Después de la pandemia se agudizaron los casos de depresión infantil y actualmente según el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE), alrededor de 40% de las consultas del organismo en salud mental están relacionadas con atención a niñas, niños y adolescentes en el área de psicología y paidopsiquiatría.
Asimismo, de acuerdo con la especialista en psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México, Karla Suárez Rodríguez es difícil diagnosticar la depresión infantil, ya que generalmente viene de la mano con otros trastornos como déficit de atención, ansiedad o problemas de conducta, que resultan imperceptibles en el núcleo familiar, por lo que los padres de familia deben estar alerta.
En general, se define como un trastorno mental común que implica un estado de ánimo deprimido, determinado por la pérdida del placer o el desinterés por realizar actividades cotidianas durante largos periodos de tiempo; se relaciona con tristeza, sentimiento de culpa, falta de placer, baja autoestima y alteración del sueño y el apetito; en el caso de las niñas, niños y adolescentes, aunado a los anteriores, destaca también el aislamiento y la soledad.
“Prefieren estar solos y se apartan de los amigos; además se muestran permanentemente irritables, se enojan con facilidad, bajan su rendimiento escolar por falta de concentración o mala conducta y lloran en exceso”, argumentó.
Sobre las causas que la ocasionan en los infantes señaló que pueden surgir de un componente genético que los predispone a padecerla, pero sobre todo están los factores socioambientales que llegan a generar un estrés crónico. Por ejemplo cuando los padres pelean de forma permanente o hay una situación de violencia o maltrato en los hogares.
“Constantes insultos a los menores diciéndoles que son inútiles, tontos o que no hacen bien las cosas, les genera estrés crónico y puede llevarlos a desarrollar ese trastorno”, señaló la especialista.
Otro elemento de riesgo podría ser un divorcio, que en numerosas ocasiones no logran procesar, así como la pérdida de un familiar o una mascota, agregó.
Depresión, frecuente entre jóvenes de 13 a 17 años
De acuerdo con el especialista en paidopsiquiatría del ISSSTE, José Luis Pozos Saldívar, el trastorno depresivo se caracteriza por síntomas de tristeza, apatía y anhedonia, que es básicamente la falta de motivación o interés en las actividades que antes solían tener, y/o ausencia de placer en acciones que por lo general causan satisfacción.
Explicó que en la población pediátrica, ésta enfermedad es más frecuente en jóvenes entre los 13 y 17 años, debido a que en esta etapa hay mayor estrés por los cambios físicos y emocionales; puede haber problemas con amigos, acoso escolar, presión académica, conflictos familiares e incluso factores genéticos. Se estima que entre 60 y 80 por ciento de infantes diagnosticados con depresión moderada o grave tienen antecedentes familiares de trastornos afectivos.
En pacientes de 7 a 11 años, además de la tristeza puede repercutir en que disminuyan su interés por el juego, que baje su rendimiento escolar, se sientan frecuentemente cansados, aumenten o bajen de peso de manera notoria, presenten dolores de cabeza o musculares o síntomas físicos que no tengan ninguna explicación desde el punto de vista médico.