Posponer la tesis, aprender algo, empezar a hacer ejercicio, entre otras, son actividades regularmente pospuestas que implican dejar para mañana lo que puedes hacer hoy; esa es una tendencia recurrente para muchas personas que corresponde a una conducta perfectamente identificada, denominada: procrastinar.
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Según el Servicio Psiquiatría y Psicología Hospital Universitario Dexeus (PsicoDex), la procrastinación consiste en posponer deliberadamente tareas importantes pendientes, aunque se tenga la oportunidad de llevarlas a cabo.
Esto muchas veces se refiere a acciones simples como iniciar la lectura de un libro, empezar una dieta y emprender una meta de ahorro, hasta decisiones más complicadas como buscar un nuevo trabajo, dejar de fumar y, sobre todo, concretar un proyecto de titulación.
La palabra se convirtió en tendencia por ser usada como ejemplo en un comercial de televisión para promover cursos de idiomas y justamente se hace alusión a dejar de posponer el inicio de este aprendizaje.
Pero esto va más allá de pausar para otro momento hacer el aseo de cierta área, ordenar papeles o hacer un trámite, pues cuando esto se vuelve recurrente entra en otro nivel, es cuando se dice que una persona es procrastinador crónico.
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Al respecto, Dexeus refiere que los procrastinadores crónicos sí son conscientes de las consecuencias que comporta su tendencia a posponer sus acciones.
Esto se refiere en la mayoría de los casos a proyectos personales, metas profesionales, recargos económicos, problemas de salud, oportunidades perdidas, excusas por inventar, disculpas por pedir, etcétera.
A la larga, dichos casos crónicos implican un elevado costo interno, como sentimientos de inadecuación, frustración, reacciones de ansiedad y baja autoestima.
Y esto no es un problema menor, PsicoDex calcula que la procrastinación crónica afecta, a entre 15 y 20% de la población adulta, mientras que en la población estudiantil el problema es más grave, alcanza hasta 50 a 90%.
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¿Y cómo se pude identificar la procrastinación crónica?
El simple hecho de postergar actividades, planes o proyectos ya es un indicio, pero hay casos que son muy marcados como:
- Dejar demasiadas cosas para el último momento
- Dejar de trabajar en algo importante para realizar otra actividad más trivial
- Perder el tiempo en actividades inútiles o poco productivas
- Sentirse abrumado por las responsabilidades
- Sentir culpa por no ocuparse de lo prioritario
- Tener sueños y proyectos inalcanzables