Parece que la vida inteligente está fuera de este sistema solar porque las constantes señales que los humanos mandamos al exterior cada vez son más complejas. Tristemente no hemos recibido (hasta donde se tiene conocimiento) una respuesta y ésta puede ser la razón.
El intento más recordado fue una señal que se envió en 1974, la cual “contenía datos sobre la humanidad, el planeta y el Sistema Solar”, relata un medio mexicano. El mensaje tenía una longitud de 1679 bits y fue enviado a un conjunto de estrellas localizadas en la constelación de Hércules, a una distancia de 25 mil años luz.
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Este mensaje está a nada de cumplir medio siglo de ser enviado y aun existe la duda de saber si fue captado, descifrado o interpretado por otro tipo de vida.
El astrofísico Amri Wandel del Instituto de Física de la Universidad Hebrea de Jerusalén, realizó un análisis sobre la posibilidad de que la humanidad establezca contacto con seres de otro planeta en su estudio titulado “La paradoja de Fermi: Tecnofirmas y la Era del Contacto”.
Parte de lo que el documento señala es que “si los planetas bióticos (con vida) son comunes y tienen presuntas civilizaciones avanzadas, entonces pueden enviar sondas a planetas con tecnofirmas, como transmisiones de radio”, igual a lo que hacen los científicos.
¿Qué es la paradoja de Fermi?
Fue formulada en 1950 por el físico italiano Enrico Fermi, la cual establece que “en nuestra galaxia existen tantas estrellas que teniendo en cuenta la edad del Universo, cualquier zona de la Vía Láctea debería tener alguna de esas civilizaciones inteligentes y alguna de ellas ya deberían poder ser detectada, aunque esto no ha sucedido”.
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Tomando en cuenta esto, Wandel hizo un análisis para comprobar lo postulado por el físico italiano, pero, para los seguidores de la vida en otros planetas, no hay esperanza de recibir una respuesta.
Físicamente hablando, las señales (ondas) de radio viajan a una velocidad mucho menor que las de luz. Parte de esto es por el ambiente atmosférico en el que vivimos, el aire y las distintas estructuras entre las que vivimos “relentizan” su prograpagación que, en el vacío, es igual a la velocidad de la luz (300 mil km/hr).