LOS ÁNGELES (AP) — La vicepresidenta Kamala Harris tendrá una oportunidad para conectarse con los líderes de América Latina y el Caribe al recibirlos en su propio país esta semana para la Cumbre de las Américas. Sin embargo, aún está por verse si podrá ejercer su influencia en la principal reunión hemisférica, que regresa a Estados Unidos por primera vez desde 1994.
Los líderes de la región han esperado tener acceso directo a poderosos interlocutores dentro de la Casa Blanca desde la época en que Joe Biden recorría Latinoamérica como vicepresidente. Pero más allá de los intentos de Harris de abordar las causas profundas de la migración -en lo que se ha habido un lento progreso- la región no ha visto mucho más que eso de su parte, lo que algunos expertos consideran como un síntoma del descuido de Estados Unidos hacia Latinoamérica.
En los últimos días Harris y el presidente han realizado numerosos llamados telefónicos para garantizar la asistencia de líderes izquierdistas que criticaron la decisión de Estados Unidos de excluir de la Cumbre a los gobiernos autoritarios de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Los esfuerzos, no obstante, han cosechado pocos resultados. Entre los que han decidido quedarse en sus países están los presidentes de México, Guatemala y Honduras, los únicos tres líderes con los que Harris se ha reunido en sus dos viajes a la región.
Brian Winter, vicepresidente del Consejo de las Américas, dijo que Harris arrancó mal como la persona elegida por Biden para abordar las causas sociales y económicas de la migración hacia Estados Unidos. En un discurso de mayo de 2021 que ofreció en Washington, Harris, una exfiscal de California, mencionó la palabra corrupción al menos 10 veces, provocando resentimiento en una región donde sus líderes son renuentes a recibir lecciones de políticos estadounidenses.
“La corrupción es un problema inmenso, pero sin dudas hay formas más delicadas de manejar el tema”, expresó Winter. “Un montón de puertas se cerraron incluso antes de que ella llegara".
Hasta ahora, el mayor logro de Harris en la región ha sido haber ayudado a garantizar compromisos de empresas estadounidenses para que inviertan 1.200 millones de dólares en América Central, desde donde cada año cientos de miles de jóvenes huyen de la violencia y la pobreza.
El martes anunció compromisos por más de 1.900 millones de dólares con el objetivo de que el sector privado cree empleos que fortalezcan el crecimiento económico y desaliente a los jóvenes centroamericanos a abandonar sus países.
Las nuevas iniciativas incluyen una expansión de 700 millones de dólares de redes de telefonía celular en Guatemala, Honduras y El Salvador de la empresa de Miami Millicom; una inversión de 270 millones de dólares de Visa para promover transacciones digitales y 150 millones de Gap. Inc. que podrían crear unos 5.000 puestos de trabajo.
Pero la propuesta más ambiciosa del gobierno de Biden en la región -un paquete de ayuda de 4.000 millones de dólares para Centroamérica- permanece estancada en el Congreso y al parecer existen pocos esfuerzos para revivirla. Mientras tanto, la cantidad de migrantes en la frontera de Estados Unidos con México ha ascendido a sus niveles más elevados en décadas, incluso aún cuando la administración ha hecho poco para implementar la promesa de campaña de Biden de aplicar un sistema de asilo “humano” que terminaría con la era de las restricciones impuestas por el expresidente Donald Trump.
Uno de los desafíos es encontrar socios en una región donde las instituciones son débiles y proliferan la corrupción y la violencia de las pandillas.
Ninguno de los países con los que Harris trabaja estará representado en la Cumbre por su presidente, de acuerdo con la lista de delegaciones que la Casa Blanca difundió el martes. Los tres están enviando a sus ministros de Relaciones Exteriores. Y en meses recientes Washington ha tenido un tono más fuerte con el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, a quien acusa de usar su popularidad para amasar más poder y pisotear los mecanismos democráticos.
Mientras tanto, el presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, dijo en mayo que no acudiría después que Estados Unidos criticó su decisión de reelegir a una Fiscal General sospechada de corrupción.
Tal vez la mayor decepción fue la ausencia de la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, quien ha sido elogiada por funcionarios estadounidenses por su decisión de extraditar a su antecesor, Juan Orlando Hernández, para que enfrente acusaciones de narcotráfico en los tribunales federales de Nueva York. Harris, quien asistió a la asunción presidencial de Castro en enero, habló en estos días con la mandataria hondureña en un intento de último momento para persuadirla de que viaje a Los Ángeles.
Finalmente Castro se puso del lado del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador para boicotear la Cumbre. Es muy probable que al tomar su decisión tuviera en consideración el rápido reconocimiento de Estados Unidos al nuevo gobierno de Honduras cuando su esposo, el presidente Manuel Zelaya, fue removido de su cargo por los militares en 2009.
“Es un grupo de actores mucho más duro con el que Estados Unidos tiene que lidiar, incluso en comparación con lo que enfrentó la administración de (Barack) Obama", dijo Rebecca Bill Chávez, presidenta de Diálogo Interamericano, un centro de investigaciones de Washington.
Chávez, quien fue asesora de Harris en temas de política exterior cuando aspiraba a la presidencia, acogió el enfoque de la vicepresidenta en violencia de género y migrantes mujeres, algo que los gobiernos anteriores no tenían en consideración.
Pero el récord de Biden es difícil de superar. Como vicepresidente hizo 16 viajes a Latinoamérica y su presencia en la región ha tenido gran importancia desde sus días como presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado cuando ayudó a diseñar el Plan Colombia, por lejos el mayor paquete de ayuda militar y económica a la región.
Chávez dijo que en los temas de cambio climático, migraciones y crecimiento económico inclusivo el gobierno de Biden tiene la oportunidad de mostrar una visión que atraiga a todos los países sin importar su inclinación ideológica o la agenda bilateral con Estados Unidos.
“Para tener éxito ella y el gobierno de Biden realmente necesitan ampliar su perspectiva", dijo Chávez. “Los Ángeles es la oportunidad perfecta para demostrarles que lo están haciendo, pero no puede ser un evento solo, requiere un seguimiento para que se convierta en una realidad".
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Goodman reportó desde Miami y Megerian desde Washington. Los periodistas de AP Christopher Sherman, en México, y Elliot Spagat, en Los Ángeles, contribuyeron en esta información.