El presidente Andrés Manuel López Obrador amagó este martes con no asistir a la Cumbre de las Américas en su novena edición, a celebrarse el próximo mes de junio en Los Angeles, California, hecho que se puede entender como una descortesía diplomática y que a largo plazo podría tener consecuencias.
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En la conferencia de prensa matutina, López Obrador afirmó: “si se excluye, si no se invita a todos, va a ir una representación del Gobierno de México, pero no iría yo”. Esto, en referencia a países como Venezuela, Cuba o Nicaragua que no están siendo invitados a la cumbre que en este 2022 será organizada por Estados Unidos.
Desde hace semanas, la invitación a la Cumbre de las Américas para los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela ha sido un tema de impacto internacional. A principios de mes, Brian Nichols, secretario asistente del Departamento de Estado para el Hemisferio Occidental, dijo a medios de comunicación: “Cuba, Nicaragua, el régimen de [Nicolás] Maduro [en Venezuela] no respetan la Carta Democrática de las Américas y por lo tanto, no espero su presencia en la Cumbre”.
Días antes, el canciller cubano, Bruno Rodríguez, se quejó en una conferencia de prensa en La Habana de que Washington ya planeaba su exclusión.
En la conferencia de este martes, López Obrador anunció que su ausencia en la Cumbre será a manera de protesta. “No quiero que continúe la misma política en América y quiero en los hechos hacer valer la independencia, la soberanía y manifestarme por la fraternidad universal. Aunque tengamos diferencias, las podemos resolver, cuando menos escuchándonos, dialogándonos, pero no excluyendo a nadie”, añadió el mandatario.
AMLO descartó que puedan existir represalias por parte del presidente Biden por este acto, y añadió: “Todavía falta para la cumbre y podemos llegar a un acuerdo. Pero sí tenemos que unirnos todos, buscar la unidad de América”. Cuestionado sobre los países a los que no se les invitó, el presidente dijo: “No tengo conocimiento preciso, pero no considero que debe de excluirse a nadie. Si un país no quiere ir, no quiere asistir, ya eso es su derecho, pero ¿cómo una Cumbre de América sin todos los países de América?”.
Finalmente, el presidente mexicano señaló que en caso de no hacer las cosas en conjunto, lo que le espera a América es la decadencia y el predominio de otras regiones. “No quiero comparar, pero hay continentes que están en una situación muy difícil y nosotros tenemos un gran potencial”.
3 PREGUNTAS CON
Iliana Rodríguez Santibáñez, doctora en Derecho y profesora-investigadora de Derecho Internacional del Tec de Monterrey.
¿Qué lectura nos puede dar de las declaraciones del presidente López Obrador?
Yo creo que el mandatario mexicano es congruente con la postura de la política exterior que ha marcado, desde el inicio de su gobierno, en relación de no dejar a nadie atrás, incluido en la política exterior.
Sin embargo, al mandatario se le olvida que el anfitrión es Estados Unidos y que es en su territorio donde se va a celebrar esta novena cumbre, que tiene como objetivo principal construir un mejor futuro para el continente americano a partir de la reducción de la brecha de las diferencias entre los mismos estados. Es decir, en términos de las democracias que prometen y se comprometen a llevar a cabo la agenda de las Américas.
Esta cumbre sirve de ágora universal, de foro, de diálogo continental, donde lo que se procura son lineamientos para que -los estados- puedan implementar políticas que lleven a buen puerto las intenciones a nivel continental.
Es evidente que resulta una contradicción invitar a países que no son de corte democráticos. Países donde no prevalecen los derechos humanos, donde no hay libertad de expresión, donde no hay libertad de manifestación de las ideas y el derecho a la información, donde no hay respeto a los derechos humanos en general. En ese sentido, es poco probable que estos países -incluso asistiendo a una cumbre de esta magnitud- puedan comprometerse y cumplir los lineamientos que puedan surgir de esta.
Me parece que el tema de “invitar o no invitar” le correspondía en todo caso a Estados Unidos.
En el caso de que el mandatario contundentemente se rehuse a asistir y envíe una representación suya, eso es importante, pero no es cortés. Diplomáticamente hablando no se está siendo cortés con el país anfitrión y estamos optando por un comportamiento radical en la interpretación de lo que son las relaciones internacionales, donde cada estado guarda diferencias, pero también está en la posibilidad de decidir cómo conducir su propia política exterior.
Es decir, al entrometerse a la política exterior de los Estados Unidos de “a quién invitar y a quién no” y al tratar de no involucrarse en las políticas exteriores de los países como Venezuela, Cuba y Nicaragua, pues hay alguna contradicción. A mí me gustaría ver (¿por qué no?) que el presidente mexicano invite a estos países a tener una apertura hacia el respeto a los derechos humanos de manera irrestricta.
¿Qué implica que sea Marcelo Ebrard quien represente al presidente López Obrador? ¿Sigue siendo un diálogo del mismo alto nivel?
En este sentido, dentro de cada legislación -y me refiero a la legislación de cada país- se le da un estatus, por ejemplo, al canciller en Argentina, al secretario de Relaciones Exteriores en México, al Secretario de Estado en Estados Unidos, etcétera. Cada uno tiene su propia representación y nuestra Constitución mandata la posibilidad de que el Ejecutivo no solamente nombre a alguien en su representación, sino que la propia Ley del Servicio Exterior Mexicano faculta al canciller en la representación del mandatario. Entonces, desde el punto de vista del Derecho nacional, no hay ninguna contradicción.
Desde el punto de vista de la cortesía internacional y la apreciación política del más alto nivel, si no hay una excusa seria para no ir, me parece que sí es una descortesía dentro del ámbito de la diplomacia. Y la diplomacia no se establece en leyes, sino que se establece en la cortesía y la reciprocidad entre Estados.
Me parece que el Estado, en el momento en que envía a un representante (que es un interlocutor legítimo de acuerdo al derecho nacional), incumple la parte del protocolo diplomático a nivel internacional donde se espera una reunión de tú a tú entre miembros del mismo nivel. Entonces, México está siendo en este momento descortés, pero no contradictorio a su propio derecho.
La apreciación es política. No hay un tema jurídico a nivel internacional, pero sí político. Además, la excusa es muy importante. Al excusarse porque no van Venezuela, Nicaragua y Cuba, me parece que es un argumento muy débil porque, entonces, pondera más a esas representaciones que a la del propio país y nuestro interés en Estados Unidos.
Es como nosotros queramos leer este tipo de iniciativas. Para mí, es preponderantemente política y lo que delimitas son posibles iniciativas conjuntas para armonizar las intenciones políticas de los estados, hacia el fortalecimiento de las democracias.
Que México no vaya es mostrar una postura que busca la reconciliación entre los estados que conforman la Cumbre de las Américas, o este continente, pero que de alguna forma es un argumento un poco válido por parte de México en el sentido que, en el pasado, diferentes mandatarios -y me refiero tanto a priístas como panistas y ahora los de Morena- han tenido una tendencia a mantener vínculos con países socialistas y comunistas pero no por ello han dejado de acudir a la Cumbre de las Américas.
Esto marca un precedente, pero también marca una postura ideológica personal del presidente mexicano, que finalmente marca la postura de México. Son estilos, son liderazgos y son temporales como cada presidencia.
¿Por qué es importante la Cumbre de las Américas?
Esta novena Cumbre de las Américas pretende -y así es el lema- construir un futuro sostenible, resiliente y equitativo para el hemisferio. En ese sentido, la participación de los diferentes actores políticos, tanto los tomadores de decisiones al más alto nivel -y en este caso son los presidentes-, pero también en estos foros transversales que se desarrollan, donde se presentan hombres y mujeres del campo de la ciencia, del comercio, de las artes, etcétera, lo que pretende transversalmente es construir o coadyuvar en la construcción de esta agenda, no solamente a través de los actores políticos, sino de los diferentes actores que conforman la sociedad y que son los que dinamizan la realización de los estados al máximo nivel.
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Estas reuniones, lo que pretenden o procuran, es generar sinergia, oportunidades de comercio, relaciones y finalmente verlas traducidas como inversión en los territorios, lo que conlleva, por supuesto al desarrollo de la industria, del comercio, a la empleabilidad y por supuesto a elevar el producto interno bruto.
Hay una onda expansiva que, detrás de estas reuniones, se generan sinergias que son relevantes para el desarrollo. Lo vemos también, por ejemplo, en el G20, en los foros en que México participa y a los que asiste. Lo que se busca no es ir a tomar café, lo que se busca es crear un networking efectivo a favor de las poblaciones.