Los conservacionistas que vigilan las especies migratorias, como la kohala (ballena jorobada) y la kolea (chorlito dorado del Pacífico), deben confiar en una red mundial de científicos, gobiernos y organizaciones afines para recopilar datos sobre la vida silvestre; sin embargo, el conflicto entre Ucrania y Rusia dificulta la investigación.
“El intercambio de conocimientos se ve afectado porque las asociaciones científicas internacionales ya no cuentan con la financiación o los conocimientos rusos, y viceversa”, explica en un comunicado Melissa Price, del Departamento de Recursos Naturales y Gestión Medioambiental de la Facultad de Agricultura Tropical y Recursos Humanos de la Universidad de Hawai en Manoa, que participó en el estudio.
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“Hay proyectos de colaboración en suspenso, como en el Ártico, así como una serie de estudios sobre aves migratorias, ballenas y otras especies que pasan parte de su tiempo en aguas de la costa de Siberia, y otras veces se desplazan por el océano Pacífico hacia los trópicos o el continente norteamericano. También afecta a las vidas de estudiantes de intercambio, becarios posdoctorales e investigadores visitantes”.
Price participó en el estudio como Presidenta del Comité de Política Global de la Sociedad de Biología de la Conservación, organización internacional dedicada a hacer avanzar la ciencia y la práctica de la conservación de la diversidad biológica de la Tierra. Le preocupan especialmente las consecuencias de largo alcance para la conservación de la naturaleza, como la pérdida de hábitats y la extinción de especies.
Como consecuencia de la invasión rusa a Ucrania, se interrumpió el seguimiento por satélite de animales a través de la Cooperación Internacional para la Investigación Animal mediante el Espacio (ICARUS), un sistema mundial de seguimiento de animales. ICARUS dependía de la agencia espacial rusa, que puso fin al intercambio de datos el 3 de marzo de 2022.
“Pensamos en la guerra como una acción política, pero tiene enormes implicaciones para la biodiversidad”, dijo Price. “Cuando las especies se desplazan entre aguas árticas y tropicales, necesitamos grandes alianzas internacionales para seguirlas, estudiarlas y conservarlas”.
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Según el estudio, el aislamiento de Rusia perturbó las negociaciones ambientales en curso, retrasando la cooperación internacional en asuntos medioambientales, cambiando bruscamente las prioridades políticas internacionales y nacionales.
La suspensión de Rusia del sistema de la Sociedad de Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales ha limitado la ayuda internacional para proyectos de conservación de especies migratorias en Rusia, paralizando esfuerzos sobre el terreno en curso para muchas especies amenazadas que se reproducen en el Lejano Oriente ruso y migran al sudeste y sur de Asia.
Además, ha primado la seguridad alimentaria para los seres humanos, lo que obligó a la Unión Europea a relajar las políticas de conservación a la biodiversidad para intensificar los esfuerzos agrícolas y hacer frente a la escasez de alimentos.
“En última instancia, la forma en que la guerra puede afectar a otros acuerdos institucionales además de los que hemos expuesto aquí, la forma en que la cooperación internacional puede continuar en medio de la guerra y qué repercusiones mensurables sobre el terreno puede tener la guerra más allá de Ucrania debido a las perturbaciones en la gobernanza, siguen siendo cuestiones que merecen la atención de los estudiosos”, escribió el equipo internacional de autores del artículo.