A más de tres años de que iniciara la pandemia por Covid-19, México continúa padeciendo severos estragos en el sistema educativo, los datos son alarmantes y se deben a numerosas circunstancias periféricas a las medidas sanitarias para controlar el coronavirus.
Desde marzo de 2020 y hasta agosto de 2022 la forma en tomar clases sufrió diversas transformaciones, pasando del modelo “aprende en casa”, completamente alejados de las escuelas; por el sistema híbrido, que se complementaba entre las escuelas y las TICs; hasta el regreso a la “normalidad”, donde los niños retomaron la convivencia social con sus compañeros y maestros como en 2019.
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El regreso representó un gran reto para el cuerpo de maestros en el sector público, pues la desigualdad y la violencia afectaron seriamente a los niños de 2020 a 2022, por lo que detener la inercia de deserción escolar y pérdida de calidad educativa se pinta como un trabajo vinculante con los padres de familia.
Desigualdad
Aunque el modelo educativo se basó en los Libros de Texto Gratuito, para tomar clase era necesario tener acceso a las Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs). Es decir, los niños debían contar con televisión, internet y un instrumento para interactuar a través de estos medios con sus profesores (computadora, teléfono inteligente o tableta electrónica).
Los niños sin estos insumos padecieron una circunstancia inequitativa para poder atender sus clases y resolver sus dudas con el equipo docente. Además, en caso de contar con el equipo mínimo necesario, el éxito entre modelos y el uso de herramientas dependía de las habilidades digitales del núcleo familiar y de la calidad del equipo con el que se contaba.
Por ello, se tomó la política de no reprobar a ningún alumno durante la pandemia, esperando que con el regreso a clases presenciales, los alumnos se puedan poner al corriente con sus habilidades académicas. Termina este miércoles el ciclo escolar 2022-2023 y los resultados no son alentadores.
Violencia
Durante el periodo de confinamiento, de acuerdo con la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), las denuncias de violencia al interior del hogar se dispararon en un 200%, dificultando los procesos de aprendizaje.
Las denuncias por violencia familiar pasaron de 220 mil en 2020 a 478 mil en 2021. Posteriormente, con el inicio de la jornada nacional de vacunación y el regreso a actividades sociales, las denuncias se redujeron en 2022 y 2023, pero las secuelas de las agresiones quedaron ahí.
Resultados en materia educativa después del Covid-19
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el Banco Mundial (BM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), aseguran que las medidas sanitarias contra el Covid-19 tuvieron como resultado un rezago educativo generalizado de dos años en América Latina; sin embargo, existen casos en los que el atraso puede ser de hasta cuatro años.
Marion Lloyd, investigadora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE), alertó, a través de un artículo de la UNAM, que los niños aprendieron poco o nada durante el confinamiento; además, advirtió que olvidaron algunas cosas que habían aprendido.
“Hablamos de millones de estudiantes que no estudiaron y que probablemente trabajan, son ‘ninis’ o están en riesgo de entrar al mercado de las drogas. Desafortunadamente son las opciones para las personas más marginadas”, alertó para la gaceta universitaria.
Otro tema negativo es la deserción escolar. De acuerdo Mexicanos Primero, la cantidad de alumnos se redujo en un 5.4%, pues pasaron de 25.4 millones en 2019 a 24.1 millones en 2022; es decir, 1.3 millones menos, pero no sólo bajó la cantidad de alumnos, sino que el nivel de conocimientos también se redujo.
De acuerdo con la evaluación de PISA para jóvenes de 15 años, aplicada en 2022, al menos el 44.7% están abajo del nivel mínimo aceptable en comprensión lectora. Es en este contexto que Publimetro contactó a Viridiana Camacho, psicóloga educativa egresada de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) y profesora del nivel básico, quien destacó algunas particularidades del comportamiento de los alumnos.
Uso adecuado de las TICs
Aunque el uso de las TICs durante la pandemia se debió enfocar en la educación, un efecto colateral fue que generó un vínculo oprobio con los alumnos, pues la cercanía a estos aparatos de manera desmedida y sin supervisión, junto con las redes sociales, sembró un gran distractor del estudio, esto porque la atención que le prestan a alguna actividad escolar, en caso de que lo lleguen a hacer, es escasa.
“Son impacientes en relación a sus actividades. Quieren que les expliques rápido para acabar rápido [...] Yo encuentro esa analogía como de TikTok: si no te gusta, luego, luego, le scroleas para arriba”, apuntó.
Agregó que la atención de los niños dura aproximadamente 30 segundos, después de ello se distraen, por lo que recalcó la necesidad de ser didáctico o lúdico durante la clase. También señaló que se necesita mucho apoyo en casa, pero son muchos los casos en los que los padres no pueden resolver por falta de tiempo (trabajan mucho) o no saben cómo.
Interacción social
La maestra de primaria destacó, en la actitud de los niños, las ganas de convivir con sus compañeros y estar presentes en la escuela; sin embargo, Camacho López también observó que les cuesta trabajo seguir instrucciones, poder mediar con sus compañeros, organizarse y establecer límites.
Finalmente, está presente la cultura de la violencia desde diferentes vertientes, lo que termina impactando en el comportamiento de los menores, pues les cuesta entender los conceptos de respeto y empatía para poder llevar una sana convivencia.
En el salón se manifiestan discursos violentos entre compañeros (como apodos y burlas), pues replican lo que dictan las industrias culturales a través de las redes sociales, música o televisión: “está en Tiktok, está en redes, están los memes, mi papá lo dice, mi papá me dice así también”, citó entre los pretextos que le dicen los alumnos.
Además, están los discursos de odio y narcocultura en la música, así como la violencia en el hogar. En el primer caso, los niños comienzan a repetir conceptos que no necesariamente comprenden, pero que replican la violencia; mientras que en el segundo caso, los alumnos tienen mucho miedo a equivocarse para evitar reprimendas de sus padres, por lo que se estresan y se bloquean.
Como resultado del conjunto de todas estas variables, advirtió problemas en el aprendizaje. En ese sentido, mencionó la existencia de casos de niños de sexto año de primaria que tienen dificultades serias con la escritura o de tercero que no saben el abecedario completo.
Por ello, sugirió que es de suma importancia generar una vinculación responsable con los padres de familia para que se transmita la importancia de la escuela en el núcleo familiar.