¿Alguna vez has pensado en la facilidad con la que te lavas la cara todas las mañanas? Giras la perilla, te enjabonas las manos y tallas o masajes, depende de ti. Este proceso tan rutinario y sencillo es una odisea más allá de la órbita terrestre: si abres el grifo, el agua no caerá, debido a la gravedad cero, y el líquido quedará encapsulado. En los viajes en espacio la vida se complica; el escenario cambia, así que el humano se adapta a este nuevo espacio.
Los astronautas realizan diversas pruebas para estar físicamente en condiciones de tolerar la ingravidez, además, se diseñan objetos y escenarios para que las condiciones de vida para el ser humano sean lo más aptas posibles. De acuerdo con la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), al menos 400 estadounidenses han vivido o trabajado en el espacio, por ello, se diseña tecnología que sea segura y también confortable.
Esta tecnología creada para mejorar las condiciones de vida estelar, sirvieron como base para desarrollar objetos que se pueden encontrar en diferentes puntos de venta, como los termos con los que mantienes caliente tu café. Con cada viaje, se siguen creando objetos que los cosmonautas necesitan y, que después de un tiempo, terminan en tu alacena o en la sala de tu casa.
A través del portal de Internet “Nasa Spinoff”, la agencia espacial comparte la tecnología que han desarrollado y cómo se ha adaptado en objetos que se pueden adquirir en los centros comerciales. Te presentamos cinco de ellos.
Sillón de masajes
¿Recuerdas la silla Spine melter 2000 de Homero Simpson? Este tipo de sillones tienen su inspiración en las posiciones corporales de los astronautas cuando están en el espacio. La NASA desarrolló una lista estándar con una serie de posturas basadas en fotografías de cosmonautas que participaron en Skylab, la primera estación espacial. En 1993 esta lista fue revisada y actualizada durante otra misión lanzada al espacio. Esto sirvió como base para desarrollar un sillón médico que diera masajes.
El beneficio de estos masajes es que remueve el ácido láctico de los tejidos del cuerpo, además, mejora la circulación del líquido linfático y elimina los desechos metabólicos y promueve la circulación sanguínea. De acuerdo con la empresa creadora de este sillón, el masaje ayuda a la recuperación de problemas de la salud, como el dolor en las articulaciones.
Termos para el café
Una taza de café para empezar el día tal vez no sea lo más sano, pero, quizás, es lo más confortable. Gracias a Sir James Dewar puedes beberlo caliente tiempo después de que lo sirves. Dewar fue un químico y físico escocés quien en 1892 inventó un frasco que mantuviera la misma temperatura durante un tiempo.
Años más tarde, un científico que procesaba datos para la NASA, quería mantener caliente su café, así que, inspirado en los trajes de los astronautas que regulan su temperatura, construyó un termo que mantuviera estas condiciones.
La vestimenta de los cosmonautas necesitan mantenerse a una temperatura cómoda, es decir, se necesita un sistema óptimo para la calefacción y el enfriamiento. Por lo que estos termos emulan las funciones del traje: almacenan el exceso de calor y lo liberan horas más tarde. Así tu café puede estar caliente más tiempo. Qué viva la ciencia, ¿no crees?
Luces en botella con orientación biológica
La iluminación LED existe desde la década de 1960; Nick Holonyak inventó el primer ejemplar de este tipo en el aspectro visible mientras trabajaba para una compañía de electrodomésticos. Sin embargo, en 1907, Henry Joseph Round fue el primero en plantear la idea de una iluminación tipo LED.
Ellos sentaron las bases y la NASA le dio otra luz: desarrollar tecnología LED de orientación biológica para la vida cotidiana en la Tierra.
Durante 1997 a 2017 se investigó cómo los vuelos espaciales de larga duración afectaban a las personas; una de esas especialidades se enfocó en cómo las fuentes de luz afectaban la actividad cerebral.
Se encontró que la exposición hacia el exceso de luz azul en el momento equivocado podría alterar el cuerpo de una persona.
En 2016, ingenieros del Centro Espacial Kennedy de la NASA, en Florida desarrollaron un conjunto de iluminación de estado sólido para la estación espacial; las cuales consumieron menos energía y emitieron menos calor.
Estas luces también cambiaban de color, temperatura y de intensidad en un ciclo de 24 horas; esto se hizo tomando como base los estudios previos realizados respecto al ciclo circadiano, proceso natural que implica transformaciones físicas, mentales y conductuales que siguen un período de 24 horas, según información del portal del National Institute of General Medical Sciences del Gobierno de Estados Unidos.
Nutrición para el espacio y la tierra
Para que los astronautas sigan el ritmo de las misiones que realizan, necesitan tener una condición óptima de salud; una manera de conseguirlo es a través de la nutrición. Por día, ellos consumen nueve porciones de frutas y vegetales. Sin embargo, acceder a estos alimentos en el espacio es difícil, ya que suelen permanecer en el espacio durante meses, incluso años.
En 2004, se empezaron a realizar estudios para examinar las necesidades específicas en la alimentación de un astronauta; para saber qué nutrientes necesita alguien que permanece en el espacio, además, se enfocó en el estrés oxidativo, el cual daña las células y tejidos, lo que tiene como consecuencia en enfermedades como el cáncer. ¿Por qué era importante puntualizar en este tipo de estrés? Porque los cosmonautas están expuestos ante varios contaminantes atmosféricos, especialmente ciertos combustibles.
Realizaron un estudio con ratones, en el cual observaron que aquellos que recibían suplementos, su vida se extendió y padecieron menos problemas de salud que aquellos que tenían una dieta regular; en 2009, las fórmulas fueron probadas con astronautas a bordo de la Estación Espacial Internacional. En 2011 estos productos se empezaron a comercializar.
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Las personas que están en mayor riesgo de padecer estrés oxidativo son los trabajadores de plantas nucleares y población que se encuentre cercana a estos sitios. Así como los trabajadores de la construcción, asistentes de radiología, y los empleados en las salas de bronceado.
Otro aporte de la alimentación de los astronautas a nuestras mesas son los alimentos liofilizados o desecados. Sí: los frutos secos, la comida de bebé, incluso, las micro zanahorias y camarones de esas sopas que se sirven hasta en bodas. En 1971, la NASA financió un estudio para conocer posibles técnicas de conservación de alimentos; algunos que llamaron su atención fueron la deshidratación, la liofilización y la humedad intermedia.
Eran técnicas que ya eran conocidas pero que tuvieron que perfeccionarlas, porque los alimentos eran difíciles de volver a hidratar y se desmoronaban, soltando migas que flotaban hacia los instrumentos de la nave espacial. Además, tenían mal sabor.
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Imágenes en 360
A través de Google Maps es posible ver fotografías en 360 grados: recorres tu calle, avanzas hacia la tienda de la esquina y giras para ver nuevamente tu casa. Este tipo de recorridos que ahora se han vuelto tan cotidianos, empezaron en el espacio con un objetivo diferente. Los astronautas utilizan estas imágenes para guiar robots espaciales, en el transbordador espacial y en los programas la Estación Espacial Internacional, así como para el acoplamiento de naves espaciales. Además les permite observar entornos lejanos como si ellos estuvieran presentes.
Este tipo de tecnología, entró al mercado en 1993, con la primera cámara que daba múltiples vistas. El sistema se ha perfeccionado y se utiliza en diferentes contextos: como parte de los sistemas de seguridad en espacios privados como públicos, por ejemplo, aeropuertos; además, se han utilizado para realizar recorridos virtuales en hoteles y museos; lo que te ha permitido conocer lugares que esperas algún día conocer.
