MADRID, 3 (EUROPA PRESS)
En concreto, se trata de un ensayo de control aleatorio realizado en el noroeste de Nigeria (la región con la cobertura de vacunación más baja del país) entre 2017 y principios de 2020, a partir de una iniciativa dirigida por una organización sin ánimo de lucro llamada 'Nuevos Incentivos'.
El razonamiento de 'Nuevos Incentivos' es sencillo: las clínicas gubernamentales ofrecen vacunas rutinarias de forma gratuita, pero el transporte cuesta dinero, al igual que el tiempo de ausencia del trabajo. Una modesta transferencia monetaria condicionada podría ofrecer el "empujón" necesario para ampliar la cobertura de vacunación.
Alrededor del 77 por ciento de los niños nigerianos no reciben al menos algunas de las vacunas rutinarias recomendadas por el gobierno, según datos nacionales, y el país alberga el 30 por ciento de los niños menores de cinco años del mundo que no están completamente vacunados.
No hay que subestimar la importancia de los 'gaps' en la red de seguridad de inmunización de Nigeria. Este país tiene una de las tasas de mortalidad de menores de cinco años más altas del mundo (uno de cada ocho niños nigerianos no llega a cumplir los cinco años) y se calcula que el 40 por ciento de esas muertes prematuras son atribuibles a enfermedades que se pueden prevenir con vacunas.
Una serie de iniciativas, tanto gubernamentales como de otro tipo, están trabajando para intentar remediar esta situación, ampliando la cobertura de inmunización rutinaria en el país. Tal y como recuerdan desde Gavi, los incentivos financieros para acceder a los servicios sanitarios se han utilizado en muchos países, incluso en la distribución de las vacunas Covid-19.
¿QUÉ HICIERON LOS INVESTIGADORES?
El ensayo, realizado por IDinsight, se llevó a cabo en las zonas de captación alrededor de 167 clínicas gubernamentales en los estados de Katsina, Zamfara y Jigawa. Ochenta y cuatro de ellos fueron designados al grupo de tratamiento, y 83 actuaron como controles. Los datos de la encuesta final se recogieron entre noviembre de 2019 y febrero de 2020, momento en el que el ensayo incluía a 5.173 niños de entre 12 y 16 meses.
En el grupo de tratamiento, se ofreció a los cuidadores transferencias monetarias condicionadas de unos 1,2 dólares (1,1 euros) por la realización de cada una de las cuatro primeras citas de vacunación infantil rutinaria.
En conjunto, estas citas cubrían la administración de la vacuna BCG (contra la tuberculosis), y tres dosis de cada una de las vacunas pentavalentes (contra la difteria, el tétanos, la tos ferina, la hepatitis B y la Hib) y la vacuna neumocócica conjugada (contra la principal causa de neumonía).
La última de las cinco citas apoyadas por el CCT fue para la vacuna del sarampión, recomendada para los bebés de nueve meses. Esta vacuna, que marca el cumplimiento del calendario, se incentivó con una transferencia de efectivo de unos 4,82 dólares (4,4 euros).
Además, los investigadores descubrieron que, entre los niños que recibieron la vacuna del sarampión, aquellos cuyos cuidadores recibieron un incentivo en metálico tenían un 33 por ciento más de probabilidades de haberla recibido dentro del mes de edad recomendado. El incentivo también mejoró la puntualidad en la administración de la primera dosis de la vacuna pentavalente.
Además, la intervención también pareció tener efectos positivos indirectos: los niños de las zonas de tratamiento tenían una mayor cobertura de todas las principales vacunas inyectables, no solo de las incentivadas por las transferencias monetarias condicionadas, y tenían más probabilidades que sus homólogos del grupo de control de haber acudido a un centro de salud.
"Esto sugiere que los incentivos aumentan las interacciones con el centro de salud, lo que puede facilitar la recepción de servicios sanitarios no relacionados con la vacunación, o dar lugar a un uso continuado de los servicios sanitarios si esta primera interacción fue positiva", escriben los investigadores.
Los cuidadores de las zonas de tratamiento tenían entre un 7 por ciento y un 15 por ciento más de probabilidades de saber dónde, cuándo y cuántas veces debían vacunar a sus hijos, y eran ligeramente más propensos (2%) a declarar actitudes favorables hacia la vacunación. La sugerencia es, según los investigadores, que "el conocimiento y las actitudes favorables por sí solos son insuficientes; el incentivo también induce a los cuidadores a actuar".
Por último, los investigadores descubrieron que el desabastecimiento de vacunas era menos probable en las clínicas del grupo de tratamiento, probablemente porque el personal del programa 'Nuevos Incentivos' comprobaba las existencias y la calidad de las vacunas, y animaba al personal de las clínicas a adquirir más vacunas cuando las existencias eran escasas.