“La moral es un árbol que da moras, y que sirve para pura...” es una de las frases que más repite el presidente Andrés Manuel López Obrador durante sus conferencias de prensa matutinas, específicamente cuando habla de que en México ha cambiado el pensamiento sobre la corrupción. Su origen radica en uno de los caciques del PRI.
Cuando López Obrador ha mencionado la frase, explica que en México ya cambió -a su manera de ver las cosas- el pensamiento sobre la corrupción. “Nada de que ‘el que no tranza, no avanza’ o ‘la moral es un árbol que da moras... y que sirve para pura...’ no, eso ya no”, ha comentado constantemente.
“La moral es un árbol que da moras”, frase de Gonzalo N. Santos
La frase se le atribuye a Gonzalo N. Santos, ex gobernador de San Luis Potosí de 1943 a 1949, fundador del PRI y caudillo de la Revolución Mexicana. Pero esa descripción se queda corta en cuanto al papel que jugó Gonzalo N. Santos en la historia de México.
Su llegada al poder en San Luis Potosí lo convirtió en un nuevo “cacique” del estado, en una posición de amo y señor de ese estado al que -según los relatos históricos- controló con puño de hierro. Él era el responsable directo de la “paz y el orden” dentro de los límites del Estado.
Gonzalo N. Santos dejó plasmada la frase “La moral es un árbol que da moras” en su libro “Mis Memorias”, mismo que el escritor Carlos Monsiváis definió como “el alarde de crímenes y fraudes” y “el canje de la demagogia por el cinismo y la provocación”.
La historia de Gonzalo N. Santos está marcada por la “justicia por propia mano”, los asesinatos a opositores y por lo que Monsiváis considera “el poder supremo: la voluntad de matar”.
“Para Santos, matar es un acto de justicia y la Revolución lo autoriza a cobrar deudas, a no dejarse de nadie, a castigar con la última pena al calumniador, a expresarse en el lenguaje del exterminio”, escribió Monsiváis en la revista Letras Libres, en el año 2000, sobre el temible personaje y su icónica frase.
“Gonzalo N. Santos escribe sus memorias con el impulso con que, sólo para combatir la mala suerte de las trece letras, añade la N a su nombre. Y si admite culpas (según él, ‘hazañas incomprendidas’) es con tal de seguir amando a su criatura predilecta, su leyenda negra. Declara memorablemente ‘La moral es un árbol que da moras, o vale para una chingada’. De modo insólito, Santos se presenta ante el juicio de los lectores, dado en su salvoconducto: su apego al temperamento nativo y sus ‘huevos de toro’”, añade Monsiváis, concluyendo que el “México Institucional” ya no soportó a los caciques como Gonzalo N. Santos, quien murió en 1979 en la Ciudad de México.
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