La conmemoración del Día del Trabajo el 1 de mayo, a nivel internacional, se remonta al siglo XIX, cuando el movimiento obrero en Chicago, Estados Unidos, comenzó una manifestación multitudinaria para pugnar por sus derechos laborales en 1886, después de graves prácticas que atentaban contra la salud y bienestar de los trabajadores.
Después de la Revolución Industrial, los centros laborales recurrían a jornadas laborales ilimitadas, salarios bajos, explotación, pagos ínfimos a las mujeres que se empleaban en las fábricas, así como a los niños o menores de edad. Por tal razón, diferentes obreros protagonizaron la ‘Tragedia de Chicago’, un evento que inició con una manifestación masiva y culminó con la muerte de varios de ellos, a causa de la represión policial.
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Algunos de los principales derechos en el ámbito laboral se deben a dicho movimiento, por lo que en 1889, el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en París, estipuló que cada 1 de mayo se conmemorara a los “Mártires de Chicago” a nivel internacional.
En este sentido, cada 1 de mayo sirve para reivindicar los derechos ganados y pugnar por mejoras en las legislaciones laborales de los diferentes países. La llegada de nuevos actores al mercado empresarial digital ha supuesto la exigencia de los trabajadores por sindicatos u organizaciones por mayor bienestar y condiciones dignas en los centros de trabajo.
Por su parte, en México el 1 de mayo tiene el carácter de un día festivo oficial constitucionalmente, debido a la importancia de la conmemoración de tal fecha. El nacimiento del homenaje a los caídos en Chicago se dio en plena Revolución Mexicana, cuando, en 1913, la Casa del Obrero Mundial agrupó a distintas organizaciones sindicales para unirse a la efeméride; 25 mil obreros participaron ese mismo año en el primer desfile.
Posteriormente, México se consagró como una de las naciones que impulsó la adhesión de derechos sociales y laborales en su Constitución. A través del artículo 123, mediante la influencia de Francisco J. Mújica se logró la jornada por ley de ocho horas y un periodo obligatorio de vacaciones. También, se elaboró la Ley Federal del Trabajo (LFT).
Otros de los derechos laborales conseguidos fueron el reparto de utilidades para los trabajadores que integran a las diferentes empresas, así como el pago extra si los empleados son solicitados fuera de su horario o semana laboral.