CIUDAD DE MÉXICO (AP) — El jefe del ejército de México escogió un mal momento para elogiar a las fuerzas armadas: el inicio el miércoles de una comisión para investigar los abusos militares y policiales del pasado que pretendía ser todo un acto de reconciliación.
Las familias de las víctimas al escucharle no pudieron contenerse y comenzaron a gritarle y a protestar.
México pretende hacer justicia sobre uno de los periodos más negros de su historia: 25 años de la segunda mitad del siglo XX en los que los cuerpos policiales y militares torturaron, asesinaron y desaparecieron a cientos de personas.
Pero Luis Cresencio Sandoval, secretario de Defensa, en lugar de hablar del “sufrimiento”, “represión” o “historia negra” —las palabras escogidas por el presidente Andrés Manuel López Obrador en el discurso que siguió al del general— anunció que los nombres de los militares muertos en esa época se inscribirían en un monumento a los caídos “como un tributo y un sentido homenaje a los soldados que cumplieron con su deber aún a costa de su vida”.
“¿Dónde están los desaparecidos, secretario?” le espetó uno de los familiares a mitad de su discurso que acabó con familiares puestos en pie increpándole al grito de “Vivos se los llevaron, vivos los queremos".
La comisión investigará los abusos y violaciones graves a los derechos humanos que tuvieron lugar entre 1965 y 1990 con el fin de hacer justicia por esos crímenes, buscar a las personas que todavía siguen desaparecidas de esa época —en torno al millar— y reparar a las víctimas.
El ejército, que cada vez tiene más funciones -desde la seguridad pública, al control de las aduanas, la cría de árboles, la gestión de un aeropuerto o la construcción de grandes infraestructuras— se ha comprometido a abrir sus archivos para ello. Pero discursos como el del general suscitan dudas sobre si los objetivos del gobierno de cerrar cuentas con la historia podrán realmente lograrse.