el psicoanalista Jan William la risa debería ser el calificativo de este estilo. “Si no te ríes al contemplar ese objeto o al ser capturado por él, no sería kitsch”

Alberto Ruy Sánchaez, escritor mexicano, dice que algo extremadamente cursi puede considerarse kitsch, o cuando la exageración de las formas del objeto trasforma el desagrado en una sonrisa. Se vuelve, entonces, un valor irónicamente positivo.

Para el arquitecto Alberto Kalach, “el kitsch es la expresión de la subcultura, la confusión y el desarraigo. De formas toscas y vulgares, es ingenuo, infantil, superfluo y, en algunos caldos sociales, altamente contagioso”.

La fotógrafa Cristina Kahlo, por su parte, dice que el encanto de la estética kitsch “radica en que para quienes la producen y quienes la consumen no existe dicha clasificación”. En México, “emerge de la imaginería popular como una colorida exaltación de lo bello, se porta y se exhibe con orgullo. Nadie se siente aludido frente a la definición”.
 

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