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Colillas de cigarro representan 300 mil toneladas de microplásticos al año

El filtro del cigarrillo contiene 15,000 fibras microplásticas, las cuales están presentes en el medio ambiente presentando riesgos para la salud humana

Cada año, alrededor de 300 mil toneladas de fibras microplásticas provenientes exclusivamente de colillas de cigarrillos son desechadas indebidamente en el medio ambiente, según publicó este mes la Universidad de Gotemburgo, Suecia. Ese volumen es equivalente a toda la recolección de residuos domiciliarios en el período de un mes por parte de la ciudad de São Paulo, una de las 5 ciudades más grandes del mundo.

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Para conmemorar el Día Mundial Sin Tabaco, se determiní que ‘colilla de cigarro’ es uno de los nombres más populares que se le dan al filtro del cigarrillo en México, y cada uno contiene 15,000 fibras microplásticas, que incluso pueden desprenderse y viajar a los pulmones de los fumadores. Forman parte de un combo de 4,000 sustancias presentes exclusivamente en el filtro.

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A pesar de la creciente atención al tema, la correlación con el tabaquismo aún no se conoce ampliamente. Estudios en los Estados Unidos y Alemania mostraron que del 57% al 71% de los fumadores no saben que los filtros de cigarrillos contienen material plástico. “Fumar se asocia de manera recurrente con la dependencia a la nicotina y con enfermedades crónicas y graves, como el cáncer. También es importante concienciar a las personas que, al fumar, pueden ingerir estas partículas tóxicas para los humanos y para la naturaleza”, explica Dionisio Ottoboni, Gerente de Instrumentos Analíticos de Thermo Fisher Brasil.

En la Unión Europea, las colillas están clasificadas como residuos peligrosos a largo plazo, tanto por las sustancias que la componen, como la nicotina, como por el potencial ecotóxico -especialmente por el impacto en las especies acuáticas, siendo la principal basura que se encuentra en las playas según la organización estadounidense Ocean Conservation.

Todos los materiales orgánicos o inorgánicos sufren procesos de degradación. En el caso del filtro, el componente principal es el acetato de celulosa, que tiene una tasa de supervivencia importante al ser un polímero de celulosa.

Los microplásticos no dejan de existir


Es muy frágil y sus hilos se rompen con facilidad. Esto quiere decir que no deja de existir, solo se fragmenta y permanece presente en el ambiente durante años. Por ello, solemos recoger muestras de agua o suelo, a las que se les realiza una separación química capaz de identificar lo que es orgánico, detrito, sedimento y plástico, además de rastrear las características morfológicas y el origen de estas sustancias, entendiendo su tamaño y distribución”, explica el químico y científico de aplicaciones de campo de la empresa, Bruno Zornio.

Los microplásticos son polímeros sintéticos mayores o equivalentes a 5 milímetros y se degradan lentamente. Estos fragmentos provienen de plásticos más grandes, ropa de tela, microesferas de productos de higiene como jabones y exfoliantes, neumáticos, impresoras y otros artículos cotidianos, incluso en el sector de alimentos y bebidas. Precisamente por eso, están presentes en el medio ambiente y en la cadena alimentaria, presentando riesgos para la salud humana, animal y de los ecosistemas.

¿Cómo se detectan los microplásticos?

Las soluciones de espectroscopía Raman y FTIR contribuyen a caracterizar y cuantificar la sustancia en varios tipos de muestras, como agua embotellada, agua marina, arena, lodo, bebidas y desechos industriales, los cuales se pueden identificar con empresas como Thermo Fisher.

Las muestras pasan por preparación, filtración, medición y análisis. La espectroscopía Raman permite identificar la estructura química del material a partir de un láser de radiación electromagnética.

El método FTIR, “infrarrojo por transformada de Fourier”, es el más utilizado y el detector señala un espectro que representa el perfil molecular del producto analizado, diferenciando sus estructuras químicas.


Las estimaciones globales indican que solo el 9% de los plásticos se reciclan con éxito, e incluso el reciclaje químico o la incineración no representan una solución permanente para combatir este tipo de contaminación, siendo la reducción del uso innecesario la forma más efectiva de evitarlo.

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