MADRID, 16 (EUROPA PRESS)
La agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR, ha avisado este viernes de que la crisis de desplazados internos en Burkina Faso ha alcanzado un ritmo vertiginoso desde principios de año merced a tragedias como la ocurrida la semana pasada en la localidad de Seytenga, donde la matanza de 86 personas ha puesto en fuga a 16.000 hombres, mujeres y niños en menos de siete días.
Ahora mismo 2,9 millones de personas se encuentras desplazadas dentro de este país de África occidental, ahora mismo gobernado por una junta militar desde el golpe de Estado de enero de 2022 contra el entonces presidente, Roch Marc Christian Kaboré, y en medio de una dramática crisis de seguridad con una población atrapada entre Al Qaeda, Estado Islámico y la violencia intercomunitaria.
Para el portavoz de ACNUR, Matthew Stalmarsh, la situación es alarmante en localidades como Dori, en el este del país, y lugar de destino de los 16.000 burkineses que huyeron del ataque en Seytenga. La población de la ciudad se ha quintuplicado en los últimos meses por las constantes llegadas de olas de desplazados hasta un total de 76.000 burkineses a los que hay añadir otros 20.000 refugiados malienses.
ACNUR espera la llegada de más desplazados en los próximos días mientras que aproximadamente otras 360 personas han decidido refugiarse en Níger cruzando la región de Tillabéri, donde ya sobreviven otros 15.500 ciudadanos de Burkina Faso gracias a la ayuda de las familias de la ciudad fronteriza de Tera.
"La crisis de desplazados en Burkina Faso se está convirtiendo en una de las más rápidas del mundo", avisa el portavoz de ACNUR, que denuncia la matanza como la más sangrienta desde la ocurrida no hace tanto tiempo, junio de 2021, en la cercana localidad de Solhan, donde murieron 130 personas.
ACNUR está preparando con las autoridades locales una acción de emergencia para atender a más de 1.000 familias afectadas y para identificar a supervivientes que hayan sido objeto de violencia sexual. Sin embargo, la agencia de la ONU lamenta que los donantes internacionales solo han aportado un 20 por ciento de los 100 millones de euros solicitados para programas humanitarios en el país.
