LA PAZ, Bolivia (AP) — Bolivia inauguró el martes el año escolar con la promesa del gobierno de que aunque durante febrero las clases serán virtuales para prevenir el COVID-19, se volverá a la presencialidad a medida que bajen los contagios.
“Poco a poco vamos a ir ingresando a la normalidad tan ansiada por todos los bolivianos”, dijo el presidente Luis Arce en Sucre, la capital de Bolivia, en la inauguración del tercer año escolar marcado por la pandemia.
“Estamos seguros de que la clase presencial es mucho más beneficiosa que sólo impartir clases por medios virtuales… de forma presencial es la forma en la que mejor el alumnado capta las ideas y puede tener una relación directa con el docente”, mencionó Arce.
El gobierno ha decidido que en las nueve ciudades capitales del país las clases sean virtuales pero que en otras localidades rurales puedan optar por la modalidad presencial según la situación epidemiológica. En tanto, las familias han criticado el sistema de educación por internet por la brecha tecnológica que existe en el país.
El martes el ministro de Educación, Edgar Pary, pidió a los padres promover la vacunación para poder garantizar el retorno a clases. En Bolivia se inocula a los niños a partir de los cinco años, sin embargo, la inoculación avanza lentamente. El Ministerio de Salud informó que cerca de 60% de los menores en edad escolar aún no han recibido la vacuna contra el COVID-19. Por su parte, la presión de grupos antivacunas hizo que el gobierno de Arce deje en suspenso el uso de un carné de vacunación.
Después de que a inicios de año tuvo un rebrote de la enfermedad, los casos han ido a la baja en los últimos días.
Hasta ahora Bolivia ha registrado más de 855.700 contagios y 20. 951 fallecidos por el nuevo coronavirus, según el Centro de Ciencia e Ingeniería en Sistemas de la Universidad Johns Hopkins.
En tanto, 5,2 millones de bolivianos han completado la vacunación de un total de 11,6 millones de habitantes.
Las autoridades sanitarias han llamado a mantener las medidas de bioseguridad ante un relajamiento de la población que presiona por regresar a la normalidad.
