Con cautela, incertidumbre, sobreprecio y en medio de una operación policiaca, la mitad de los vendedores de pollo del mercado Baltazar R. Leyva Mancilla reanudaron sus ventas, tras una suspensión de tres días por la violencia. Desde las 7 de la mañana, unos 24 locales de venta de pollo del Baltazar R. Leyva Mancilla abrieron sus puestos de nuevo.
En los pasillos de la nave tres se sentía la tensión. Los comerciantes que decidieron vender de nuevo prefirieron no hablar, se limitaron a dar explicaciones utilizando las palabras exactas. Policías con sus binomios caninos vigilaban el área, pero sus recorridos no son constantes, en más de una hora solo dos policías estatales pasaron caminando.
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La alcaldesa, la morenista Norma Otilia Hernández Martínez, prometió que garantizaría la seguridad, que llegarían al municipio 100 marinos, pero esta mañana no se vieron en el mercado. Sobre las barras de algunos locales hay menos pollos de los que ofrecen regularmente, unos dicen que solo pidieron unos pollos para ver cómo evoluciona el día, o dicho de otra forma: compraron poco para tener pérdidas mínimas por si tienen que cerrar sus negocios por la violencia.
Los compradores no faltaron, desde tempranos los puestos estaban con clientes, no muchos, pero los suficientes para que área no se viera desolada por en los tres días anteriores.
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Muchos de los compradores decidieron comprar sus pollos en este mercado porque afuera durante los tres días lo llegaron a comprar en 280 y 300 pesos por pollo. “Yo vendo antojitos y utilizo el pollo, no dejé de comprar, me lo traían de Tixtla, pero me daban a 280 pesos hasta mi casa”, dice una comerciante.
La mujer prefirió pagar casi cien pesos más por pollo que cerrar su negocio y, sobre todo, acercarse a los lugares de venta para evitar riesgos. Los vendedores justifican el aumento del precio. Dicen que de los cinco distribuidores solo está trabajando uno y eso lo está encareciendo. Pero aseguran que en unos días el precio y la cotidianidad se estabilicen.
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“No le estamos subiendo mucho, unos cinco o diez pesos, estamos tratando de cuidar eso”, explica un vendedor. Los vendedores prefieren no aventurarse, unos dicen que no saben si mañana volverán a vender, si volverán a servirles el pollo, porque no depende de ellos, sino de la violencia. La violencia en ese mercado hay muy pocas formas de evitarla.
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Por ahora hay policías y militares recorriéndolo, pero como ocurre siempre serán unos días y se retirarán. Y cuando eso ocurra, los comerciantes de todo el mercado volverán a quedar en una condición de vulnerabilidad.
Al mercado Baltazar R. Leyva Mancilla cualquiera puede entrar armado y asesinar, como ocurrió el pasado 6 de junio, cuando de cuatro tiros asesinaron al distribuidor, en los pasillos de los locales de pollos o cuando mataron a un repartidor en el estacionamiento. Antes del cierre de las pollerías, en menos de una semana asesinaron a ocho trabajadores, entre distribuidores, repartidores y trabajadores de una granja.