La Asociación Americana de Psicología (APA) alertó que entre los síntomas por la condición denominada ecoansiedad se pueden presentar desde cuadros ligeros de ansiedad, estrés, alteraciones del sueño, pero en los casos más graves, se puede tener la sensación de ahogo o depresión expresando un fuerte sentimiento de culpa por la situación del planeta que puede llegar a agravarse.
“La ecoansiedad se manifiesta por medio de una preocupación creciente, miedo o estrés constantes en relación con cuestiones ambientales, generando cambios en el comportamiento, como centrarse en actividades para protegerse de ciertos elementos del ambiente o dejar de hacer otras por temor a peligros en el entorno”, aseguró Javier Urbina Soria, responsable académico de la Residencia en Psicología Ambiental de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
De acuerdo con el especialista no es considerada hoy una enfermedad, pero hay una preocupación cada vez más elevada por la emergencia climática que vivimos, y recientemente se han registrado casos como el temor crónico a sufrir un cataclismo ambiental y la preocupación asociada al futuro y las próximas generaciones.
Por su parte, Ingrid Vargas Huicochea, profesora del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina, explica que no es necesario que los individuos hayan vivido de manera directa algún desastre ambiental, como un tsunami o un incendio, basta con que vean en las noticias información sobre estos hechos para que tengan pensamientos catastróficos.
Al respecto, Viridiana García, joven de 30 años de edad, comentó que cuando lee o ve en televisión noticias sobre las olas de calor, la falta de agua o la contingencia ambiental comienza a sentir temor y preocupación.
“Pienso que en un futuro todo será peor, ya que las personas no toman en serio el cuidado del planeta”.
Y agregó que cuando ve a amigos, familiares o gente cercana que no ahorran el agua, no separan la basura o no contribuyen con ciertas actividades que son sencillas, pero importantes, les sugiere que lo hagan.
“Sin embargo, sus argumentos son que ‘casi nadie contribuye’. Entonces pienso que es necesario seguir animándolos a coadyuvar con esos y otros actos; aunque a veces siento que me obsesiono mucho con el tema; pero a mi parecer, todas las acciones suman”, resaltó.
Preocupación por cuestiones ambientales, crece
En México solamente el 20% de las personas con enfermedades mentales recibe atención profesional y en muchos casos el diagnóstico puede demorar años, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica (AMIIF). El fortalecimiento de los hábitos saludables en cualquier etapa de la vida resulta fundamental para prevenir o evitar complicaciones.
Carmen Amezcua, médica psiquiatra, con especialidad en Psiquiatría Integrativa, señaló que, en México, la salud mental se ha convertido ya en una crisis que requiere una nueva forma de pensar y de ser atendida.
“En nuestro país, como ocurre en otras regiones del mundo, estamos atrapados en un ciclo sin fin de conflictos, que van desde los problemas sociales, de inseguridad y violencia, hasta los desastres naturales derivados del cambio climático que cada vez afectan a más personas, generando un aumento del sufrimiento psicológico”, expuso.
Recomendaciones para cuidar la salud mental
Si bien, hay aspectos externos que son difíciles de modificar o que se encuentran fuera del alcance de las personas, hay algunos dentro del estilo de vida que ayudan a disminuir el riesgo de padecer o exacerbar una enfermedad mental:
- Mejorar la higiene del sueño. Que implica establecer horarios regulares para ir a dormir, mantener la habitación bien ventilada, evitar la conexión digital y disminuir el ruido y la luz.
- Manejo del estrés. Con programas que ayuden a la relajación, manejo del tiempo y ejercicios de respiración.
- Ejercicio y actividad física. Los adultos deben acumular a lo largo de la semana entre 150 y 300 minutos de actividad física aeróbica de intensidad vigorosa.
- Nutrición adecuada. Priorizar el consumo de alimentos de origen natural, como frutas y vegetales, en cantidades que vayan acorde con la edad y el estilo de vida.
- Uso de vitaminas y suplementos. Bajo supervisión de un profesional de la salud, las personas pueden beneficiarse del uso de suplementos dietéticos que incluyan vitaminas, minerales, aminoácidos y otros productos botánicos como los adaptógenos.
La salud mental va más allá de presentar de forma contundente o no algún trastorno mental, se trata de un proceso complejo que cada persona experimenta de forma diferente de acuerdo con su contexto social, el medio ambiente donde se desarrolla y su propia biología, por ello, el enfoque integrativo usa evidencia científica para mejorar la salud y bienestar del individuo, concluyó la especialista.