De las múltiples cosas que se mueven rápido en el trepidante thriller de acción retro de Michael Bay “Ambulance” (“Ambulancia”) — la ambulancia a toda velocidad, una fila de patrullas policiales atrás, la cámara inquieta de Bay — nada pasa a más velocidad que la exposición de personajes.
Aquí está Will Sharp (Yahya Abdul-Mateen), un ex infante de marina, en una frustrante llamada telefónica tratando de obtener la aprobación del seguro para una cirugía que le salvaría la vida a su esposa. Como no avanza, le da un beso a su esposa (Moses Ingram) y su pequeño hijo antes de salir corriendo al otro lado de la ciudad, Los Ángeles, para reunirse con su hermano Danny (Jake Gyllenhaal). No se han visto en un tiempo, pero breves recuerdos de su infancia sugieren que tienen una conexión profunda. Will le dice que necesita dinero, Danny dice que tiene trabajo, pero Will necesita ir con él ahora, en este preciso instante, a robar 32 millones de dólares de un banco federal. ¿Viene?
Will pasa de oír la música de espera en la llamada telefónica a robar un banco en menos de una hora en los primeros cinco de los 136 minutos de la película de Bay, y “Ambulance” no baja la velocidad a partir de ahí. El robo al banco no sale de acuerdo con su plan exprés y, como en “Heat” (“Fuego contra fuego”) de Michael Mann, se expande hacia las calles del centro de Los Ángeles. En el caos, Danny y Will corren al estacionamiento subterráneo de un enorme edificio con un policía (Jackson White) como rehén. En el forcejeo, Will le dispara a regañadientes al policía. Al estar acorralados por los autos que empiezan a descender al estacionamiento, se escabullen robando la ambulancia que acaba de llevarse al mismo policía. Con una paramédica tranquila y muy profesional (Eiza González) que atiende las heridas del agente, los hermanos empiezan una persecución de todo el día por Los Ángeles.
En las sirenas de “Ambulance” probablemente puedas escuchar ecos de otras películas. “Speed” (“Máxima velocidad”) y “Die Hard” (“Duro de matar”) están a pocos carriles de la película de Bay, que se estrena en cines de Estados Unidos el viernes tras su debut en marzo en varios países de Latinoamérica, y también algunas películas previas del director. “Bad Boys” y “The Rock” tienen referencias al comienzo. Es un poco como la resurrección del espíritu de una película de los 90. ¡Traigan los excesos propulsivos del pasado!
¿Hace eso que “Ambulance” sea un refrito de un cine familiar, cada vez más obsoleto e hipermasculino? ¿O hemos llegado al punto, en medio de estrenos que manejan la propiedad intelectual con más cuidado, en el que la nostalgia se ha apropiado de extravagancias con guiones poco creíbles alimentados por testosterona y el sonido a todo lo que da?
Ambas cosas son un poco ciertas. “Ambulance” se inclina hacia un estilo de cine visceral y ligeramente violento que no se detiene a responder muchas preguntas. Y aunque la película de Bay no resistiría muchos cuestionamientos — esta es una película donde un bazo roto es tratado con un pasador de cabello — es difícil negar su encanto escapista. Tiene una gloria apasionante y gonzo. Bay sabe lo sobrepasado que debe ser este tipo de película, y marca el ritmo con un cariño perdurable (y muchas tomas de dron) por Los Ángeles. Enmarcado por las autopistas de la ciudad y su arquitectura Art Deco, este es el “La La Land” de Bay, sólo que con explosiones en lugar de canto y baile.
Para Bay, y quizá sólo para Bay, “Ambulance” es una película relativamente pequeña y contenida. Junto a filmes como “Armageddon” y las cintas de “Transformers”, “Ambulance” se hizo con el sorprendentemente modesto presupuesto de 40 millones de dólares. La desventaja de esto es que el director, como si estuviera nervioso porque la película carece de escala, no puede dejar de mover su cámara en todo momento. Todo este aumento presumido y agresivo del drama tiene el efecto inverso de nunca permitir que la tensión se apodere de todo. Otro cineasta quizá pudo haber hecho una versión más limpia y menos hiperactiva de “Ambulance”. El filme, cuyo guion corrió a cargo de Chris Fedak, es una adaptación de otra película acelerada de 2005 del mismo título, del cineasta danés Laurits Munch-Petersen.
Bay, quien se moría de ganas de filmar durante la pandemia, hizo “Ambulance” a comienzos del año pasado y creo que la energía cinética le debe algo a ese impulso aparente por salir, conducir autos muy rápido y hacer un filme. Quizá el aspecto menos creíble de la película es lo vacías que se ven las calles de Los Ángeles. Para una cinta con tantas acrobacias, se siente como algo que no fue planeado, para bien y para mal.
En mi caso, creo que nunca logré entender al personaje de Abdul-Mateen. Lo que debemos sentir sobre los hermanos como antihéroes es algo confuso también ante el número de personas que su huida parece matar o lisiar. A pesar de esto, se juega inteligentemente con la moral. Cuando el policía herido en la ambulancia entra en estado crítico, Will le dona sangre mientras continúa la persecución. Los buenos y los malos sangran juntos, se podría decir.
La naturaleza libre de la película también le da a los actores espacio para jugar. Y muchos de los actores de reparto son bastante buenos, especialmente Garret Dillahunt como el capitán de policía que encabeza la persecución mientras no pierde de vista a su perro, Nitro. González, quien está creando rápidamente toda una filmografía automotriz con “Baby Driver” (“Baby: el aprendiz del crimen”) y la película derivada de “Fast and Furious” (“Rapido y furioso”) “Hobbs and Shaw” (“Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw”), hace que las excentricidades de “Ambulance” mantengan los pies en la tierra. Pero sobre todo Gyllenhaal, como el alegre e inestable ladrón con un suéter de cuello de tortuga, se la está pasando a lo grande. Él es el motor maniático que impulsa “Ambulance”.
“Ambulance”, un estreno de Universal Pictures, tiene una clasificación R (que requiere que los menores de 17 años la vean acompañados de un padre o tutor) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por violencia intensa, imágenes sangrientas y diálogos. Duración: 136 minutos. Dos estrellas y media de cuatro.
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Jake Coyle está en Twitter como https://twitter.com/jakecoyleAP.