A lo largo del territorio nacional priva la violencia contra los periodistas, en todo México se han registrado desde ataques hasta asesinatos, y desde una cobertura hasta la publicación de información relacionada con grupos de la delincuencia son motivo de amenazas, mientras las autoridades solo condenan y dicen que están trabajando para resolver los casos.
A continuación se presenta un especial de la Alianza de Medios MX que resume parte de los ataques ocurridos en el transcurso de este 2022, desde amenazas hasta los homicidios.
Te interesa: Alianza de Medios Mx expresa su preocupación y solidaridad a Ciro Gómez Leyva
Sinaloa
Las zonas de silencio no son exclusivas de la violencia
En Sinaloa, ante la ausencia de medios de comunicación por el difícil acceso a algunos municipios, pudiera considerarse que estos se han convertido en verdaderas zonas de silencio para el periodismo. Sin embargo, la precariedad laboral también ha jugado un papel importante para que los comunicadores abandonen el oficio.
Iván, periodista sinaloense que estuvo en el exilio durante unos meses debido a amenazas del crimen organizado, consideró que también la presencia de grupos de la delincuencia organizada en estas zonas inaccesibles complica la labor periodística.
Sin embargo, explicó que la presencia de grupos criminales en sí misma no es un factor determinante para que se creen zonas de silencio, pues si bien en las zonas serranas de Sinaloa existe un mayor control de algunas zonas, en las ciudades su ritmo es diferente y coexisten con los medios de comunicación.
“El factor del narcotráfico en Sinaloa no ha influido al grado de silenciar completamente un medio. El antecedente más fuerte que hubo en estos años fue el asesinato de Javier Valdez, sin embargo, contrario de silenciar a su periódico, consideramos que potenció su voz. Sí silenciaron a Javier pero potencializaron la voz de Ríodoce, su influencia se mantiene”, manifestó.
Otro antecedente fue el del asesinato del periodista Humberto Millán, en 2011, donde su medio sí fue silenciado pero luego César Millán, hijo de Humberto, retomó el proyecto de A Discusión, por lo que no puede considerarse que sea un medio silenciado.
Precariedad laboral
Otro factor determinante para que los periodistas dejen el gremio son las condiciones precarias que predominan actualmente en el sector periodístico, lo cual a su vez obliga a los medios de comunicación a desaparecer, manifestó Iván.
“Si bien no hay un antecedente de cuántos medios han tenido que cerrar por estas condiciones, la precariedad laboral ha golpeado a las y los periodistas en Sinaloa”, consideró.
El periodista exiliado consideró que, si bien el crimen organizado juega un papel importante para silenciar a los periodistas, la precariedad tiene el mismo peso.
En los estados del norte de México, el sueldo promedio de un reportero ronda entre los 8 mil y los 11 mil pesos, menos que otras profesiones, donde el salario promedio oscila entre los 12 y los 15 mil pesos.
Un caso especial
Para Iván, si bien existen zonas donde no hay presencia de medios de comunicación, como el municipio de Badiraguato, estas no se pueden considerar agujeros negros, pues los únicos casos que no se publican son aquellos donde no se conoce la información.
“Si los periodistas en Culiacán tenemos información de enfrentamientos en la zona de Badiraguato, la publicamos. Es decir, los medios en Sinaloa no hemos tenido una mordaza. Sí el temor, pero más que zonas de silencio se trata de autocensura, por lo que los temas del narcotráfico se tocan con tiento”, explicó.
Esta dinámica, señaló, no es exclusiva de un periodista o un medio de comunicación, sino que por sentido común en todos los medios profesionales se tiene que cuidar en cuestiones de inseguridad.
En Sinaloa, el silencio forzado de un periodista se produce por su asesinato, como es el caso del periodista Luis Enrique Ramírez, pero el medio de comunicación que él dirigía continúa con sus actividades siete meses después de que el crimen tuviera lugar.
Puedes ver: Alianza de Medios exige detener a responsables del homicidio de Luis Enrique Ramírez
Aguascalientes
Difíciles tiempos para informar
La disputa constante de las diferentes agrupaciones de la delincuencia organizada para apoderarse cada vez de más territorio, ha provocado desde hace varios años daños colaterales, prácticamente en gran parte del país.
Aguascalientes, con una extensión territorial de 385 kilómetros cuadrados, y colindante con estados como Zacatecas, Jalisco y Guanajuato, no ha quedado exento de constantes enfrentamientos que han costado vidas no solamente de integrantes de la delincuencia y de elementos de seguridad de diferentes corporaciones de seguridad en su lucha por contender los embates, pues incluso civiles han quedado expuestos.
Ángel Dávalos, periodista con 20 años de experiencia, enfrentó una de las experiencias más amargas en su trayectoria, pues al darle seguimiento a una balacera registrada en Encarnación de Díaz, Jalisco, un 30 de abril de hace casi dos años, fue junto con sus compañeros interceptado por sujetos armados.
La cobertura original para una estación de radio local, no implicaba mayor riesgo que el cruzar la frontera sur del estado y llegar al conocido municipio de La Chona, levantar imágenes de edificios baleados, así como impresiones con testigos y conocer de los mismos habitantes de ser posible, la sensación que la inseguridad estaba generando.
Sin embargo, al llegar y disponerse a hacer su trabajo, Ángel, acompañado por dos personas más de la empresas en la que laboraba, inesperadamente fueron abordados por delincuentes quienes los intimidaron para que se retiraran del lugar. Al chofer de la unidad en la que viajaban, lo encañonaron, mientras que a él, lo agredieron física y verbalmente, despojándolo de dos teléfonos celulares.
“Estuvimos haciendo el trabajo levantamos algunas imágenes todo tranquilo, pero después de un tiempo llegó camioneta hacia nosotros ahí donde estábamos haciendo el trabajo y nos limitó que nos fuéramos de ahí. Al chofer lo intimidaron y aceleró, nosotros nos echamos a correr con dos, tres patadas recibidas”, recordó.
Tras varios minutos de tensión, Ángel y sus dos compañeros, como pudieron se trasladaron unas 10 cuadras más adelante, hasta llegar a la Presidencia Municipal, en donde permanecieron resguardados. Al comunicarse a la empresa en la que trabajaban y pedir el apoyo a las autoridades de seguridad en Aguascalientes, se activó un operativo por aire y tierra para que su llegada al territorio local fuera segura, siendo posteriormente trasladados por oficiales de Jalisco, hasta la Puerta de Acceso Sur, donde alistaban elementos Estatales, Ministeriales y de la Guardia Nacional.
Lo anterior generó que tanto Ángel y sus dos colegas tuvieran protección especial durante varios días, además de que fueron sometidos a estudios médicos para conocer sus respectivos estados de salud. A casi dos años de aquella situación, señala que es preocupante la situación de inseguridad que se vive en el país.
“No hubo mayor seguimiento sobre lo sucedido a pesar de que levantamos la denuncia. Vives con incertidumbre y más porque no hay quien te da la certeza de que las cosas son seguras”, lamentó.
Finalmente, con la intención de que ese tipo de hechos no se repitan hacia los representantes de los medios de comunicación, Ángel Dávalos, subrayó que ha tratado de fomentar la aplicación de leyes para que la libertad de expresión no se vea comprometida y que por lo contrario los mecanismos de protección para periodistas funcionen correctamente.
También: ¡Alto a la impunidad! Alianza de Medios exige justicia para periodistas asesinados
Michoacán
Zitácuaro se ha convertido en la principal zona de silencio del estado
Los asesinatos de Roberto Toledo y Armando Linares registrados el 31 de enero y el 16 de marzo pasado callaron no solamente Monitor Michoacán, medio de comunicación electrónico dirigido por Linares, sino que un Primer Plano, un periódico municipal y “Al Aire Zitácuaro” un noticiero radiofónico, anunciaron su cierre y la cancelación de sus emisiones.
“Al Aire Zitácuaro” tenía 17 años de transmisiones ininterrumpidas y Primer Plano contaba con 28 años de circulación.
Pero eso no fue lo peor, pues reporteros tuvieron que acogerse al mecanismo de protección federal y salir de Zitácuaro para evitar ser el blanco de una tragedia.
Magdalena Alonso recuerda esos días con amargura. De la noche a la mañana tuvo que dejar todo y salir de la ciudad en donde tenía a sus amigos, familia y trabajo.
Atrás dejó su casa, sus pertenencias, su rutina y sólo cargo con lo indispensable.
Desde el exilio obligado por las amenazas habla de lo difícil de estos meses: “de la noche a la mañana se acabó el noticiero que conduje durante cinco años y dejé de trabajar en lo único que sabía hacer: comunicar”, dice vía telefónica y a través de mensajes de WhatsApp, sin revelar su ubicación exacta, recuerda como la noticia del asesinato de Armando Linares llegaron a sus oídos y aún, sin salir del asombro y la indignación se da cuenta de que ella también podría ser blanco de la violencia pues sujetos a bordo de una moto vigilaban su casa.
“La decisión era callar o morir y preferí lo primero”, menciona. Pero Zitácuaro no es la única zona de silencio en Michoacán. Tierra Caliente, Uruapan y Zamora también son espacios agrestes para la libertad de expresión.
Buenavista, Tepacatepec y Coalcomán ubicados en el corazón de tierra caliente siguen teniendo presencia de grupos organizados y Zamora y Uruapan son considerados como dos de los municipios más peligrosos del país.
Los reporteros que viven en Zamora, por ejemplo, evitan a toda costa hablar de los hechos violentos que a diario se viven en la zona.
Los noticieros, portales y otros medios de comunicación son llenados con noticias ligeras para evitar herir susceptibilidades.
“Nuestras fuentes informativas son el Ayuntamiento o la Diócesis; nuestra noticia son reporte del clima, escases del agua, recolección de basura, inauguración de una calle”, afirma y agrega: “claro que nos damos cuenta de los asesinatos, enfrentamientos y otros hechos de violencia que tienen lugar, pero hemos preferido no divulgarlos pues nada vale más que nuestra seguridad y tranquilidad”, puntualiza una reportera que pidió no mencionar su nombre, por miedo.
La situación no es nueva. Desde hace unos años, cuando el grupo delincuencial de Los Caballeros Templarios era el hegemónico en el estado, su líder, Servando Martínez alias “La Tuta” o “El Profe” tuvo acercamientos con periodistas.
No había opción, una vez que el líder detectaba quién le podías ser útil no era pregunta. Si él decidía que tenías que reunirte con él, lo tenías que hacer, narra un reportero que prefirió dejar los medios de comunicación para evitar presiones.
La Tuta como era conocido este líder delincuencial (ahora preso), incluso ventilo un video que grabo cuando se reunió con al menos dos reporteros cuyas carreras quedaron truncadas a raíz de ese hecho.
Los números
Periodistas asesinados en Michoacán durante el 2022
El director del portal de noticias Monitor Exprés Michoacán, Armando Linares, fue asesinado en su domicilio en Zitácuaro, quien había denunciado amenazas por realizar su trabajo.
El colaborador de Monitor Exprés Michoacán, Roberto Toledo, fue ultimado a las afueras de las oficinas.
Denuncias presentadas por amenazas durante el 2022
En lo que va de este año la Fiscalía General del Estado ha recibido alrededor de 12 denuncias por parte de periodistas que han sido amenazados por grupos y personas desconocidas por el simple hecho de realizar su labor periodística.
Revisa esto: La periodista María Elena Ferral avisó desde 2016 que temía por su vida
Jalisco
El crimen va silenciando poco a poco tres regiones del estado
Ejercer el periodismo también es un riesgo en Jalisco, sobre todo en el interior del estado, en donde autoridades y grupos criminales intimidan con total impunidad a periodistas. Consignar los enfrentamientos entre grupos, es considerado para unos y para otros, “estar de su lado”. Reporteras y reporteros de regiones como los Altos, el sur de Jalisco y la región de la Costa, han preferido, en muchos de los casos, olvidarse de los temas policiacos o de plano emigrar a la capital del Estado.
Por lo que respecta a la región de la costa de Jalisco, sobre todo hacia la parte sur, desde el año del 2011 se pudo advertir tal escenario. La presencia del Cártel de Jalisco Nueva Generación y del mismísimo Nemesio Ocegueda (a) El Mencho, repercutieron en ello. Los medios locales -basados en la llamada nota roja- disminuyeron, los periódicos pequeños locales omitieron esa sección y les dejaron a los grandes periódicos la exclusividad de atender tales sucesos, recuerda un corresponsal en la zona.
Asegura que incluso él que “escribía para afuera” prefirió mandar sus datos y que “mis compañeros de la capital, me ayudaran con la nota e incluso pusieran su crédito.
Cuando el 1 de mayo fue derribado un helicóptero de la Marina, que supuestamente iba tras la captura de El Mencho, todo cambió. Se puso en evidencia lo que sucediera en la zona, se instalaron retenes y el grupo criminal se fue. Lo que no cambió es que solo algunos, muy pocos medio locales siguieron investigando sobre el crimen organizado y su presencia en la zona.
En la región de los Altos, un reportero con 17 años de trayectoria, y cuyo nombre también se omite por su seguridad, ha padecido la violencia en el ejercicio de su labor informativa.
Un día estando en la cobertura de una balacera y pese a la presencia de las autoridades, fue intimidado por un grupo de civiles armados, que aparentaban ser de un grupo delictivo.
“Me retuvieron, me obligaron, me exigieron de alguna forma eliminar el trabajo que había hecho, borrar la publicación de redes sociales que había subido. No puedo asegurar que eran delincuentes o si eran autoridades, ya que los vehículos que traían no traían rótulos, ni ellos estaban uniformados. De ahí la necesidad de uniformar a los elementos”.
Ante la situación de violencia que se vive en esa zona de Jalisco ha optado por evitar realizar coberturas en ciertos municipios, como Teocaltiche, en donde hace más de 10 años que no acude ni como reportero, ni como visitante debido a la inseguridad y a los retenes de grupos de la delincuencia organizada.
“Específicamente lo que es Teocaltiche; Villa Hidalgo; las orillas de Jalostotitlán; en Encarnación de Díaz, en el Bajío de San José, El Tecuán; en Lagos de Moreno la parte de la zona norte; Ojuelos en los límites con Zacatecas. Para el lado sur de los Altos, que es Acatic, ahí normalmente nunca acudo, en una ocasión fui a un enfrentamiento, no tuve ningún contratiempo pero sí era una situación muy tensa”.
También resaltó que ha sido más constante la intimidación por parte de las autoridades que no quieren que la verdad salga a la luz. Incluso fue amenazado por un comisario municipal, el cual durante todo el tiempo que estuvo al mando de la policía, obstaculizó su trabajo informativo al impedirle estar presente en la escenas de crímenes o detenciones, bajo la amenaza de arrestarlo.
Pese a lo mencionado, aseguró que seguirá en pie de lucha, realizando la labor que le apasiona, pero siempre preservando la vida por encima de una cobertura.
Es de destacar que el 30 de abril, en plena transmisión en vivo, dos reporteros de Infolínea y La Mexicana 91.3, de Aguascalientes, fueron correteados y amenazados por integrantes de la delincuencia organizada en el municipio de Encarnación de Díaz, al acudir a realizar la cobertura informativa después de la balacera. Ellos tuvieron que ser extraídos y trasladados a su estado en el helicóptero de la Policía de Aguascalientes.
Son las zonas limítrofes con Zacatecas, Guanajuato, Aguascalientes y Michoacán, las que tienen mayor violencia por el conflicto por el control y venta de droga, así como por las actividades que son redituables para los grupos delictivos.
En Lagos de Moreno también las radiodifusoras han cedido, no transmiten temas de seguridad y optaron mejor por que les llegue desde la capital del Estado, sin crédito.
Sin embargo otros municipios de la región de la costa como Puerto Vallarta no están exentos de la violencia hacia periodistas.
Cabe recordar que la directora de Radio Universidad en Puerto Vallarta, Susana Carreño sufrió un atentado con un arma blanca, al salir de transmitir su programa de radio. El 18 de octubre reapareció en la conferencia de prensa Mañanera, en Palacio Nacional, en donde el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, confirmó que el ataque fue por su labor periodística.
Ella se recuperó, pero ha desplazado su domicilio y actualmente se encuentra bajo el mecanismo de protección.
Colima
Violencia por una ‘alta traición’
En dos años prácticamente ha cambiado la vida de los colimenses. De ser uno de los estados más tranquilos, un conflicto entre los Mezcales y el cártel Jalisco Nueva Generación, resultado de una supuesta alta traición, trajo como consecuencia que se alterara la situación en la entidad. No han dejado de escribir, pero los periodistas que tienen esta cobertura ya no acuden solos, van en grupo, y pocas veces aparece su crédito.
Las notas hechas “desde la Redacción” -así firmadas- abundan y es que “a más de un compañero le han sacado un susto”.
Y no es casualidad, en Colima van en aumento los homicidios y se están rompiendo todos los récords al respeto.
Según el vocero de la Mesa de Coordinación Estatal para la Construcción de la Paz y la Seguridad de Colima, Francisco Javier Almazán Torres, 2022 se ha convertido en el año que suma más homicidios dolosos desde que se guarda esta estadística.
Colima ya reporta 823 homicidios dolosos, por 817 ocurridos en 2017, y no paran. La violencia alcanza por igual a mujeres, entre las que hay 100 víctimas, 18 por feminicidio y 82 por homicidio doloso.
Pero se extiende a mujeres y niños (18 menores de edad han muerto) y los periodistas han cubierto casos nunca antes vistos, donde los restos son depositados (en 112 casos) dentro de maletas, bolsas y cobijas.
Han asesinado a 17 agentes policiacos y los periodistas de la región han cambiado su estrategia para enviar sus notas, los corresponsales de Tecomán y Manzanillo mandan sus notas sin crédito y los que cubren la zona metropolitana de Colima y Villa de Álvarez, han optado porque vaya firmado “desde la redacción”, antes que guardar total silencio a lo que ocurre en esa entidad.
Estado de México
Las letras vigiladas en el sur del Edomex
La nota siempre ha sido vigilada, pero cuando la punta de una pistola se convierte en el corrector, desertar del periodismo es la única opción para un reportero que busca realizar su labor en la zona sur del Estado de México, donde el miedo y la zozobra se convierten en un acompañante diario.
“Cuando me dijeron o te vas o aquí te quedas, no tuve otra opción y esa misma tarde conseguí una camioneta y decidí dejar Tejupilco junto con mi familia”, relató un reportero que vivió en carne propia el precio de desempeñar el trabajo de informar en la región sur.
Desde que llegas a laborar como reportero a esta zona, aseguró, las reglas son muy claras, no mencionar a ningún grupo delictivo en las notas periodísticas, sobre todo las relacionadas con el tema de seguridad y mucho menos dar a conocer los mensajes que cobijan a los cadáveres que comúnmente aparecen en la región.
“Necesariamente teníamos que cubrir la nota roja, pero la información se centraba en el hecho como tal, ni más ni menos. No podíamos manejar a ningún grupo delictivo ni mucho menos dar a conocer algún mensaje”, relató.
Por casi un año, la zozobra y el miedo de acudir a ciertas zonas se iba familiarizando con su actividad, indicó, sin embargo, llegó el momento en que ya no se pudo más y después de sortear amenazas telefónicas se hizo presente la confrontación directa y la obligación de abandonar la labor informativa.
“Recuerdo aquel día, iba por mis tortillas y en la calle un hombre me paró y me dijo textual: Le estas picando las costillas al diablo, no te metas con nosotros, somos muchos, así que o te vas o aquí te quedas”, narró el entrevistado.
Esta amenaza, mencionó, fue acompañada con santo y seña de los movimientos diarios no sólo de él sino de su familia, por lo que al regresar a su casa y platicar lo sucedido, se optó por conseguir una camioneta y esa misma tarde-noche emprender la huída.
Esto, platicó el entrevistado, fue desatado por la cobertura de un operativo implementado por las autoridades municipales en bares y centros de entretenimiento incluyendo billares. Y es que, agregó, en uno de tantos negocios, un hombre vinculado a un grupo delictivo, les sacó un arma y amenazó a todos.
Pese a que no publicó nada en el periódico regional donde laboraba, una columna que apareció en el diario desató las amenazas que al final terminaron por la renuncia a su labor informativa, estableció.
“Tejupilco es un pueblo chico y ellos ya saben quienes viven ahí y a qué se dedican. De hecho mi nombre y mi vehículo, ya eran parte de los mensajes vía radio que monitoreaban todos los movimientos de gente sospechosa de la región”, añadió el reportero.
Lo cierto, reconoció, es que vives en la zozobra y el miedo, pues constantemente tienes que moverte a varios puntos y en cualquier momento puedes ser interceptado por ellos.
“Nosotros ya sabíamos que si entrábamos a Amatepec teníamos que hacerlo con cuidado, porque además los levantones en aquel entonces estaban a la orden del día. En una ocasión el cristal de mi auto fue destruido por la noche y el robo fue descartado”, enfatizó el entrevistado.
— ¿Volverías a trabajar como reportero en el sur?
No, ya decidí no volver a eso. Es muy arriesgado y de héroes están llenos los panteones. Un reportero puede encontrarse muy rápido, pero mi familia no va a encontrar un padre de familia y eso lo valoro más, por eso mi respuesta es un no rotundo, finalizó el reportero que relató a este diario su experiencia.
Guerrero
Chilapa: una zona de silencio en la zona centro del estado
“El 16 de mayo del 2014 decidí salir de Chilapa y no he regresado, en ese momento todos los trabajadores de medios de comunicación habíamos sido amenazados, detenidos, encañonados y definitivamente no había condiciones para mantenerse en este lugar para hacer periodismo”, relató el reportero Yener de los Santos, quien tras desplazarse ha encontrado trabajo y refugio en Chilpancingo.
Actualmente en este municipio no hay un medio de comunicación como periódico Radio o incluso medio digital, los que existen sólo publican la información que general el ayuntamiento, relató el periodista Yener de los Santos, quien ha encontrado trabajo y refugio en Chilpancingo, asimismo se han dejado de llevar periódicos que se editan en el centro del estado o en la capital del país, “antes llegaba el Reforma, Universal, la Jornada y todos los de Chilpancingo, hoy es una zona de completo silencio”.
De acuerdo con el relato en Chilapa los problemas comenzaron aproximadamente en el año 2008 cuando en Chilapa se empezaron a correr muchos rumores sobre la presencia de grupos armados que por las noches cerraban calles, que organizaban fiestas, arrancones de carros o motos, peleas de gallos y que detenían a transeúntes, después esos rumores se fueron materializando y constantemente se registraban asesinatos, levantones, secuestros, y cada vez eran más visibles los grupos de camionetas con hombres armados.
Se empezaron a presentar casos en los que cualquier problema en Chilapa ya no se acudía a las autoridades se pedía el apoyo de “la gente” para auxiliarlos, con ello la violencia fue escalando intensidad, en ese momento había tres periódicos que se editaban en esta población de 123 mil habitantes, Visión Urbana, Jaguar de Guerrero y El Debate, este último dirigido por el entrevistado.
Entre 2011 y 2012 se registró un fenómeno en el que un grupo político abiertamente estuvo apoyada por un grupo delincuencial al que se le conocía como los Rojos y operó a favor del PRI para que Francisco Javier García González (El Tepache), cuando ganó en su primer entrevista le cuestionaron sobre la investigación que realizaría a irregularidades del gobierno anterior, que también era de su partido, ahí explotó y lanzó las primeras sutiles amenazas.
Días después un motociclista un reportero del periódico Visión Urbana, fue abordado por un sujeto que se transportaba en una moto, se le acercó y le dijo, “tú y tus amigos bájenle de huevos con el presidente, atentamente, El Jefe”, a partir de ese momento los reporteros de Chilapa decidieron hacer un especie de autocensura cubriendo a distancia los eventos de la presidencia y no volvieron a entrevistar al edil.
En el 2013 la violencia escaló demasiado se empezó a escuchar otro nombre el grupo de “Los Ardillos”, como Antagónico de “Los Rojos” que en ese momento eran los que de manera fáctica gobernaban, de los incidentes de violencia más agresivos que se tuvieron fue el registrado el 8 de julio del 2014, cuando entre 30 y 40 camionetas con hombres armados provenientes de las comunidades del sur de Chilapa se metieron por la noche y generaron enfrentamientos, quemas de vehículos casas y muerte de personas, después de eso empieza la pugna abierta entre estos dos grupos.
A partir de eso Chilapa vivió una especie de toque de queda autoimpuesto, pues los comercios cerraban temprano, no había vida social, fiestas o celebraciones, porque corrían riesgo de que llegara uno u otro grupo, los Organismos de derechos humanos dejaron de salir a las comunidades a documentar porque “los señalaban que eran orejas de uno u otro grupo”.
Entonces ocurrió la primer decisión que afectó a los medios de comunicación, los dueños del periódico Visión Urbana ante la situación de inseguridad dejaron de imprimirlo, el debate permaneció hasta mayo del 2015.
En noviembre del 2014 se registra una masacre en la que 11 cuerpos calcinados son dejados en el crucero de Ayahualulco, este se documenta en los medios locales, y después vienen muchas balaceras y asesinatos, el sábado 9 de mayo del 2015 se realizó la cabalgata popular del día de las madres y en este evento irrumpió un grupo de civiles armados gritando buscamos a Zenén, a Los Rojos y venimos por nuestros desaparecidos.
El convoy de armados acuarteló a los miembros de la Gendarmería en el interior de su hotel y a los policías municipales en sus propias instalaciones, luego se apodera de la seguridad y comienzan a hacer persecuciones, detienen a 60 personas, catear casas desaparecen a por lo menos 17 personas.
Un par de días después se formó un comité de familiares de desaparecidos al que se denominó “Siempre Vivos”, quienes salieron a manifestarse y mientras lo hacían fueron encarados por los civiles armados que mantenían el control de la seguridad, ahí los periodistas quedaron en medio y los cuestionaron que para que tomaban fotos, que si eran informantes de “El Chaparro”, en el temor uno de los periodistas trató de correr y ello ocasionó que todos fueran encañonados, golpeados, amenazados con desaparecerlos y despojados de sus equipos de trabajo, posteriormente se entrevistaron con los mandos visibles del grupo y lograron que les devolvieran sus cámaras, entonces les exigieron borrar todo, pero decidieron no hacerlo y las imágenes de ese hecho sí se publicaron.
El 15 de mayo el ejército entra a Chilapa y desarma al grupo que se había hecho llamar policía ciudadana pro la Paz y la Justicia, los periodistas van a entrevistarse con el capitán que encabezaba el grupo de militares y la respuesta que les dio no fue lo que esperaban, “retírense porque vamos a actuar y luego no queremos que al rato nos estén señalando que violamos derechos Humanos”.
“Al día siguiente nos reunimos todos los reporteros y ahí les dije, esto está muy difícil estos fulanos dejaron a los informantes, conocidos como Halcones, los dejaron en Chilapa y van a seguir en el conflicto con Los Rojos, yo me voy de Chilapa nos van a señalar los dos grupos y no la vamos a librar”.
Así el 16 de mayo del 2015 se dio por cancelado el proyecto del periódico El Debate de Chilapa y fue uno de los últimos esfuerzos periodísticos que se registró en este municipio.
El caso de los voceadores
Aproximadamente entre el 2010 y el 2012 hubo un incidente que dejó marcado el actuar de los medios de comunicación, en Chilapa, un par de voceadores de un periódico de circulación estatal, del que nos pidieron omitir nombre para no poner en riesgo a familiares que aún están en Chilapa, llegaron al rededor de las 7 de la mañana a este municipio para vender periódicos en el que se resaltaba una noticia del asesinato de una personas.
En ese momento esa era la forma de vender el periódico se colocaba un altavoz en el toldo de carro y se hacía una grabación con la nota destacada luego se recorrían las calles y las personas salían de sus casas a comprarlo, aún no había redes sociales, relató el que en su momento era coordinador del periódico.
Los voceadores fueron interceptados por un grupo criminal, presumiblemente de los rojos, los encajuelaron en su propio carro y llamaron a Chilpancingo para pedir rescate o los asesinarían, el director del periódico que se encontraba en Acapulco de forma tajante dijo que no, que no pagaría un rescate porque el hacerlo los obligaría a pagar más después.
El coordinador buscó forma de pedir favores entre los mismos miembros de la delincuencia y logró hacer un acuerdo y que los liberaran sin pagar un rescate, también se recuperó el automóvil, pero jamás este medio regresó a vocear, es más no volvió a mandar un ejemplar a este municipio.
Actualidad
Hoy en día en Chilapa sólo trabajan cuatro reporteros, y de estos ninguno cubre notas policiacas, notas que tengan que ver con los grupos delincuenciales, muchas veces ni siquiera notas de protestas sociales pues hacerlo se exponen a que los identifiquen y los levanten, relató uno de ellos.
Noticias políticas sólo las que se generan a favor del alcalde y publican en sus redes sociales, “notas fuertes las hacemos para venderlas a periódicos nacionales que se editan en la ciudad de México, son los que pagan, pero se publican sin crédito para protegernos.
“Actualmente no hay condiciones, las autoridades siguen coludidas, con los grupos delincuenciales, entonces hacemos periodismo pero muy relajado”, agregó que a él ya no le tocó la temporada más álgida de la delincuencia, pero con lo poco que ha vivido está seguro que no hay condiciones para que en Chilapa afloren noticias de corrupción, de violencia, “somos un municipio en silencio”.
San Luis Potosí
En búsqueda de la justicia y verdad
Hacer periodismo en México implica un riesgo permanente, así lo comentó la periodista documental Marcela del Muro, quien se dedica a realizar investigaciones y cobertura de temas de derechos humanos, migración, desaparición de personas, violencia de género y crisis ambiental en el estado de San Luis Potosí.
Actualmente Marcela del Muro trabaja como periodista freelance en los medios de “Pie de Página”, “Así Como Suena”, “Astrolabio Diario Digital” y es parte del proyecto nacional “A dónde van los desaparecidos”.
El contexto en el que trabaja esta periodista, por supuesto la posiciona en un grado de vulnerabilidad permanente ya que al documentar historias que relatan la violencia estructural que se vive en el país, la pone en la mirilla de quienes prefieren mantener silenciadas las historias que ella investiga y documenta.
La historia de Marcela del Muro comenzó hace ya algunos años, cuando decidió dedicarse al cine documental, pero ante la falta de oportunidades dignas, encontró en el periodismo una manera de preservar aquellas historias que merecían ser contadas desde el lado humano de la noticia.
“Yo quería dedicarme al cine documental, pero fue muy complicado conseguir oportunidades dignas. Me decidí por el periodismo, según yo, mientras conseguía una oportunidad haciendo cine, pero fue mi gran descubrimiento de vida. Ahora estoy convencida de lo que hago y soy fiel defensora del periodismo regional y, como alguna vez dijo Leila Guerrero, mi trabajo es hacer como un minidocumental escrito”, dijo.
Marcela de Muro entonces encontró en su camino dentro del periodismo una motivantes, que para muchos periodistas e incluso medios de comunicación, prefieren evitar para no verse expuestos ante la vorágine de violencia que se vive día a día en nuestro país.
“Cuando empecé en el periodismo tenía muy claro que quería hablar de violencia de género. Me costó mucho trabajo salir de una relación muy violenta que tuve en mi último año de universidad, tuve que poner tierra de por medio para realmente desvincularme y salir del peligro. Esa experiencia marcó un antes y un después en mi vida, y también marcó mi destino laboralmente, aunque lo descubriera años después.
Fue ahí, en ese preciso instante que Marcela del Muro tuvo contacto con Edith Pérez Rodríguez, víctima colateral de desaparición forzada y creadora de la Asociación Civil de familias buscadores en San Luis Potosí, Voz y Dignidad por los Nuestros.
Dónde se ha dedicado a documentar historia ay casos de desaparición forzada en la Zona Media, Huasteca y Centro del estado. Trabajo con el cual “Voz y Dignidad por los Nuestros” ha podido documentar los avances de las investigaciones de cada uno de los casos que han venido registrando desde hace ya 10 años.
“En cuanto comencé a escribir y a investigar qué pasaba en San Luis, me presentaron a Edith, de Voz y Dignidad. Ella me agarró de la mano, me presentó a las familias del colectivo y me enseñó la mayoría de las cosas que sé sobre búsqueda y desaparición. Desde esa primera entrevista en casa de Edith, me quedó muy claro que quería acompañarlas, escucharlas, entenderlas y escribir sobre ellas”.
A partir de ello Marcela ha relatado historias trágicas, de desaparición, abandono, violencia, revictimización y hasta corrupción de parte de las autoridades. Un camino que a pesar de los riesgos que implica, ella ha tomado como un motivante para realizar su trabajo siempre encaminado a la verdad y la justicia de las víctimas.
Sin embargo, ha tenido mucha suerte -hasta el momento- de no ser agredida de manera directa, pues ser periodista en México y bajo estos contextos, la libertad de expresión puede verse vulneradas impidiendo el ejercicio pleno del derecho de la ciudadanía a estar informada.
“Directamente no me ha tocado estar en esa posición. He acompañado a Voz y Dignidad a prospecciones y búsquedas en campo, en lugares que fueron utilizados como campos de exterminio, en cuanto pones un pie en esos lugares sientes el entorno pesado, como si todo el dolor se hubiera quedado ahí y consumiera toda tu energía, supongo que documentar desde esos lugares ha sido de las experiencias más fuertes, sobre todo mentalmente”.
Zacatecas
El silencio de la sierra en el sur de Zacatecas
Antes de subir por una ruta muy accidentada de la Sierra Madre Occidental para entrevistar al comandante F1, líder del brazo armado del Cártel del Golfo en Zacatecas, el periodista Alfredo Valadez recibió la instrucción de abandonar sus dos celulares y abordar una SUV blanca con dos desconocidos.
“Por su seguridad y por nuestra seguridad recline totalmente el respaldo y no se levante” fue otra instrucción que recibió abordo, con rumbo desconocido. Por breves tramos se vio obligado también a taparse la cara con una vieja sudadera verde. Más de una hora de camino sinuoso transcurrió antes de llegar a una peculiar meseta donde lo esperaban más hombres armados.
Hoy a ocho años, Alfredo califica aquel viaje como un “autosecuestro” cuyo objetivo era obtener un testimonio de primera mano sobre lo que ocurría en Florencia de Benito Juárez, municipio al extremo sur de Zacatecas, colindante con Jalisco, en una temporada en que los cárteles del Golfo y Los Zetas libraban una pugna que, a pesar de los estruendos de las AK-47, volvió silenciosa aquella zona de Zacatecas.
Este colaborador eventual de la agencia Cuartoscuro, de la revista Proceso y corresponsal de La Jornada, con una trayectoria en el periodismo de casi 30 años, comenta que las cosas no han cambiado para los pobladores del lugar, más allá de que dichas organizaciones fueron sustituidas por otras aún más poderosas: Cártel Jalisco Nueva Generación y Cartel de Sinaloa.
La guerra de Florencia
El interés por la entrevista con dicho líder criminal, también conocido con el alias de El Panchito, surgió cuando en mayo del 2011 se produjo el que se considera el más sangriento enfrentamiento armado entre cárteles en la historia del estado. Aquel hecho ocurrió en Florencia de Benito Juárez, municipio que hoy cuenta con sólo cuatro mil 492 pobladores (según el Inegi), apenas 24 personas más que hace 20 años.
La versión oficial de la entonces Procuraduría General de Justicia hablaba de 10 muertos, pero los corridos que años después se popularizaron en la radio local hablaban de 60 sicarios caído. Dos años después el secretario de Seguridad Pública, Jesús Pinto Ortiz, general retirado del ejército fue convocado a comparecer ante el congreso local para explicarle a los diputados por qué los límites con Jalisco estaban incendiados por la violencia. Había enfrentamientos continuos, había desaparecidos, había colgados en los puentes y a diario se encontraban vehículos abandonados. Al hablar del enfrentamiento, el funcionario confirmó la cifra rimada de los corridos.
Alfredo estuvo presente aquel día en al congreso. Recuerda que el general dijo que en 40 años de servicio en las fuerzas armadas nunca había sabido de un combate tan atroz, una guerra tan sangrienta como la de Florencia de Benito Juárez. Aquel chispazo de sinceridad y la disparidad de casi medio centenar de muertes respecto a la versión oficial, fue la punta de la hebra de lo que, pensó, sería un buen reportaje.
Al solicitar información todas las fuentes oficiales guardaron silencio con el argumento de que la investigación seguía abierta. Un funcionario federal con el que tenía una buena relación, al ver la insistencia de Alfredo le preguntó: “si realmente quieres saber qué pasó ¿porqué no entrevista a alguien que participó?”.
Luego le ofreció la posibilidad de contactar al líder regional del Cártel del Golfo que en ese entonces dominaba una de las zonas más inaccesibles de Zacatecas
La sierra inaccesible
“Lo que creí que sería una entrevista con un líder criminal en un restaurante de la capital o en una residencia de la cabecera municipal de Florencia, terminó siendo prácticamente un autosecuestro”, recuerda al darle un sorbo a su café. Con lujo de detalles, narró cómo siguiendo las instrucciones telefónicas hizo escala en el municipio del Teúl de González Ortega (entonces recién declarado Pueblo Mágico) para luego arribar a la cabecera de Florencia, donde tuvo qué apagar y abandonar sus dos celulares antes de emprender el último tramo de su viaje, el cual recorrió en gran parte, con una sudadera en el rostro para no reconocer el camino.
“Me encontré con un personaje que no parecía un delincuente, no parecía un jefe de un brazo armado, era muy joven y al principio creí que estaba platicando con el hijo del verdadero líder que tenía a toda una región peleando”, comentó Alfredo sobre la primera impresión que le dio El Panchito quien –dijo- le hizo revelaciones interesantes, empezando porque él tenía un saldo aún más dramático que el que entonaba los corridos: 77 muertos.
En una entrevista celebrada al interior de una cabaña en medio de la sierra, le reveló que el día de la guerra de Florencia, se enfrentaron 68 sicarios de su cártel (del Golfo) y más de 140 de los zetas que llegaron en 18 camionetas de doble cabina de la cuales 16 eran blindadas. El enfrentamiento se dio desde las 9:20 hasta las 13:30 horas. En cuatro horas no hizo acto de presencia ni un policía, ni un soldado. Fue que como si el
estruendo de los fusiles no pudiera oírse en el sur de Zacatecas. A pesar de la desventaja numérica, de acuerdo con la versión de El Panchito, sus hombres ganaron sólo gracias a que tenían mejor adiestramiento militar.
Las cosas no han cambiado
La pugna entre Los Zetas y el cártel del Golfo, hoy ha sido sustituida por el enfrentamiento del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel de Sinaloa que tienen al estado en una situación más convulsa que nunca, sin embargo, rara vez se ven noticias de ello provenientes del extremo sur de Zacatecas. La última vez que figuró “Florencia de Benito Juárez” en noticias nacionales, fue de forma indirecta, cuando se dio a conocer la captura en Tequila, Jalisco de El Mano Seca, jefe regional del CJNG cuyos hombres operan en cinco municipios: Téul de González Ortega, Tepetongo, Monte Escobedo, Fresnillo y Florencia.
Igual que El Mano Seca, también El Panchito está en un penal federal de alta seguridad.
Al ser publicada su investigación a finales del 2021, como un libro titulado “La guerra de Florencia”, habitantes de esa zona lo contactaron (maestros, médicos, personal de los ayuntamientos del sureste de Zacatecas y del norte de Jalisco): “Ellos me describen un escenario deprimente; algunos me ofrecen sus testimonios para escribir una segunda parte del reportaje”.
Actualmente dice no tener planes de regresar en persona a ese punto olvidado, que como tantos otros, guardan silencio.
“Zacatecas es un territorio ocupado por los grupos criminales gracias a sus sierras, a sus desiertos, a la falta de gobierno y a la existencia de más de 2 mil 500 comunidades rurales en las que se pueden esconder, además tenemos cinco mil kilómetros de caminos sinuosos imposibles de vigilar”, expuso.
Agregó que el poder político del centro del país, no está interesado en voltear a ver a esta parte del país que siguen siendo territorios silenciados no sólo por los criminales, sino por el propio gobierno federal que oculta información y que, cuando puede, suaviza la realidad como ocurrió con el número de muertos en la guerra de Florencia.
“Creo que son territorios que se dan por perdidos de parte del gobierno: son puros pueblos pequeñitos, habitan muy pocas personas, creo que la autoridad le está apostando a que solitos se vayan extinguiendo los conflictos (…) como en los últimos dos años ocurre en la sierra de Jerez”.
Expresó que Zacatecas tiene sus zonas silenciadas, al igual que en Durango, Michoacán, Tamaulipas, Coahuila, Sonora: “En todos estos estados hay regiones gigantescas de las que no sabemos nada, en ningún periódico se escribe una sola línea de estos lugares”.