Un niño se robó la atención el miércoles en la audiencia del papa Francisco en el Vaticano, al conseguir sentarse a su lado y llevarse como recompensa un solideo blanco por su persistencia luego de subir al escenario.
El niño, quien tenía una “limitación” médica según dijo posteriormente el Santo Padre, usaba una mascarilla, un chándal negro con vivos amarillos y parecía tener unos 10 años.
Se acercó al Sumo Pontífice con paso tambaleante al inicio de la audiencia en el salón Paulo VI. No causó la alarma de los funcionarios de seguridad, que no intentaron detenerlo.
Estrechó la mano del Papa, saltando frente a él. Cuando se hizo evidente que quería seguir allí por un tiempo, monseñor Leonardo Sapienza, jefe de protocolo, se levantó y le ofreció su silla a la derecha del Santo Padre.
El niño, que aplaudió con entusiasmo una vez que se sentó junto a Francisco, entró y salió con libertad del escenario, regresando al centro en varias ocasiones mientras continuaba la audiencia con el Papa leyendo su discurso.
El niño apuntó en varias oportunidades al casquete blanco del Sumo Pontífice, conocido como solideo. Los funcionarios lo notaron y le regalaron un casquete similar, lo que motivó el aplauso y las risas de la multitud de varios miles de personas.