Así como los días viernes 13 o martes 13 cargan con un estigma, el domingo 7 también tiene su porción de mitos y realidades en el ideario colectivo, y si bien es una expresión considerada vieja o pasada de moda, si alguien te dice no vayas a salir con tu domingo 7 o saliste con tu domingo 7, debes saber lo que significa.
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Esta expresión se relaciona con el temor o la desconfianza de que los hijos anuncien un embarazo no planeado en una etapa considerada prematura, es decir demasiado jóvenes.
Inicialmente se decía a manera de advertencia para pedirle a los hijos –y en particular a las mujeres– evitar los embarazos en la adolescencia o fuera del matrimonio, esto implicaba que –una vez realizado el comentario– no había margen de error, por lo que los padres tajantemente decían: <<No te vayas a embarazar>> o <<No vayas a embarazar a alguien>>.
Pero si ya hubiese ocurrido la concepción de un hijo, entones la frase se convierte en resignación, particularmente en el caso de las hijas, de modo que si se embarazaban sin casarse, una expresión común era: <<salió con su domingo 7>>, lo cual resumía que se encontraba esperando un hijo sin haberse casado.
De esta forma, el uso más común de la expresión se refiere a un embarazo no planeado, aunque también se aplica a cualquier situación no deseada en la que se arruinan los planes; por ejemplo, cuando una pareja está a punto de quedarse a solas, del modo más inoportuno, un tercero estropea el encuentro.
Ya sea la denominación que se use, es preferible no salir con un «domingo 7», es preferible ahorrarlo.
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Domingo 7, origen de la expresión
Si bien esta expresión tiene su significado en el ideario cultural mexicano, algunos investigadores refieren que la pegajosa frase tiene su origen en una leyenda del Norte de Europa.
Eduardo Merlo Juárez, arqueólogo mexicano, explica que la frase proviene de Dinamarca y Noruega, y se atribuye a la acción de unos pequeños duendes.
El investigador refiere que, según las versiones, un día, unos duendes se encontraban danzando y cantando en el bosque, y en sus versos recitaban armoniosamente –lunes uno, martes dos, miércoles tres, jueves cuatro, viernes cinco, sábado seis– y así, una y otra vez, lo que estas criaturas no sabían era que una joven los espiaba desde los arbustos.
Mientras entonaban sus cantos, la mujer salió efusivamente de entre los arbustos y exclamó: ¡y domingo siete!, sorprendiendo a las criaturas mágicas.
Tras intromisión y arrebato de la joven, los duendes la castigaron esparciendo un hechizo sobre ella, el cual la dejó embarazada.
Esa historia posteriormente llegó a América por medio de los españoles, quienes la difundieron y de ahí cada nación la adaptó a sus tradiciones y costumbres.