El padre Mateo Calvillo, de la arquidiócesis de Morelia, Michoacán, fue agredido el 3 de julio mientras viajaba en su automóvil en el municipio de Queréndaro. De acuerdo con una carta que dirigió el clérigo a medios, se trató de un ataque profesional, pues presuntos sicarios le bloquearon el paso y un sujeto armado se dirigió hasta su vehículo para agredirlo a golpes.
“Las cosas sucedieron en tres minutos, fue un ataque profesional: me bloquearon el carro, me agredieron a golpes, el agresor debió ser un sicario”, señaló Calvillo, quien añadió que la persona que lo golpeó “debió ser un sicario”, pues era muy alto, fuerte y portaba un arma.
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Tras los hechos, Calvillo Paz sufrió un fuerte golpe en la nariz y otros en cara y cuerpo, posteriormente fue trasladado a la clínica de “La Asunción”, donde le controlaron la hemorragia.
“No hay gobierno”
En la misiva, el también director de la Comisión de Evangelización en Radio y Televisión para la Arquidiócesis de Morelia, aseguró que presentía el ataque y refirió que le “salió muy barato”, pensando en lo que ocurrió con los sacerdotes jesuitas, Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar, asesinados el 20 de junio en Chihuahua.
Calvillo también refirió que intentó presentar una denuncia ante las autoridades en Queréndaro; no obstante, le dijeron que debía trasladarse al municipio de Zinapécuaro.
Por otra parte, el padre de la arquidiócesis de Morelia reflexionó sobre la situación de violencia, aseguró que “el país se desangra” y llamó a la ciudadanía a cuidarse. “Qué ganas de contener la violencia y hacer justicia. El país se desangra, la violencia te puede arrollar. Necesitamos cuidarnos, no hay gobierno. ¿Qué podemos hacer todos juntos?”, aseveró.
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Cabe señalar que la agresión contra el sacerdote se da en un contexto de tensión entre el gobierno de México y el clero, por declaraciones cruzadas. Durante su conferencia mañanera del 1 de julio, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, tachó de “hipócritas” a los sacerdotes al asegurar que quieren que se resuelvan los problemas con violencia.
El señalamiento del Ejecutivo se hizo luego de que el sacerdote jesuita, Javier Ávila, cuestionara la política de “abrazos no balazos” del gobierno federal, tras los asesinatos de los jesuitas ocurridos semanas atrás en un templo de la comunidad de Cerocahui, en Chihuahua.