Tras meses de comicios primarios, eventos de campaña y recaudación de fondos, finalmente llegan este martes las elecciones de mitad de período en Estados Unidos, donde se decidirá el control del Congreso y los gobiernos de varios estados.
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Los republicanos vaticinan una victoria abrumadora mientras los ansiosos demócratas tratarán de defender sus estrechas mayorías en el Congreso, ante el descontento general en torno a la economía, la delincuencia y el liderazgo del presidente Joe Biden. Los demócratas albergan esperanzas de que la reacción popular contra la decisión de la Corte Suprema de anular el derecho al aborto les salvará.
El actual ambiente político ha abierto la competencia inusual, y los republicanos vigorizantes ahora tratan de incursionar en baluartes demócratas como Nueva York, California, Nuevo México y el estado de Washington. Aun así, las contiendas más llamativas son las de Arizona, Georgia, Nevada, Pensilvania y Wisconsin, que podrían ayudar a decidir la elección presidencial del 2024.
Debido a lo reñido de varias contiendas y los conteos de votos prolongados, podría tardar días o semanas antes de se conozcan los resultados definitivos.
¿Una ola republicana?
Todo apunta a una victoria abrumadora de los republicanos el martes, sin embargo, queda por ver si será una “onda” o un “tsunami”.
Los votantes, en su gran mayoría, están pesimistas en cuanto al rumbo que lleva el país, en medio de una alta inflación y una severa polarización política. Y la tendencia histórica es que los votantes se desquitan con el partido en el poder.
Desde hace más de un siglo, casi siempre el partido que tiene la Casa Blanca sufre reveses en la primera elección legislativa, con las excepciones de 1934 durante la Gran Depresión; en 1998 durante el esfuerzo por destituir al presidente Bill Clinton; y en el 2002 tras los ataques terroristas del 11 de septiembre.
En cierto momento, los demócratas llegaron a esperar que la decisión sobre el aborto revertiría la tendencia histórica (o al menos limitaría sus derrotas), pero sus dirigentes se han expresado más preocupados en los últimos días.
Funcionarios de ambos partidos vaticinan que los republicanos tomarán el control de la Cámara de Representantes, para lo cual necesitan sólo una ganancia neta de cinco escaños. Pero si ocurre una oleada republicana, el partido podría llevarse hasta 25 o más.
Percibiendo la oportunidad, grupos republicanos han invertido millones de dólares en distritos de tendencia demócrata en California, Nueva York, Illinois y Pensilvania. Por otra parte, la contienda por el senado es todavía más reñida, y es que los republicanos necesitan ganar sólo un escaño para controlar esa cámara.
Los demócratas luchan cuesta arriba para defender a sus legisladores en Arizona, Georgia, Nevada y Nueva Hampshire, y los republicanos creen que, además, podrían ganar en Colorado y en el estado de Washington.
Las probabilidades de los republicanos están un poco limitadas por candidatos en cierta manera deficientes en Arizona, Georgia y Nueva Hampshire que han recibido el respaldo del expresidente Donald Trump.
Pensilvania es la mejor oportunidad para los demócratas de arrebatarle un escaño a los republicanos, mientras que siguen reñidas las contiendas por escaños de republicanos en Carolina del Norte y Wisconsin.
Al mismo tiempo, las elecciones para cargos locales como los gobernadores o los secretarios de estado, han cobrado una importancia inusitada. El actual ambiente político tiene a los republicanos confiados de ganar las gobernaciones en estados tradicionalmente demócratas como Oregon y Nuevo México. Si se concreta una ola republicana, los demócratas podrían estar en aprietos en todos lados.
Decisión de la Suprema Corte
Luego que la Corte Suprema anuló en junio el fallo Roe contra Wade de 1973 sobre la despenalización del aborto, los republicanos (incluyendo a Trump) expresaron en voz alta que el descontento popular afectaría a su partido en las elecciones.
Asimismo, han surgido indicios de que muchos votantes, mujeres suburbanas y los más jóvenes, particularmente, fueron energizados por esa decisión y prometieron votar por demócratas. Pero más de cuatro meses después de esa decisión judicial, su efecto político parece estar esfumándose.
En semanas recientes, candidatos demócratas han abandonado el argumentado sobre el aborto y se centraron más en la economía y en la necesidad de proteger beneficios sociales.
Y algunos funcionarios electos, entre ellos el senador por Vermont Bernie Sanders, un independiente, han advertido que los demócratas han dependido demasiado en el tema del aborto para animar a sus partidarios.
El tema se refleja especialmente entre las mujeres suburbanas, un grupo que se volvió en contra de Trump y los republicanos en el 2020 pero parece haber dado vuelta otra vez ahora que los republicanos concentran sus ataques en las restricciones pandémicas y en la economía.
El voto hispano
Los demócratas han tratado de recuperar a los hispanos luego de su pobre desempeño con ese segmento de la población en el 2020, pero hay razones para creer que este año les irá incluso peor.
Ambos partidos se enfocaron en el Valle del Río Grande en el sur de Texas, una zona de mayoría hispana, donde los apuros de la administración Biden por enfrentar los problemas que aquejan a la frontera se han convertido en un tema central.
Los republicanos calculan que en esa zona, hasta ahora un baluarte demócrata, ganarán al menos tres escaños de la Cámara de Representantes.
Los republicanos se sienten optimistas también sobre sus posibilidades en el condado Miami-Dade de Florida, hogar de 1.5 millones de hispanos en edad de votar y un baluarte demócrata los últimos 20 años. Los republicanos lograron importantes avances allí en las elecciones presidenciales pasadas.
Si los demócratas pierden Miami-Dade, prácticamente quedarían sin posibilidades de ganar en Florida, incluyendo en las elecciones presidenciales.
El voto hispano será importante en otros estados, pero en ninguno más que en Arizona y Nevada, donde la demócrata, Catherine Cortez Masto, la primera senadora hispana de Estados Unidos, está enfrascada en una reñida contienda.
¿Cómo les irá a los candidatos de Trump?
Trump sigue siendo la fuerza dominante en el Partido Republicano, pero las elecciones del martes pondrán a prueba su influencia en el electorado general. Actualmente, Trump no es candidato, pero sí lo son muchos políticos que él apoyó. Y entre ellos, hay varias figuras controversiales que derrotaron a otros que contaban con el respaldo de la base del partido.
Si no les va bien a los candidatos respaldados por Trump, ello tendería una sombra sobre su eventual candidatura para las elecciones del 2024.
En Pensilvania, Doug Mastriano es el candidato republicano para gobernador y cuenta con el respaldo de Trump. Sin embargo, está luchando en las encuestas ante el demócrata, Josh Shapiro. El ungido por Trump para el Senado, el doctor Mehmet Oz, libra una apretada batalla contra el demócrata John Fetterman.
En Arizona, la candidata a gobernadora, Kari Lake y el candidato senatorial Blake Masters, ambos republicanos que repiten la percepción de Trump sobre fraude electoral, están posicionados para ganar.
Otros fieles de Trump en competencia: el candidato senatorial por Ohio, JD Vance, el candidato senatorial por Carolina del Norte Ted Budd, el candidato a gobernador de Michigan, Tudor Dixon y el candidato a gobernador de Nueva York, Lee Zeldin.
Con miras a las elecciones del 2024
De muchas maneras, algunas mayores, otras menores, las elecciones del 2022 incidirán en las del 2024.
Un mal desempeño de los demócratas podría ser mal augurio para las probabilidades reeleccionistas de Biden. Y Trump con toda seguridad hará alarde de victorias republicanas como prueba de su fuerza política de cara a una tercera campaña para la Casa Blanca.
Asociaciones de gobernabilidad están particularmente preocupadas por el hecho de que muchos candidatos que han repetido las mentiras de fraude electoral, se han postulado a cargos estatales en diversas partes del país.
En Nevada, el republicano, Jim Marchant, se postuló para secretario de Estado, el principal funcionario electoral estatal. Marchant es jefe de la “America First Secretary of State Coalition”, una agrupación de “trumpistas” que sostienen que hubo fraude en las elecciones del 2020.
Lo mismo ocurre en Arizona y Michigan, donde se han postulado para secretario de estado dos miembros de esa misma coalición: Mark Finchem y Kristina Karamo. Y en Pensilvania, el candidato republicano a gobernador, Doug Mastriano, otro estridente promotor sobre fraude electoral, tendría, si gana, la autoridad de designar a su propio funcionario electoral.
Aparte del tema de la administración electoral, los candidatos ganadores podrían aprovechar su buen desempeño para posicionarse de cara a las elecciones del 2024.
Lake, la candidata republicana a gobernadora de Arizona, ya está siendo mencionada como posible candidata vicepresidencial de Trump. Y en Florida, el gobernador Ron DeSantis, quien busca la reelección, está considerando postularse en el 2024 independientemente de lo que haga Trump.
¿Qué se sabrá esta noche?
Es posible, quizás hasta probable, que los resultados en varios lugares no estén disponibles hasta varios días o semanas después.
En Georgia, un candidato debe tener por lo menos el 50% de los votos para ganar, ya que de lo contrario, se realiza una segunda vuelta que sería el seis de diciembre. Por otra parte, los estrategas de ambos partidos creen que eso ocurrirá, particularmente en la contienda senatorial.
En otros estados, el conteo de votos puede ser largo y complicado, especialmente ahora que se ha vuelto popular votar por correo.
Bajo las leyes de Arizona, por ejemplo, todas las papeletas tienen que haber sido depositadas para las siete de la noche, pero los funcionarios tienen hasta 20 días para concluir el conteo.
En Nevada, los condados tienen cuatro días para corregir las boletas tardías entregadas por correo y le pueden dar a los votantes dos días más para corregir boletas que hayan llegado en sobres con errores o con información incompleta.
En algunos estados políticamente sensibles, como Pensilvania y Wisconsin, las autoridades no pueden empezar a validar las boletas hasta el día de las elecciones.
Diecinueve estados otorgan un período de gracia para recibir las boletas, siempre y cuando hayan sido enviadas antes de la jornada electoral. En California, el período es de siete días.
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