Alejandro Valenzuela, CEO del Grupo Banco Azteca, es contundente: “Hemos bancarizado a más de 30 millones de personas en México”. Esta es una de las afirmaciones con mayor vigor en su plática con Octavio Rivas, CEO de Publimetro, que se centró en la banca en México, las remesas, el futuro del sector y otros temas de interés para quienes confían su dinero en ellos.
Antes de empezar, me gustaría que nos dieras un recorrido por tu trayectoria...
— Estudié en la Universidad de California, en Los Ángeles. Después, como mis padres habían vivido en Francia, regresé a Europa a estudiar el doctorado en Elaboración de proyectos y administración.
Posteriormente, volví a México y me incorporé al Banco de México a trabajar con Francisco Gil Díaz, cuando él era el Director General de Investigación Económica. Nuevamente me entró la inquietud de volver a estudiar Administración Pública y regresé a Francia, a la Escuela Nacional de Administración y, terminando mis estudios, me incorporé a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
La entrevista completa se puede ver aquí:
Con José Ángel Gurría tuve el privilegio de trabajar por unos años. Posteriormente, acompañé a Guillermo Ortiz Martínez en la Secretaría de Hacienda y como gobernador del Banco de México.
En la campaña de 2000 me invitó Francisco Labastida y me tuve que reinventar.
Busco oportunidades en el sector privado y me acoge un grupo de colegas de la Escuela Nacional de Administración y me dan una oportunidad para trabajar en la compañía Airbus.
De repente, recibo una llamada de Roberto González Barrera que me invitaba a trabajar en Banorte y empecé en 2003. Ahí tuve la oportunidad de crecer hasta llegar a la Dirección General del banco en el cual estuve hasta 2014.
A finales de ese año, entré a trabajar con Ricardo Salinas y desde 2015 he tenido el privilegio de estar en Banco Azteca donde me ha tocado ver lo que es la banca social.
¿Cuáles podrían ser las similitudes más importantes y diferencias en el sector público y privado?
— Entender a México desde la administración pública y luego desde lo que es la banca comercial. Tanto Banorte como Banco Azteca son bancos donde el manejo y gestión está hecho por mexicanos. El sector financiero, al final de cuentas, es la crudeza de los números. En el sector público aprendí mucho sobre los excesos que tuvo México de sobreendeudarse, de temas brutales a partir del 82, 88 y 94, fueron crisis que alteraron el curso de nuestro país.
Luego, ver que los mensajes nos llevaron al otro lado de la crisis del 2008. México salió muy bien librado cuando los países industrializados tuvieron un enorme problema con su propia banca. De los aprendizajes del 94 salimos fortalecidos con una participación de banca que permitió a México salir razonablemente bien librado de la crisis ante el mundo.
Creo que la banca es una industria en la que se debe tener un respaldo en experiencia y conocimientos...
— Es correcto. Realmente mi carrera es atípica. Al final de cuentas, mi perfil no era para pensar que yo tenía ese bagaje de tantos años de especialización, pero también da la esperanza de que si uno tiene una visión financiera, una visión más global, y si uno también trabaja duro, se puede llegar.
Me acuerdo que unos exbanqueros me preguntaban cuando empezaba: “¿tú qué haces aquí en la banca?” Yo les decía: “Ganarme la vida y espero poder sacarlo adelante”.
La toma de decisiones te lleva a eso. ¿Cuál fue ese momento en tu vida?
— Uno es cuando Francisco Labastida pierde la elección presidencial y me obliga a irme a la iniciativa privada. Me obliga a reinventarme, aunque el propio equipo del presidente Vicente Fox me invitó a colaborar con ellos. Yo definí que había estado con Francisco Labastida y había que asumir esa responsabilidad y me fui a la calle.
Muchos dicen que inicié muy elegante con mi oficina en Insurgentes y Reforma, pero me fui de “malabarero”, había que comenzar de cero. Fue un primer año muy duro porque tuve que cambiar mi forma de pensar del sector público a la iniciativa privada.
La segunda fue cuando estaba en el sector aeronáutico porque me abrió la posibilidad de buscar a Roberto González Barrera y él me invita a trabajar en Banorte, a llevar las relaciones con inversionistas. En el momento en que tengo la plática con él, es algo que me define en mi vida porque yo qué iba a saber, sin ser banquero, comenzando a llevar mis relaciones con inversionistas, luego la casa de bolsa, después la tesorería y luego la dirección general del grupo, quién iba a decir que ese momento iba a definir lo que iba a ser mi carrera como banquero.
Luego, Ricardo Salinas me invita a colaborar con él al equipo de Banco Azteca, donde veo una banca muy distinta a la que yo había aprendido. Es una banca social, una banca de discusión que tiene poco que ver con la banca tradicional que vemos en los grandes bancos mexicanos.
¿Cuál es el mercado objetivo que atiende Banco Azteca?
— México tiene un problema de institución financiera desde hace muchos años. Comparado con otros países con un nivel similar de desarrollo, estamos muy rezagados en el sistema financiero. A la par que pude estar en Banorte y ahora en Banco Azteca, me di cuenta de el porqué.
La banca tradicional está mucho más enfocada en la clase media, media-alta y la realidad es que nadie había tenido una definición muy clara de banca popular mexicana. De hecho, sé que cuando Ricardo Salinas busca la licencia para Banco Azteca, que fue hace 20 años, había mucha resistencia con Hacienda, el propio gobernador y los funcionarios de ambas instituciones porque, parte de sus tesis, es que el sector popular mexicano no ahorraba. Un banco es captación, es pagos, es créditos.
La verdad es que nos hacía falta una “faltante”. La explicación más sencilla que tenemos es que no es lo mismo que te preste 100 mil pesos para que lo ocupes en lo que quieras, a que les preste a mil individuos esos 100 mil pesos. Si te presto a ti 100 mil pesos, tengo que darte seguimiento, entender tus características de riesgos y llevar ese crédito a buen puerto porque gran parte de ese dinero no le corresponde al banco, son depósitos de terceros que están buscando retorno con ese recurso.
Tengo que generar un monitoreo pedacito por pedacito y lo hace mucho más complejo en el seguimiento. Yo te diría: “¿cuál es la ruta más fácil?”. Darte a ti el crédito de los 100 mil pesos que dárselo a mil individuos.
La realidad es que ese nicho de mercado es una gran oportunidad que México no había podido entrar en la realidad, dándole el crédito a Ricardo Salinas, ha progresado mucho, ha habido otros modelos que resultaron como muy bien llevados a cabo; lo de Coppel me parece excelso.
No es un nicho fácil, ahí está el descalabro que tuvo el banco Famsa.
Aún estamos muy lejos, pero es un gran avance ¿no?
— Es un gran avance. Hemos bancarizado a más de 30 millones de personas en México. Les dimos acceso a millones de individuos porque no habían tenido la posibilidad de tener una experiencia bancaria y también es eso, la banca intimida.
Si entras a una sucursal ves vestidos a todos muy formal, a muchos les cuesta mucho trabajo cruzar esa puerta.
Cuando tú entras a una tienda Elektra y encuentras un banco como parte de ese entorno, se te hace mucho más accesible, ahí se rompió una barrera psicológica que los antropólogos sociales la definen como esa zona de resistencia en el subconsciente de ‘yo no quiero entrar ahí porque me intimidan’.
¿Esto los ha llevado a ser líder con el número de puntos de contacto?
— Cuando uno lo ve en términos de infraestructura, es el banco más grande de este país, pero también en términos ejecutivos, somos el principal empleador de México por bastante. Es un modelo que ha fructificado.
Interesante ese punto de la génesis del banco cuando se pensaba que el sector popular no ahorraba. Ahora, por cada peso que damos de crédito, tenemos 1.4 pesos de captación. Vaya que ahorran y ahorran bien.
¿Cuál es el gran diferenciador? Generamos confianza en lo que hacemos, pero también estamos abiertos los siete días de la semana nueve de la mañana a nueve de la noche, días festivos, llueva, Covid o no Covid, ahí estábamos de frente en lo que teníamos que hacer. Encontraron en Banco Azteca una institución que los ha ayudado.
¿Consideras que este es un factor para el éxito que están teniendo?
— Sin duda, si los demás banco abren de ocho a cuatro, de lunes a viernes y nosotros estamos abiertos de nueve a nueve, todos los días de la semana, obviamente las horas que le damos la posibilidad al individuo en la parte física, es mucho más importante.
Tenemos una aplicación digital que está compitiendo para ser la más sofisticada. Nos volvimos un banco digital, tenemos la parte física y la parte digital. ¿Quién escoge? Nuestro cliente.
Muchos prefieren ir a la sucursal y otros, los jóvenes, prefieren lo digital. Estamos buscando las capacidades para atender a los dos.
¿Qué tan competitivas son las tasas que manejan?
— Muchas empresas que generaron su inicio en 2008-2010 cuando las tasas de interés eran prácticamente de cero, hubo una generación que se acostumbró a pensar que el dinero no costaba.
Los que venimos de una generación anterior, cuando empecé a trabajar en el banco en el 86-87, la tasa de interés era de 150%. Obviamente, el costo del dinero era altísimo. Pasamos de una época de alta inflación, de alta tasa de interés a una de baja aplicación, de baja interés.
Parte de la secuelas de la crisis de 2008 y toda la inyección de recursos para apoyar a las economías durante el Covid, la inyección de liquidez generó una magnificación y las tasas de interés tuvieron que crecer rápidamente.
Muchas de las nuevas empresas que empezaron esos años están tronando porque nadie les está prestando o el costo que tenían de capital ya no les está dando para su negocio.
Se habla de las remesas y del dinero que envían las personas que están trabajando en el extranjero, ¿cuál es tu opinión?
— Cuando te preguntan cuál es el principal producto de exportación de México, son nuestro migrantes que el año pasado mandaron más de 60 mil millones de dólares y hace la diferencia para millones de familias, pero a la vez, quiere decir que México no está teniendo la capacidad para generar los suficientes empleo para ayudar a nuestros compatriotas.
Además, la frontera que antes era muy porosa, ya no lo es. Ahora tenemos barreras y todo tipo de agresiones a la gente que solo ha ido buscar una oportunidad de vida.
A Banco Azteca le ha tocado repartir la mitad de ese recurso, 30 mil millones de dólares pasaron por nuestra infraestructura. ¿por qué? Porque estamos abiertos siete días a la semana, somos muy accesibles y estamos a disposición de todo el mundo. También puedes enviarlos de manera digital, que es la parte más sencilla para pasar por la estructura que tenemos.
Tiene ventajas y desventajas, como todo. Por un lado, el mexicano está acostumbrado a ver el peso despreciarse, y de hecho, está frenando un poco las remesas, porque la gente dice: “oye, yo antes mandaba un dólar y me daban 20 pesos y ahora me dan 17, mejor me espero a que me den 20 para que me llegue más a pesos a mi familia”. Por otro lado, también hace menos competitivas las exportaciones mexicanas y más baratas las importaciones.
¿Cuál es el plan estratégico para Banco Azteca en los siguientes años?
— Tiene varios componentes. Somos un banco muy conservador en el manejo de nuestra tesorería y nuestra forma de interactuar, ¿por qué? Porque lo primero es garantizar la estabilidad en la captación, en el sistema de pagos y en los créditos.
La banca siempre es frágil por definición, hay que cuidarla todos los días. Yo diría que el primer tema es siempre ser conservador, siempre cuidar.
Y particularmente, con la meta de que el 85% de los recursos con los que contamos son de individuos que nos confían que esos recursos lleguen a buen puerto y que cuando ellos quieran venir por ellos, ahí van a estar.
Segundo, es un mundo que está evolucionando vertiginosamente, se está digitalizando. Creo que las fintech han sido innovadoras en temas muy en específicos, que más que competir, se complementan con nosotros mismos. Hemos llegado al acuerdo con ellos y muchos de ellos buscan competir y lo hacen muy bien, pero se va dando esa noción de que la competencia y la innovación te llevan a dar un mejor servicio al cliente. La apuesta es a lo digital, porque nuestro cliente lo demanda.
La parte digital se va sofisticando cada vez más, el cliente digital lo que quiere es una respuesta inmediata, quiere una experiencia más que un producto y vas entrando a la banca-serve, un banco como servicio. Ya es preocuparte más por “me gustó este coche, ¿cómo lo puedo conseguir?” A lo mejor le preguntas a “Alexa”, ella te da diferentes opciones y de acuerdo a tu presupuesto, te conviene más esta opción.
El banco ya no está en la parte frontal de la relación, si no, en quién te va a dar el financiamiento si lo necesitas, tú pagas el que más te convenga, no importa qué banco sea. Tienes que ser competitivo como banco para que en esos algoritmos donde quieras comprar ese coche podamos aparecer como una opción que al cliente le pueda gustar. Está evolucionando todos los días.
En la medida que tengamos la capacidad de entender a nuestros clientes, sabiendo que están ahí pero por medios distintos de su forma de interactuar, vamos a estar cerca, porque son individuos al final de cuentas.