La desaparición del submarino Titán, el cual se dirigía desde este domingo a los restos del Titanic en el Océano Atlántico, se ha convertido en uno de los hechos de mayor impacto a nivel internacional a lo largo de la última semana, pues después de perder comunicación con el sumergible se inició una carrera a contrarreloj para hallar a los cinco pasajeros que iban en su interior.
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Pese a la composición de fibra de carbono y titanio, su tecnología para soportar la presión en las profundidades del mar, sus cámaras y luces que captaban las imágenes del Titanic, su monitoreo falló y colocó en una situación crítica a quienes se transportaban, pues tenían una ración de oxígeno que, de acuerdo con los cálculos, se agotó la madrugada de este jueves ( tiempo del centro de México).
La estrechez del vehículo, con dificultades para la movilidad, la alimentación e incluso ir al baño se complicó con una dotación de oxígeno de solo 96 horas, que comenzó a ser utilizado desde las 6:00 horas del domingo, hora de Canadá, y llegó a su fin las primeras horas de este jueves.
Aunque no se conoce la ubicación, si el submarino llegó hasta una profundidad mayor a lo tres mil 500 metros, sin el oxígeno suficiente, las personas estarían en una situación crítica de salud. Sin embargo, si Titán se encuentra en aguas intermedias, es decir, flotando sobre la superficie, no importaría esta carencia de oxígeno.
Las acciones de rescate del sumergible se han acelerado, con la cooperación de diferentes países para concretar el rescate, desde el gobierno de Francia, Estados Unidos y Canadá, con la participación de al menos cinco barcos, a los que se sumarán otros cinco, además del sobrevuelo de aviones por si se halla flotando, en un radio de 20 mil kilómetros.
Si bien este miércoles se detectaron algunos ruidos, la muestra no es concluyente para saber su paradero o si las personas se encuentran con vida, pero fue una muestra de esperanza en medio de una búsqueda exhaustiva.
El costo de cada traslado oscila entre los 250 mil dólares, con el objetivo de viajar a las ruinas del Titanic y el cupo del vehículo estaba limitado a solo cinco personas, que podían ver por turnos los restos de la embarcación.
