En el marco del Día Mundial del VIH, el doctor Javier Ramos Jiménez, profesor del Servicio de Infectología de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Nuevo León hizo un breve repaso del surgimiento de esta enfermedad en el panorama mundial.
Ramos Jiménez es líder de proyectos de investigación vinculados al VIH en la universidad, e hizo un recordatorio de décadas sobre la experiencia con el entonces desconocido virus al estar realizando sus prácticas profesionales en los Estados Unidos.
“Primero nadie sabía qué era. Los médicos se debatían sobre la estructura del problema, por ello en 1981 no se le llamó VIH o SIDA, puesto que hasta 1983 se logró aislar al agente causante del problema”, dijo.
“Era la época de Ronald Reagan en la presidencia de los Estados Unidos, así que no se llamó públicamente VIH hasta casi cinco años después de su descubrimiento. La gente era categórica, si en un edificio llegaban a saber que un inquilino estaba infectado lo hacían desalojar. En los trabajos cesaban a la gente sin motivo”, recordó.
Agregó que hablar de estadísticas es entrar a una zona de limbo, pues se debe recordar el estigma social que el tema significa, por lo que la mayoría de los infectados con VIH ni siquiera conocen su diagnóstico.
“Hoy en día en el mundo hay gente que está infectada y no lo sabe. Aquí mismo en Nuevo León, el estigma de saberse con SIDA y que los demás lo sepan, hace que las personas no vengan a diagnosticarse”, indicó Ramos Jiménez, agregando una serie de factores como la pobreza, la desigualdad social y falta de oportunidades para lograr una salud digna.
“Cabe señalar que existe el temor general a quedar desempleado si en el trabajo se enteran de que uno de sus empleados se infectó con SIDA. Dicha práctica es ilegal; sin embargo, el tema sigue siendo tabú a nivel nacional y local”, manifestó el experto.
El profesor, expuso que uno de los retos más importantes en la lucha contra el VIH-SIDA, es la atención a los niños.
“Hay retos muy importantes. Por un lado, hay carencia de medicamentos para niños. Hay alrededor de 30 medicamentos para adultos, pero hay pocos jarabes pediátricos, entonces los pediatras todavía tienen que moler las pastillas de los medicamentos de los adultos, prepararlos, molerlo y calcularlo con un proceso completamente artesanal.
“El niño no puede ser responsable de su atención y en ocasiones su entorno social no es el adecuado como es el caso de los niños abandonados, o en ocasiones a los familiares les da miedo el tema y no toman la responsabilidad”, subrayó.