El papá preparó todo previamente. Usó la envoltura de un huevo de chocolate para cubrir un blanquillo real. Una vez en su casa, como un padre consentidor, le entregó el dulce a su hijo menor quien no esperaba ser objeto de una broma.
Se escucha que el padre lo conmina a morder el huevo, pero el niño le dice que está muy duro. Entonces, el sujeto le pide que muerda más duro. En ese momento, la clara y el huevo se derrama por la boca y cuerpo del menor.
La reacción del menor fue de inmediato: se puso a llorar.
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