La vicesecretaria general de Naciones Unidas, Amina Mohammed, mencionó en una reunión en Kabul que pasará mucho tiempo hasta que se valore cualquier tipo de reconocimiento a su gobierno. La situación en Afganistán atañe principalmente a las mujeres pero tristemente todo sigue igual.
No obstante, aprovechó para criticar a la comunidad internacional, incluidos otros Estados islámicos, por no estar haciendo lo suficiente para abordar este problema.
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“Hay muchas voces que hemos escuchado que progresan en la forma en la que nos gusta, pero hay otros que no. Creo que la presión que ponemos en apoyar a quienes están pensando en ese sentido es buena. Esta visita da más voz y presión para ayudar internamente a estos argumentos”, mencionó Mohammed a la cadena BBC.
Amina lidera una delegación de Naciones Unidas que viajó a la capital afgana para reunirse con los talibanes, en un intento por revertir las políticas discriminatorias que los fundamentalistas han impuesto contra las mujeres desde que asumieron el control del país en agosto de 2021.
En ese sentido, Mohammed admitió que antes de esperar obtener el reconocimiento internacional o recuperar la ayuda humanitaria, deben demostrar su compromiso con las normas reconocidas en todo el mundo.
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Por su parte, los talibanes, de acuerdo a lo que mencionó la vicesecretaria general de Naciones Unidas, acusan a la comunidad internacional de “politizar” la ayuda humanitaria y les recriminó que las sanciones y la negativa a su reconocimiento están profundizando en la crisis que sufre el país.
Una vez que recuperaron el poder de Afganistán con la toma relámpago de Kabul, en agosto de 2021, los escasos avances y derechos que las mujeres afganas habían logrado les fueron arrebatados, a pesar de las promesas que hicieron de no volver al tipo de políticas que aplicaron en los 90.
Desde entonces se decretaron nuevas leyes para impedir el acceso a la educación de niñas y mujeres, así como otras medidas que las impiden tener libertad de movimientos e incluso, trabajar en agencias humanitarias, de las que dependen la práctica totalidad de la población afgana.