La variante ómicron, pese a la menor severidad de sus síntomas, provocó un incremento de los casos del Covid persistente o “long Covid”, el cual se refiere a las secuelas a nivel físico, emocional o psicológico en las personas que padecieron la infección causada por el SARS-CoV-2.
Aunque el periodo de incubación del virus se redujo, a un promedio de entre tres y cinco días, aunado a la recuperación en un tiempo máximo de siete días, se incrementó la presencia de las consecuencias posteriores a la enfermedad más comunes como la tos, fatiga, dificultad para concentrarse, ansiedad o depresión.
En este sentido, pese a que se acortó la duración del virus en el cuerpo, la recuperación puede volverse más difícil, sobre todo ahora con la variante ómicron, debido a que en un periodo de hasta 90 días después del contagio comienzan los efectos del Covid persistente en el organismo de las personas recuperadas.
Este padecimiento ya fue definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS); sin embargo, la información más reciente difundida desde esta agencia es que las secuelas pueden aparecer tras tres meses de “superar” la enfermedad.
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“Cualquier efecto a largo plazo suele aparecer alrededor de 90 días después de que hayan desaparecido los efectos de los síntomas de la infección inicial”, expresó la epidemióloga adscrita a la OMS, Maria Van Kerkhove.
Quienes enfermaron de gravedad por Covid-19, que incluso fueron hospitalizados, tienen un mayor riesgo de sufrir el “long Covid”, pero las personas recuperadas, que atravesaron por síntomas leves, no están exentos de sufrir esta condición, lo que ha alarmado a los especialistas.
Hasta el momento, la OMS no cuenta con un registro exacto del porcentaje de personas que han padecido el Covid persistente; sin embargo, junto con algunas instituciones académicas estudian sus posibles repercusiones en el sistema inmunológico y el efecto de las vacunas para prevenirlo.
