La Ciudad de México registra una jornada de mucho calor en esta primavera, que a diario mantiene en alerta a los capitalinos con los reportes por la temperatura actual, y las recomendaciones para evitar golpes de calor o incluso enfermedades gastroinstestinales.
Si bien, el calentamiento global está detrás de que el termómetro se acerque a los 30 grados centígrados, el simple crecimiento de las ciudades es un factor que eleva la temperatura.
Es que, con el cambio climático, la temperatura de la CDMX se incrementó 4 grados por fenómenos como la ‘isla de calor’, que se presenta en las zonas urbanas por el simple hecho de que los humanos habiten una ciudad y la llenan de construcciones como edificios, pavimento y puentes con materiales que, por sí solos, conservan el calor y retrasan que se vaya liberando.
Estudios del Centro de Investigaciones Geográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) además refieren que, por su parte, las ‘olas de calor’ tampoco ayudan a que el clima templado regrese y predomine, como antes, en las calles de la ciudad.
Los resultados muestran que durante la segunda mitad del siglo XX, la frecuencia de los eventos de ondas de calor pasaron de 6 a 16 en los años 90, con un marcado crecimiento de la población de la capital al duplicarse de 8.5 a 16.5 millones de habitantes.
Las temidas olas de calor
Una ola de calor es un fenómeno climático extremo, donde las temperaturas anormalmente altas que se mantienen durante varios días o incluso semanas, acaban por afectar a una parte importante de una región o un país.
Para que una ola de calor ocurra, explica la UNAM, la tropósfera (capa de la atmósfera terrestre que está en contacto con la superficie de la Tierra), debe registrar una alta presión.
Por ello, no sólo en la CDMX sino en todo México, las olas de calor se volvieron frecuentes.
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Es más, las ondas de calor tienden a aumentar el riesgo de una mayor mortalidad entre la población, como alertó por su parte la Organización Panamericana de la Salud (OPS) cuando se experimentan sensaciones físicas desagradables como mal humor, sudoración, deshidratación, cansancio, o dolor de cabeza.
A su vez, las enfermedades gastrointestinales juegan un papel importante. Tan solo en el periodo que va de marzo hasta terminar septiembre, las infecciones estomacales suben un 30 por ciento.
“Por ello, hay que ser conscientes sobre el correcto manejo de los alimentos, debido a que comúnmente durante este periodo no se conservan a una temperatura adecuada ni se mantiene la limpieza adecuada antes de su consumo, ocasionando una rápida descomposición, y liberación de toxinas que enferman a quienes los consumen”, advirtió la Facultad de Medicina de la UNAM en su publicación +Salud.
Es importante que te protejas de las altas temperaturas y evites deshidratarte, cuides a niños y adultos mayores, así como que protejas tu piel del sol con bloqueador, sombrero y manteniéndote en lugares a la sombra.