El aumento de las temperaturas y el inminente desastre climático colocan a las comunidades más vulnerables del mundo, cuya subsistencia depende fundamentalmente de la agricultura, la pesca y el ganado, ante la posibilidad de sufrir una crisis alimentaria sin precedentes.
Estas comunidades, que son precisamente las que menos contribuyen al cambio climático, se encuentran en peligro por carecer de herramientas al alcance para amortiguar el impacto que supone que las temperaturas sigan aumentando a un promedio de 2ºC por encima de los valores preindustriales. Esto implica que otras 189 millones de personas podrían verse sumidas en la hambruna a corto plazo.
Defensores de los Derechos Humanos y organizaciones humanitarias recalcan con motivo del Día Mundial de los Alimentos la importancia de reaccionar a tiempo y poner en marcha las medidas necesarias para evitar el desastre de crisis alimentaria.
Según datos de Naciones Unidas, cerca de 811 millones de personas pasan hambre en el mundo. Además, cerca del 12% de la población mundial se ha visto afectada por la inseguridad alimentaria de forma grave a lo largo de 2020, una cifra que supone un aumento de 118 millones de personas respecto a 2019.
Los sistemas alimentarios sufren un fuerte deterioro, una cuestión a la que se suman los conflictos y la pandemia de coronavirus, que ha dificultado además la entrega de ayuda en zonas verdaderamente afectadas.
Las estimaciones apuntan a que el hambre aguda mata a once personas por minuto, mientras que el Covid-19 mata a siete personas por minuto.