MADRID, 11 (EUROPA PRESS)
La organización no gubernamental Amnistía Internacional ha señalado este lunes la «hipocresía» en el trato al que se enfrentan los solicitantes de asilo que llegan a Polonia desde Bielorrusia, «en contraste» con aquellas personas que huyen de Ucrania.
«Las autoridades polacas han detenido arbitrariamente a casi dos mil personas solicitantes de asilo que entraron en el país desde Bielorrusia en 2021, y han sometido a muchas de ellas a abusos como registros corporales sin ropa en centros insalubres y masificados y, en algunos casos, incluso a sedación forzada y disparos de armas Taser», ha declarado la organización en un comunicado.
Además, Amnistía Internacional ha asegurado que un gran número de solicitantes son obligados por Bielorrusia a pedir asilo en Polonia y que, en estos momentos, se encuentran recluidos en los centros de detención, donde los guardias les estarían sometiendo a «tratos abusivos».
Dicho trato «violento y degradante» contrasta, según Amnistía Internacional, con la «cálida bienvenida» que Polonia está dando a las personas desplazadas que llegan desde Ucrania. Una conducta que la organización ha calificado de «racista e hipócrita».
Es por este motivo que Amnistía Internacional llama a Polonia a «extender la admirable compasión» hacia quienes entran en el país desde Ucrania con todas las personas que cruzan sus fronteras en busca de seguridad.
DETENCIONES ARBITRARIAS Y DEVOLUCIONES VIOLENTAS
La organización ha explicado que la Policía fronteriza polaca detiene «sistemáticamente» y devuelve «de forma sumaria y violenta» a quienes entran en Polonia desde Bielorrusia, a veces bajo la amenaza de armas de fuego.
«La inmensa mayoría de las personas que han tenido la suerte de evitar la devolución sumaria a Bielorrusia y han pedido asilo en Polonia son detenidas automáticamente, sin una evaluación adecuada de su situación individual y del impacto que la detención tendría en su salud física y mental», ha explicado Amnistía Internacional.
Además, estas personas estarían siendo recluidas durante periodos prolongados e indefinidos en centros masificados donde apenas tendrían intimidad, así como un sólo un acceso limitado a instalaciones de aseo, profesionales médicos o psicólogos o asistencia jurídica.
Varios de los solicitantes de asilo que han sido devueltos y otros de los que se encuentran detenidos en Polonia han explicado a la ONG que la Policía fronteriza les había obligado a firmar documentos en polaco que, como sospechaban, «incluían datos autoinculpatorios para justificar su devolución».
Algunos de los solicitantes, además, ha sostenido que, en algunos casos, los guardias han usado fuerza excesiva, como armas Taser, han inmovilizado a personas con esposas e incluso han sedado a algunas de las que eran devueltas.
«BIENVENIDO A GUANTÁNAMO»
Muchas de las personas con las que ha hablado Amnistía Internacional habían estado en el centro de detención de Wedrzyn, que alberga hasta 600 personas. La masificación es especialmente aguda en este centro, donde hay hasta 24 hombres en salas de sólo ocho metros cuadrados, según la ONG.
Algunos de los solicitantes de asilo recluidos en Wedrzyn han asegurado que los guardias los recibieron diciendo «bienvenido a Guantánamo».
«Muchas de ellos habían sufrido torturas en su país de origen antes de padecer las terribles experiencias tanto en Bielorrusia como en la frontera con Polonia. El centro de detención de Wedrzyn forma parte de una base militar en activo. Los muros de alambre de espinos –y el sonido persistente de vehículos blindados, helicópteros y disparos de los ejercicios militares en la zona– sólo sirve para retraumatizar a quienes están recluidas allí», ha asegurado Amnistía.
Khafiz, refugiado sirio, explicó a la ONG que la mayoría de los días le despertaban los sonidos de tanques y helicópteros, seguidos de disparos y explosiones. «Cuando no tienes adónde ir, ninguna actividad para despejar la mente o un espacio para un breve respiro siquiera, esto era insoportable. Después de toda la tortura en prisión en Siria, las amenazas a mi familia y luego meses de viaje, creo que me quebraron finalmente en Wedrzyn», confesó el refugiado.