El brote de contagios de Covid-19 en China, el colapso de sus servicios sanitarios y el aumento de la letalidad pusieron en alerta a las autoridades sanitarias internacionales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), pues las nuevas infecciones son causadas por una nueva versión del SARS-CoV2, la BF.7.
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Esta variante del Covid-19 se deriva de ómicron, es decir, es uno de los sublinajes más recientes, el cual se ha caracterizado por poseer una alta capacidad de escape a la inmunidad inducida por las vacunas contra el coronavirus.
Pese a que su aparición se dio en el mes de septiembre, cuando la pandemia se mantenía en un nivel estable en gran parte del mundo, hasta ahora comenzó a preocupar la virulencia de la variante BF.7, debido a que triplica en cuanto a propagación a ómicron.
Sin embargo, actualmente no se ha probado que esta secuencia genética del SARS-CoV2 sea culpable del aumento de muertes en China y algunos países asiáticos. El incremento de fallecidos se trataría del bajo porcentaje de vacunación en la población adulta y el fin de su política “cero Covid”.
La mayoría de los habitantes del país carecen de inmunidad frente al virus porque la estrategia del gobierno estuvo centrada en la prevención, vigilancia de casos y estrictas cuarentenas, es decir, los contagios masivos, por primera vez, han causado dicha situación crítica en materia de salud.
De acuerdo con especialistas, una persona infectada puede tardar hasta tres días en presentar los primeros síntomas de la enfermedad y hasta siete días en dar negativo al coronavirus, posterior al contagio con la BF.7.
Al respecto, los síntomas no tienen grandes diferencias con aquellos presentados mediante la infección con otras variantes de Covid-19 y los principales son: dolor muscular, cansancio, dolor de cabeza, fiebre, congestión y escurrimiento nasal, cuerpo cortado.
En cuanto a los países con presencia de la BF.7, se encuentra China, India, Alemania, Bélgica, Francia y Dinamarca.
