MADRID, 22 (EUROPA PRESS)
Los arqueólogos saben que la gente ha practicado la trepanación craneal, un procedimiento médico que consiste en cortar un agujero en el cráneo, durante miles de años y se han encontrado pruebas de que civilizaciones antiguas de todo el mundo, desde Sudamérica hasta África y más allá, practicaban esta cirugía.
Ahora, gracias a la reciente excavación en la antigua ciudad de Megiddo hay nuevas pruebas de que un tipo concreto de trepanación se remonta al menos a finales de la Edad de Bronce.
Rachel Kalisher, doctoranda del Instituto Joukowsky de Arqueología y Mundo Antiguo de la Universidad Brown, en Estados Unidos, dirigió un análisis de los restos excavados de dos hermanos de clase alta que vivieron en Megido en torno al siglo XV a.C.
Descubrió que, poco antes de morir, uno de los hermanos se había sometido a un tipo específico de cirugía craneal denominada trepanación angular con muescas. El procedimiento consiste en cortar el cuero cabelludo, utilizar un instrumento con un borde biselado afilado para tallar cuatro líneas que se cruzan en el cráneo y hacer palanca para hacer un agujero de forma cuadrada.
Según Kalisher, la trepanación es el primer ejemplo de este tipo hallado en el Próximo Oriente. "Tenemos pruebas de que la trepanación ha sido un tipo de cirugía universal y generalizada durante miles de años --explica Kalisher--. Pero en Oriente Próximo no se ve con tanta frecuencia: sólo hay una docena de ejemplos de trepanación en toda la región. Mi esperanza es que la adición de más ejemplos al registro académico profundizará la comprensión de nuestro campo de la atención médica y la dinámica cultural en las antiguas ciudades de esta zona", comenta.
Israel Finkelstein, coautor del estudio y director de la Escuela de Arqueología y Culturas Marítimas de la Universidad de Haifa (Israel), explica que, hace 4.000 años, Megido ocupaba y controlaba parte de la Via Maris, una importante ruta terrestre que conectaba Egipto, Siria, Mesopotamia y Anatolia. Por ello, hacia el siglo XIX a.C., la ciudad se había convertido en una de las más ricas y cosmopolitas de la región, con un impresionante horizonte de palacios, templos, fortificaciones y puertas.
"Es difícil exagerar la importancia cultural y económica de Megido a finales de la Edad de Bronce", afirma Finkelstein.
Según Kalisher, los dos hermanos cuyos huesos analizó procedían de una zona doméstica directamente adyacente al palacio de Megido de finales de la Edad del Bronce, lo que sugiere que se trataba de miembros de la élite social y posiblemente incluso de la realeza.
Muchos otros datos lo confirman: Los hermanos fueron enterrados con cerámica chipriota y otras posesiones valiosas y, como demuestra la trepanación, recibieron un tratamiento que probablemente no habría estado al alcance de la mayoría de los ciudadanos de Megido.
"Evidentemente, estos hermanos vivían en unas circunstancias patológicas bastante intensas que, en esta época, habrían sido difíciles de soportar sin riqueza y estatus --afirma Kalisher--. Si eres de la élite, quizá no tengas que trabajar tanto. Si eres de élite, quizá puedas seguir una dieta especial. Si eres de la élite, quizá puedas sobrevivir más tiempo a una enfermedad grave porque tienes acceso a los cuidados".
En su análisis, Kalisher detectó varias anomalías esqueléticas en ambos hermanos. El hermano mayor tenía una sutura craneal adicional y un molar de más en una comisura de la boca, lo que sugiere que podría haber tenido un síndrome congénito como la displasia cleidocraneal. Los huesos de ambos hermanos muestran indicios menores de anemia ferropénica sostenida en la infancia, que podría haber afectado a su desarrollo.
Estas irregularidades en el desarrollo podrían explicar por qué los hermanos murieron jóvenes, uno en la adolescencia o a principios de los 20 y el otro entre los 20 y los 40 años. Sin embargo, según Kalisher, es más probable que ambos sucumbieran a una enfermedad infecciosa.
Un tercio del esqueleto de uno de los hermanos y la mitad del del otro presentan porosidad, legiones y signos de inflamación previa en la membrana que recubre los huesos, lo que en conjunto sugiere que sufrieron casos sistémicos y sostenidos de una enfermedad infecciosa como la tuberculosis o la lepra.
Kalisher señala que, aunque algunas pruebas óseas apuntan a la lepra, es difícil deducir casos de lepra utilizando sólo los huesos. Actualmente trabaja con investigadores del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Alemania para realizar análisis de ADN de lesiones específicas en los huesos. Si encuentran ADN bacteriano compatible con la lepra, estos hermanos estarán entre los primeros ejemplos documentados de lepra en el mundo.
"La lepra puede propagarse dentro de las unidades familiares, no sólo por la proximidad, sino también porque la susceptibilidad a la enfermedad está influida por el entorno genético --explica Kalisher--. Al mismo tiempo, la lepra es difícil de identificar porque afecta a los huesos por etapas, lo que puede no ocurrir en el mismo orden o con la misma gravedad para todo el mundo. Nos resulta difícil decir con seguridad si estos hermanos tenían lepra o alguna otra enfermedad infecciosa".
También es difícil saber, según Kalisher, si fue la enfermedad, las afecciones congénitas u otra cosa lo que llevó a uno de los hermanos a someterse a cirugía craneal. Pero hay algo que sí sabe: Si el objetivo de la trepanación angular era mantenerle con vida, no lo consiguió ya que murió poco después de la operación, en cuestión de días, horas o incluso minutos.
A pesar de todas las pruebas de trepanación descubiertas en los últimos 200 años, según Kalisher, los arqueólogos aún desconocen muchas cosas. No está claro, por ejemplo, por qué algunas trepanaciones son redondas -lo que sugiere el uso de algún tipo de taladro analógico- y otras son cuadradas o triangulares.
Tampoco está claro lo común que era el procedimiento en cada región, ni qué intentaban tratar los pueblos antiguos. Hoy en día, los médicos realizan un procedimiento similar, llamado craneotomía, para aliviar la presión en el cerebro. Kalisher está llevando a cabo un proyecto de investigación de seguimiento que investigará la trepanación en múltiples regiones y periodos de tiempo, lo que espera que arroje más luz sobre las antiguas prácticas médicas.
"Hay que estar en una situación muy grave para que te hagan un agujero en la cabeza --reconoce Kalisher--. Me interesa saber qué podemos aprender si analizamos en la literatura científica todos los ejemplos de trepanación de la Antigüedad, comparando y contrastando las circunstancias de cada persona que se sometió a la operación".
Además de enriquecer los conocimientos de sus colegas sobre las primeras trepanaciones, Kalisher espera que su análisis muestre también al público en general que las sociedades antiguas no vivían necesariamente según los principios de "supervivencia del más fuerte", como muchos podrían imaginar.
"En la antigüedad, había mucha más tolerancia y mucho más cuidado de lo que la gente podría pensar --asegura Kalisher--. Tenemos pruebas, literalmente desde la época de los neandertales, de que las personas se cuidaban unas a otras, incluso en circunstancias difíciles. No quiero decir que todo fuera kumbaya: había divisiones por sexo y clase. Pero en el pasado, la gente seguía siendo gente".