Por primera vez en años Víctor Escobar suspendió la toma de la mayoría de los medicamentos que tiene indicados, entre ellos uno que impide los sangrados que le provoca una enfermedad pulmonar. Ya no los necesitará. Escobar se convertirá en el primer colombiano en recibir la eutanasia sin ser un paciente terminal la noche del viernes, si ningún obstáculo se le interpone.
“Siento una tranquilidad inmensa, no siento temor a lo que está por venir”, dijo Escobar, de 60 años. “Me han dicho que el procedimiento va a ser una sedación lenta primero, para que tenga tiempo de ir despidiéndome. Después es la inyección de la eutanasia, que va a ser algo sin dolor, una muerte muy tranquila. Confío en Dios de que todo esto sea así”, dijo con una voz tenue mientras resistía un dolor abdominal.
Escobar será el primer beneficiario del histórico fallo de la Corte Constitucional que en julio de 2021 cambió las reglas de la eutanasia en el país y permitió que sea aplicada a personas que padezcan un intenso sufrimiento físico o psíquico a causa de una enfermedad grave e incurable sin que esté en fase terminal.
Colombia despenalizó la eutanasia en 1997 pero sólo para pacientes en fase terminal, es decir, a quienes les quedaran menos de seis meses de vida.
Desde su apartamento en Cali, adonde nació y morirá, Escobar es consciente de la importancia de su caso, inédito en Latinoamérica: “Es la puerta para que un paciente como yo, con enfermedades degenerativas, tenga la oportunidad de luchar por una muerte digna”.
Sus dolencias ya no cesan ni con morfina. Ha recibido cuidados paliativos y aunque al inicio funcionaron, ya no tienen el mismo efecto. La causa principal son los dos accidentes cerebrovasculares que sufrió en 2008 que le hicieron perder la movilidad de la mitad de su cuerpo, la cual ha recuperado parcialmente. Luego se sumó la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) por la que depende de oxígeno para respirar. También sufre de hipertensión, diabetes, artrosis severa y síndrome de la articulación condrocostal.
Su batalla jurídica para conseguir la eutanasia comenzó hace dos años y medio. Le fue negada en dos oportunidades por clínicas y jueces por no cumplir con el requisito de estar en la fase terminal de su enfermedad.
“Fue un tema complicado enfrentarse a la justicia, a los partidos políticos, a la religión y a muchísima gente con poder siendo alguien que sólo tenía a los medios de comunicación”, dijo a AP Luis Giraldo, abogado de Escobar.
Será un procedimiento reservado y no fue revelado el nombre de la clínica donde se realizará.
La muerte asistida, aunque es legal, es estigmatizada en Colombia, como demostró el caso de Martha Sepúlveda, a quien en octubre de 2021 le cancelaron el procedimiento horas antes de llevarlo a cabo. Una de las razones fue su aparición en los medios, que hizo que el comité médico de la clínica cambiara su veredicto inicial. Sepúlveda, que sufre esclerosis lateral amiotrófica o ELA, iba a ser la primera paciente no terminal en recibir la eutanasia. El procedimiento ya fue avalado por un juez, pero aún no ha sido practicado.
Escobar se despedirá de sus tres hijos, su esposa, su hermano y sus primos en un almuerzo. “Voy a tener la oportunidad de que ellos me brinden su calor de familia y su acompañamiento y también en nombre mío darles los agradecimientos… a mi familia la amo con toda mi alma. Será un día de regocijo para nosotros y espero que sea algo muy privado”, dijo.
Escobar ha decidido tomar las banderas de la defensa de la eutanasia para que no sea una batalla jurídica sino un derecho efectivo.
Su mensaje va dirigido a los médicos y políticos, especialmente a los congresistas, para que aprueben leyes que regulen la eutanasia en pacientes no terminales. El Congreso colombiano volvió a rechazar en noviembre un proyecto que pedía regular el derecho a la muerte digna al no conseguir los votos necesarios para continuar su trámite.
“Si nosotros solicitamos una muerte digna es porque el cansancio de todas las enfermedades ya nos venció, para nosotros ya la vida terminó hace mucho tiempo”, sostuvo Escobar con voz decidida desde el sofá de su humilde casa cuya hipoteca paga con una pensión de 250 dólares.