La tercera ola de calor, que provocó temperaturas récord en varios estados de México, por fin quedó atrás y, literalmente, da un respiro a la población, sobre todo en el centro del país; sin embargo, aún falta la cuarta ola de calor que afectará al territorio nacional y está por ocurrir.
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De acuerdo información de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), en estados como Coahuila, Nuevo León, Sinaloa y Tamaulipas, el termómetro alcanzará 45°C.
Para la Ciudad de México (CDMX) se espera una temperatura máxima de entre 32 y 34°C, debido a una circulación anticiclónica presente en niveles medios de la atmósfera, precisó el Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
Según los pronósticos del meteorólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Víctor Manuel Torre Puente, la cuarta ola de calor empezará el sábado 1 julio, dos semanas después del solsticio de verano.
Esto implica que de nuevo se registrarán altas temperaturas con picos que podrían superar los 40°C en 24 entidades del país, es por eso, que recomiendan evitar exponerse a los rayos de sol por mucho tiempo.
Sobre el tema, el doctor Luis A. Romero-Cano, académico de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), recuerda que las olas de calor suelen estar acompañadas de condiciones atmosféricas estables, alta presión y poca o ninguna precipitación, lo cual puede afectar las reservas de agua.
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Esto ocurre de diversas maneras, detalla Romero. A nivel local, con temperaturas más altas, la tasa de evaporación del agua en lagos, ríos y embalses tiende a aumentar, esto significa que el agua se evapora más rápido de lo habitual, lo que reduce las reservas de agua disponibles. Es por esto que estamos esperando lluvias fuertes por consecuencia de la evaporación de los últimos días.
El problema mayor surge en las olas de calor prolongadas, ya que la falta de precipitación puede contribuir a la sequía, pues cuando hay una escasez de lluvia, los cuerpos de agua se reducen y pueden agotarse rápidamente.
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Y a nivel internacional, en regiones donde hay glaciares, las altas temperaturas pueden acelerar el derretimiento de hielo y nieve, destaca el especialista de la UAG.
Esto puede aumentar temporalmente el flujo de agua en ríos y arroyos, pero a largo plazo puede agotar las reservas de agua a medida que los glaciares se reducen. Así también el aumento de las temperaturas del agua debido a las olas de calor puede afectar negativamente a los ecosistemas acuáticos.
Muchas especies acuáticas dependen de temperaturas específicas para su supervivencia y reproducción. Si las temperaturas del agua superan su rango óptimo, pueden producirse daños en los ecosistemas acuáticos, lo que a su vez puede afectar la disponibilidad de agua.
La consecuencia de esta situación pueden ser impactos negativos en la salud humana, especialmente en grupos vulnerables como los ancianos, los niños, las personas con enfermedades crónicas y aquellos que trabajan al aire libre.
También pueden afectar la agricultura y la ganadería, causando estrés térmico en los cultivos y el ganado, así como aumentar la demanda de agua y energía para el enfriamiento.