El 6 de enero no sería lo mismo sin la tradicional Rosca de Reyes, un pan de origen francés y español que llegó a México y se situó como uno de los favoritos tras el periodo de la evangelización. Aunque a algunos les gusta su sabor, nunca quieren que les salga el muñequito, incluso si eso es una buena señal.
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La razón se debe a que la persona con la “suerte” de encontrar al niño tiene que pagar los tamales el 2 de febrero, Día de la Candelaria, en el que se celebra la presentación de Jesús, según el catolicismo, exactamente 40 días posteriores a su nacimiento el 24 de diciembre.
Es obligatorio para la persona “pagar los tamales” porque la fortuna de haber localizado al “Niño Jesús” la debe compartir con el emblemático platillo mexicano a sus familiares o compañeros.
Pese a que es muy acostumbrada la relación entre la Rosca de Reyes, el Día de la Candelaria y los tamales, no tiene un origen definido, sino la mezcla de diferentes tradiciones que conjuntan el carácter religioso, festivo y prehispánico.
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En este sentido, la preparación de los tamales en la antigua Mesoamérica, durante el mes de febrero, se daba con motivo de la solicitud a los dioses como Tláloc para pedir la caída de lluvia y lograr buenas cosechas, la cual también coincidía con el inicio de año de las antiguas civilizaciones.
La tradición de partir la Rosca de Reyes predomina en las ciudades, ya sea entre familias o círculos laborales.
¿Qué significado tiene el “Niño Jesús” en la Rosca de Reyes?
El “Niño Jesús” que en muchas de las recetas ya han sustituido por personajes de moda de series, caricaturas o películas tiene el simbolismo de la buenaventura y la suerte en quienes lo encuentran.
Además, no es fortuito que no se encuentre visible y esté escondido al interior del pan, pues es un signo de que se esconde del Rey Herodes, quien intentó asesinarlo.
