Para los habitantes de las ciudades en México las altas temperaturas registradas en días recientes no han pasado desapercibidas, ya que incluso por las noches no hay un cambio significativo en la sensación térmica, esto se debe a diversos factores, como cantidad de áreas verdes y azules, así como a los materiales que predominan en los inmuebles y vialidades.
Juan Manuel Núñez, académico del Centro Transdisciplinar para la Sustentabilidad (Centrus) de la Universidad Iberoamericana, explicó que aunque las ondas de calor no son un fenómeno nuevo, el cambio climático las hace más intensas y frecuentes.
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“Muchos se preguntan ¿qué onda con el calor en las ciudades? ¿Por qué sentimos más calor durante las noches? La respuesta es el efecto conocido como isla de calor urbana. Esto sucede porque los materiales de construcción de los edificios, pavimentos de las vialidades y otras estructuras de las ciudades absorben y atrapan más calor del sol que las áreas verdes o azules, como bosques y cuerpos de agua”.
Los materiales de construcción comienzan a liberar el calor que atraparon durante el día lentamente por la noche, es por eso que aún cuando el Sol ya se ocultó, aún hace calor; pero si en las ciudades se tuvieran más áreas verdes y cuerpos de agua, se viviría otra situación.
La diferencia entre el exceso de materiales de construcción que absorben calor y una menor cantidad de áreas verdes y azules que lo disipan, definen la intensidad de la isla de calor urbana.
“Las áreas urbanas con edificios altos y diseños compactos pueden impedir el flujo de aire, lo que limita la ventilación natural. Todo este calor adicional puede hacer que sea incómodo para las personas y también puede afectar el uso de energía, la calidad del aire e incluso la salud de las mascotas”.
Para revertir esta situación, la ciencia y el urbanismo se han enfocado a la creación de más áreas verdes y el uso de materiales innovadores que no absorban tanto calor, pero aún se puede hacer más, ya que los incrementos de temperatura más altas se presenta en ciudades con alta carga industrial, como El Bajío, así como en zonas cercas a tierras de cultivo donde se usa el barbecho, es decir, no sembrar durante varios periodos vegetativos, lo que impide la existencia de áreas verdes permanentes.
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“Las temperaturas promedio para áreas boscosas y con cuerpos de agua muestran valores de entre 7 y 9 grados centígrados respectivamente por debajo de la temperatura promedio de áreas construidas. Un valor significativamente menor al de las áreas verdes urbanas que apenas disminuyen en 4 grados centígrados la temperatura promedio de los materiales urbanos”.
Núñez destacó que aunque se pueden tomar medidas para el corto plazo, es fundamental establecer a mediano y largo plazo una visión de paisaje que incorpore áreas verdes y azules a la planeación urbana como mecanismos de enfriamiento para las ciudades.