Roman Pirozeb se caracterizaba por realizar arriesgadas piruetas con su helicóptero a control remoto, las que consistían en acercar las aspas a su cuerpo y lograr esquivarlas.
Sin embargo, sus cálculos salieron mal y en una de sus maniobras, perdió el control del helicóptero y éste le cortó parte de la cabeza. El joven murió de manera instantánea cerca del puente de Brooklyn, Nueva York.
Estos helicópteros lo apasionaban e incluso era vicepresidente de un club local donde se juntaban personas a practicar la actividad.
“Era conocido por su vuelo agresivo y frecuentemente realizaba trucos. Estaba haciendo uno cuando sufrió el golpe”, contó la policía al Wall Street Journal.
Caminó por meses con un cartel hasta conseguirle un riñón a su esposa