KIEV, Ucrania (AP) — Una a una, las embajadas y oficinas internacionales en Kiev cerraron. Las cancelaciones de vuelos se sucedieron cuando las aseguradoras se negaron a cubrir a los aviones que aterrizaban en Ucrania. Cientos de millones de dólares en inversiones se esfumaron en cuestión de semanas.
Con las tropas rusas rodeando gran parte del país, las empresas ucranianas, grandes y pequeñas, ya no hacen planes de futuro: apenas pueden prever que ocurrirá la próxima semana.
Es en Ucrania, y no en Rusia, donde la economía se está erosionando a mayor ritmo ante la amenaza de la guerra. Antes incluso de que las tropas de Moscú entrasen a las zonas rebeldes del este del país y de que el presidente ruso, Vladimir Putin, reconociese la independencia de la región separatista, Ucrania era la que más perdía en la agonizante agresión a cámara lenta.
“¿Por qué estamos sufriendo ya las consecuencias? ¿Y Rusia, que realmente está amenazando a todo el mundo, a Europa, no sufre ninguna consecuencia?», se preguntó Andrey Stavnitser, director general del operador portuario TIS Group.
La presión sobre la economía ucraniana es una táctica desestabilizadora clave en lo que el gobierno describe como “guerra híbrida” destinada a corroer el país desde dentro. El presidente, Volodymyr Zelenskyy, hace malabares también con los ciberataques patrocinados por el Estado, con un movimiento separatista respaldado por Moscú y con la amenaza de los 150.000 soldados rusos que rodean el país por tres de sus lados.
Los problemas económicos incluyen restaurantes que no se atreven a tener comida más que para un par de días, el estancamiento de los planes para una planta de producción de hidrógeno que podría aliviar la dependencia europea del gas ruso y la incertidumbre en torno a las condiciones del transporte marítimo en el Mar Negro, donde los mercantes deben sortear con cuidado a los buques militares rusos.
Según Stavnitser, los puertos del Mar Negro operan con normalidad por ahora, pero es solo cuestión de tiempo que los problemas con los seguros que cortaron los vuelos comerciales empiecen a afectar al transporte marítimo. Ucrania es uno de los principales exportadores de grano del mundo y carga buques contenedores que mueven el 12% del suministro global de trigo y el 16% del de maíz.
Alex Riabchyn es un exparlamentario ucraniano que ahora dirige un proyecto para establecer plantas de hidrógeno para la empresa energética nacional, Naftogaz. La idea es dar a Europa — y especialmente a su mayor economía, Alemania — una nueva fuente estable de hidrógeno, que puede emplearse para producir energía de bajas emisiones para el transporte o la industria, entre otros usos.
Lo que escucha ahora de los inversionistas europeos es “podemos comprar todo lo que puedan producir, pero ir e invertir para construir esas plantas es demasiado arriesgado».
La ministra alemana de Exteriores, Annalena Baerbock, reconoció durante el fin de semana que la amenaza constante sobre Ucrania está “teniendo efectos muy reales en la inversión, en el tránsito aéreo, en el empleo y en la vida cotidiana de la gente”.
Los ministros del Grupo de los Siete, que engloba a las naciones más industrializadas del mundo, se comprometieron a garantizar que Ucrania reciba ayuda para mantener su estabilidad financiera, apuntó.
Desde el inicio de la crisis en enero, la moneda nacional, la grivna, se ha devaluado de forma constante, y el martes se desplomó un 1% luego de que Rusia reconoció a las dos naciones secesionistas lideradas por separatistas prorrusos. Estados Unidos ofreció la semana pasada una garantía de préstamo de 1.000 millones de dólares, y el Parlamento Europeo aprobó un préstamo de 1.300 millones de dólares a Kiev para cubrir las necesidades financieras del país este año.
Pero a finales de enero, Zelenskyy dijo que de las cuentas bancarias del país se habían retirado 12.500 millones de dólares. La semana pasada, pidió el regreso de los parlamentarios y empresarios que se han ido. Más de 20 vuelos chárter y aviones privados partieron de Kiev la última semana con algunos de los ejecutivos ucranianos más destacados a bordo.
“Cuánto más insiste el gobierno en que no cunda el pánico, más nerviosas están las empresas», afirmó Volodymyr Sidenko, analista del Centro Razumkov.
En Rusia, Margarite Simonyan, la directora de la cadena de noticias estatal RT, se alegró la semana pasada de que “la economía de Kiev está en ruinas”, calificándolo de “algo pequeño pero agradable».
Pero la viceprimera ministra ucraniana, Olga Stefanishyna, señaló que la desestabilización de su economía no es un efecto colateral de la amenaza rusa, sino el objetivo. Socava la fe en el gobierno y obliga a Kiev a desviar la atención y los recursos de las reformas que necesita. Esto es, dijo, un pilar esencial de la “guerra híbrida” que está librando Rusia.
“Es realmente importante que seamos más resistentes que nunca antes hemos sido y que hagamos todo lo posible por preservar la estabilidad. Pero cuánto más se alarguen esta tensión y escalada, más débil se volverá la economía ucraniana», añadió.
El Centro de Investigaciones Económicas y Empresariales estimó este mes que el conflicto con Rusia le ha costado a Ucrania una pérdida de 280.000 millones de dólares en su Producto Interno Bruto entre 2014 y 2020, y se espera que las pérdidas se acentúen este año.
Estados Unidos y Europa anunciaron el martes una serie de sanciones limitadas, incluyendo algunas contra funcionarios rusos y bancos que financian a las fuerzas armadas del país, además de limitar el acceso de Moscú a los mercados financiero y de capitales comunitarios.
Es poco probable que los planes adicionales contra el comercio de las regiones escindidas tengan mucho efecto sobre ellas o Rusia, ya que están prácticamente aisladas de la comunidad internacional desde 2014.
Daniel Fried, un exdiplomático estadounidense que ayudó a redactar las sanciones en 2014, apuntó que el desafío en el diseño de las nuevas es que Rusia ya está teniendo éxito en lo que calificó como “el lento estrangulamiento de Ucrania”.
“Cuando vimos que las aerolíneas se retiraron de Kiev, no se estaban retirando de Rusia. Se estaban retirando de Kiev. Putin está consiguiendo algo que quiere sin una guerra», dijo.
Ievgen Klopotenko, dueño de un restaurante en la capital ucraniana, dice que en sus cocinas tiene existencias solo para unos pocos días para evitar que su dinero se pudra, literalmente, si la crisis empeora. Hacer planes con más de un año de antelación, añadió, es una locura.
“Si algo pasa, no lo sé, abriré», manifestó señalando por una ventana que da a una de las amplias y soleadas calles de Kiev, como si imaginase un día en el que se llenen de soldados y no familias que buscan almorzar. “Si tengo que cocinar para el ejército, cocinaré para el ejército».
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El periodista de The Associated Press Yuras Karmanau contribuyó a este despacho.