Los sobrevivientes excavaban a mano el jueves en las aldeas del este de Afganistán que quedaron reducidas a escombros por un potente sismo que causó al menos mil muertos. Mientras, el Talibán y la comunidad internacional, que huyó del país tras su ascenso al poder, se esfuerzan por ayudar a las víctimas del desastre.
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En el distrito de Gayan, en la provincia de Paktiká, uno de los más afectados, los residentes se pararon sobre los ladrillos de barro que en su día fueron una casa. Otros caminaban con cuidado por callejones de tierra, agarrándose a las paredes dañadas con vigas de madera expuestas para abrirse paso.
El terremoto fue el más letal en el país en dos décadas, y las autoridades advirtieron que la cifra de víctimas mortales podría aumentar. Se estima que otras mil 500 personas resultaron heridas, según reportó la agencia noticiosa estatal.
El desastre causado por el movimiento telúrico de magnitud seis infligió más penurias a una nación donde millones de personas viven en condiciones de hambruna y de pobreza, y donde el sistema de salud se deterioró desde que el Talibán retomó el poder hace casi 10 meses, tras el retiro de las tropas de Estados Unidos y la OTAN. El ascenso del grupo cortó el vital financiamiento internacional, y la mayor parte del mundo rechazó al nuevo gobierno.
La forma en la que el Talibán permitirá que el mundo que ofrezca ayuda, si lo hace, sigue siendo una incógnita ya que los rescatistas, sin maquinaria pesada, trabajaban entre los escombros con sus propias manos. “Pedimos al Emirato Islámico y a todo el país que vengan a ayudarnos”, dijo un sobreviviente que se identificó como Hakimullah. “Estamos sin nada, ni siquiera una lona bajo la que vivir”.
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El alcance de los daños en las aldeas de montaña tardaba en salir a la luz. Las carreteras, que en el mejor de los casos son sinuosas y complicadas, podrían haber quedado muy dañadas, y los deslaves causados por las lluvias recientes complicaron todavía más el acceso.
Aunque en otras partes del mundo los edificios modernos soportan sismos de magnitud seis, las viviendas de barro y ladrillo de Afganistán y las montañas propensas a los desprendimientos hacen que éstos sean aún más peligrosos.
Los equipos de rescate llegaron a los lugares afectados en helicóptero, pero las operaciones de ayuda podrían verse obstaculizadas por el éxodo de muchas agencias internacionales del país después de que el Talibán tomó las riendas en agosto. Además, la mayoría de los gobiernos son reacios a tratar directamente con el grupo.
En un ejemplo de las complicadas relaciones entre el Talibán y el resto del mundo, el grupo insurgente no solicitó formalmente a Naciones Unidas que movilice equipos de búsqueda y rescate internacionales, ni la obtención de equipos de naciones vecinas para reforzar las pocas decenas de ambulancias y los helicópteros movilizados por las autoridades. afirmó Ramiz Alakbarov, representante especial adjunto de la ONU para Afganistán.
Sin embargo, funcionarios de varias agencias de la ONU dijeron que el Talibán les dio acceso total a la zona afectada. Ocho camiones con comida y otros artículos de primera necesidad, procedentes de Pakistán, llegaron a Paktiká, explicó el jueves el vocero del grupo, Zabihullah Mujahid, en Twitter. Además, dos aviones de ayuda humanitaria de Irán y otro de Qatar aterrizaron en el país, agregó.
Ayuda internacional tras terremoto
Obtener más ayuda internacional directa podría ser más complicado: muchas naciones, incluyendo Estados Unidos, canalizan su ayuda humanitaria a Afganistán a través de la ONU y otras organizaciones similares para evitar poner el dinero en las manos del Talibán.
En un boletín informativo el jueves, la televisora estatal afgana hizo hincapié en que el presidente estadounidense, Joe Biden, — su antiguo enemigo — ofreció sus condolencias por el sismo y prometió ayuda. En la víspera, el mandatario ordenó a “USAID y a otros socios del gobierno federal que evalúen las opciones de respuesta de Estados Unidos para ayudar a los más afectados”, indició la Casa Blanca en un comunicado.
El sismo tuvo epicentro en la provincia de Paktiká, a unos 50 kilómetros (31 millas) al suroeste de la ciudad de Jost, según el Departamento de Meteorología de la vecina Pakistán. Los expertos afirmaron que tuvo una profundidad de apenas 10 kilómetros (6 millas). Los terremotos poco profundos suelen causar más daños.
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El número de decesos reportados por la agencia noticiosa Bakhtar es similar al del sismo de 2002 registrado en el norte. Son los dos peores desde 1998, cuando otro temblor, también de 6.1, y sus réplicas en el noreste del país se cobraron las vidas de al menos cuatro mil 500 personas. El terremoto del miércoles se registró en una zona propensa a los deslaves y con varias construcciones viejas y frágiles.
En el distrito de Speray, en la vecina provincia de Jost, que también registró daños graves, varios hombres estaban sobre lo que antes era una casa de barro. El movimiento telúrico había arrancado las vigas de madera. La gente estaba sentada al aire libre, bajo una tienda de campaña improvisada con una manta que se mecía con la brisa.
Los sobrevivientes prepararon rápidamente a los muertos del distrito, entre los que había niños y un bebé. Las autoridades temen que en los próximos días puedan aparecer más fallecidos.
“Es difícil recopilar toda la información exacta porque es una zona montañosa”, dijo Sultan Mahmood, jefe del distrito de Speray. “La información que tenemos es la que hemos recopilado de los residentes en esas zonas”.