Cambio climático y agricultura intensiva diezman los insectos

MADRID, 20 (EUROPA PRESS)

El cambio climático y el uso intensivo de la tierra para la agricultura ya han sido responsables de una reducción del 49% en el número de insectos en las zonas más afectadas del mundo.

Un nuevo estudio realizado por investigadores de la University College de Londres (UCL) y publicado en la revista ‘Nature’, es el primero en identificar que la interacción entre el aumento de las temperaturas y los cambios en el uso de la tierra está provocando pérdidas generalizadas en numerosos grupos de insectos en todo el mundo.

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El autor principal, el doctor Charlie Outhwaite, del Centro de Investigación de la Biodiversidad y el Medio Ambiente de la UCL, explica que «muchos insectos parecen ser muy vulnerables a las presiones humanas, lo que resulta preocupante a medida que el cambio climático se agrava y las zonas agrícolas siguen expandiéndose».

«Nuestras conclusiones ponen de manifiesto la urgencia de adoptar medidas para preservar los hábitats naturales, frenar la expansión de la agricultura de alta intensidad y reducir las emisiones para mitigar el cambio climático», añade.

Advierte de que «la pérdida de poblaciones de insectos podría ser perjudicial no sólo para el medio ambiente natural, donde los insectos a menudo desempeñan funciones clave en los ecosistemas locales, sino que también podría perjudicar la salud humana y la seguridad alimentaria, en particular con la pérdida de polinizadores».

Por ello, destaca que los nuevos hallazgos «pueden representar sólo la punta del iceberg, ya que hay pruebas limitadas en algunas áreas, en particular en los trópicos, que encontramos que tienen reducciones bastante altas en la biodiversidad de insectos en las áreas más impactadas».


Los investigadores analizaron un amplio conjunto de datos sobre la abundancia de insectos y la riqueza de especies en zonas de todo el mundo, que incluye tres cuartos de millón de registros de casi 20.000 especies de insectos.

El equipo comparó la biodiversidad de insectos en distintas zonas en función del grado de intensidad de la agricultura en la zona, así como del grado de calentamiento climático histórico que ha experimentado el área local.

Descubrieron que en las zonas con una agricultura de alta intensidad y un calentamiento climático considerable, el número de insectos era un 49% menor que en los hábitats más naturales sin calentamiento climático registrado, mientras que el número de especies diferentes era un 29% menor. Las zonas tropicales registraron los mayores descensos de la biodiversidad de insectos relacionados con el uso del suelo y el cambio climático.

Los investigadores descubrieron que, en las zonas con una agricultura de baja intensidad y un calentamiento climático considerable, el hecho de tener un hábitat natural cercano amortiguaba las pérdidas: cuando el 75% del terreno estaba cubierto por un hábitat natural, la abundancia de insectos sólo disminuyó un 7%, frente a una reducción del 63% en zonas comparables con sólo un 25% de cobertura de hábitat natural.

Muchos insectos dependen de las plantas para obtener sombra en los días calurosos, por lo que la pérdida de hábitats naturales podría hacerlos más vulnerables al calentamiento del clima.

Los investigadores afirman que la disminución de insectos debida a la influencia humana puede ser incluso mayor de lo que sugieren sus resultados, ya que muchas zonas con un largo historial de impactos humanos ya habrían sufrido pérdidas de biodiversidad antes del inicio del periodo de estudio, y el estudio tampoco tuvo en cuenta los efectos de otros factores como la contaminación.


El autor principal, el doctor Tim Newbold, del Centro de Investigación de la Biodiversidad y el Medio Ambiente de la UCL, apunta que «los daños medioambientales de la agricultura de alta intensidad suponen un reto complicado cuando intentamos satisfacer la demanda de alimentos de una población creciente».

«Ya hemos comprobado que los insectos polinizadores son especialmente vulnerables a la expansión agrícola, ya que parecen ser más de un 70% menos abundantes en las tierras de cultivo de alta intensidad en comparación con los lugares silvestres –prosigue–. Una gestión cuidadosa de las zonas agrícolas, como la preservación de los hábitats naturales cerca de las tierras de cultivo, puede ayudar a garantizar que los insectos vitales puedan seguir prosperando».

El coautor Peter McCann, que llevó a cabo la investigación mientras realizaba un máster en el Centro de Investigación sobre Biodiversidad y Medio Ambiente de la UCL, apunta: «Tenemos que reconocer lo importantes que son los insectos para el medio ambiente en su conjunto, y para la salud y el bienestar humanos, con el fin de hacer frente a las amenazas que les planteamos antes de que muchas especies se pierdan para siempre».

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Los científicos del Centro de Investigación sobre Biodiversidad y Medio Ambiente de la UCL están a la vanguardia de la investigación sobre el impacto humano en el planeta, por ejemplo desarrollando la ciencia que sustenta la Lista Roja de la UICN, que cuantifica el riesgo de extinción, y descubriendo que los cambios en el uso del suelo pueden estar aumentando los riesgos de brotes de enfermedades como el Covid-19, que saltan de los animales a los humanos.

El nuevo laboratorio interdisciplinar People and Nature Lab está desarrollando enfoques innovadores, como programas de ciencia ciudadana y el empleo de inteligencia artificial, para abordar estos urgentes retos mundiales y fomentar una relación más sostenible entre las personas y la naturaleza.

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