Una caravana de unos 600 migrantes, en su mayoría nicaragüenses, hondureños, y cubanos, partió el sábado de la ciudad hondureña de San Pedro Sula, con el objetivo de llegar a la frontera sur de Estados Unidos.
Varios cientos de migrantes, en su mayoría hombres jóvenes, mujeres y niños, se concentraron durante la noche y la madrugada en la Gran Central Metropolitana de autobuses de la ciudad norteña.
Pasadas las siete de la mañana los migrantes partieron de la terminal de autobuses para comenzar el largo recorrido a pie rumbo hacia su primera escala, Guatemala. Más temprano salió otro grupo más pequeño, de cerca de un centenar de personas, que luego se unió a la gran caravana.
Entre el grupo estaba Fabricio Ordóñez, un joven jornalero hondureño, quien afirmó que decidió unirse a la caravana con la meta personal de “darle una nueva vida a mi familia”.
“El sueño de uno es estar en Estados Unidos para poder hacer muchas cosas en Honduras”, explicó Ordóñez, tras reconocer que decidió salir del país centroamericano porque no tiene muchas esperanzas de que el nuevo gobierno de la presidenta electa Xiomara Castro, quien tomará posesión el 27 de enero, pueda resolver en poco tiempo los problemas económicos y sociales del país centroamericano que dejaron 12 años de gobiernos conservadores. “Han saqueado todo. Para que pueda levantar este gobierno va a ser muy duro”, agregó.
Castro, del partido izquierdista Libertad y Refundación (Libre) y esposa del expresidente Manuel Zelaya, ganó las elecciones en noviembre, convirtiéndose en la primera mujer de su país en llegar a la presidencia. Con el triunfo de Castro, la izquierda hondureña logró retornar al poder luego de que Zelaya fue depuesto por un golpe de Estado en 2009.
“Sabemos que es un camino bien duro y le pedimos a Dios y al gobierno hondureño que por favor nos acompañen hasta la frontera en Guatemala, y que no nos pongan más retenes”, dijo por su parte el nicaragüense Ubaldo López, poco antes de iniciar el recorrido.
López expresó que decidió salir de Managua, capital de Nicaragua, porque la situación es “bastante difícil… Vamos sin recursos prácticamente”.
El centroamericano confesó que mantenía la esperanza de que las autoridades de Guatemala y México no detengan la caravana y que el gobierno estadounidense “nos abra las puertas”.
A comienzo del año pasado una gran caravana de migrantes salió de Honduras, pero las autoridades guatemaltecas la disolvieron antes de que llegara a México.
Durante el año pasado miles de migrantes, en su mayoría centroamericanos y haitianos, llegaron hasta la frontera norte de México para intentar pasar hacia Estados Unidos, desatando una crisis que se ha convertido en uno de los mayores dolores de cabeza del gobierno del presidente Joe Biden.
La Patrulla Fronteriza estadounidense informó de más de 1.6 millones de encuentros con migrantes en la frontera de Estados Unidos con México de septiembre de 2020 a septiembre de 2021, más del cuádruple que el número del anterior año fiscal y el total anual más alto registrado.
Biden ha respaldado una propuesta para proporcionar 7 mil millones de dólares en asistencia a Guatemala, El Salvador y Honduras y ayudar a atender la pobreza y la violencia que causan que las personas huyan a Estados Unidos.
A finales del año pasado, la Corte Suprema de Estados Unidos ordenó al gobierno reactivar una política migratoria que obligaba a los solicitantes de asilo a esperar en México su cita ante tribunales, complicando los planes de Biden para atender el creciente flujo migratorio.