En la Ciudad de México, a cualquier hora del día, resulta casi imposible no escuchar ladridos. En las noches, la sinfonía canina es para algunos ciudadanos como Jorge Ruiz una pesadilla recurrente. Este vecino de la colonia Tabacalera, en el centro de la ciudad, vive en un edificio de ocho departamentos. En seis hay perros.
“Mis denuncias a la autoridad solo han servido para ser insultado por mis vecinos con perros”, lamenta Jorge.
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Ya en las mañanas, las banquetas de la capital son un campo de obstáculos fecales. Los propietarios de perros más madrugadores pasean a sus animales para que hagan sus necesidades. Si bien la mayoría recoge los excrementos con bolsas de plástico (los orines quedan ahí siempre y con ellos distintos gérmenes y bacterias), el oloroso y visible resto de la digestión de una nutrida comunidad canina yace en el piso hasta que el sol, el viento, la lluvia y las suelas de los zapatos lo van haciendo desaparecer.
El señor Andrés es un conserje de la Colonia del Valle. Su turno empieza a las 7 de la mañana, y para entonces, de manera puntual, en el escaso césped a la entrada al edificio, aparecen heces que ha de recoger. Los perros son fieles a sus costumbres. Los amos que no recogen los depósitos de sus animales también.
Datos del Inegi señalan que 57 de cada 100 mexicanos tienen un animal de compañía en su hogar. La gran mayoría son canes. Un total de unos 44 millones de perros frente a los 25.2 millones de niñas y niños menores de 14 años que existen en el país. Distintas encuestas señalan que aproximadamente el 25% de los dueños de perros son parejas sin hijos.
Según la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cada día en las 16 alcaldías de la capital se producen 700 toneladas de heces fecales. Un gramo de heces de perro alberga 23 millones de bacterias, y un perro mediano genera 18 kilos de excremento mensuales.
“Perdemos el ambiente por el olor, las heces se volatilizan en el aire, el sol las vuelve secas y con el viento se vuelven peligrosas porque se introducen en tu organismo a través de tus ojos, tu boca y tu nariz”, explica Luis Arévalo Ahuja, coordinador de capacitación en Educación Ambiental en CDMX y líder de la campaña general de residuos “Haz tu parque”.
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Él mismo ha sufrido en ocasiones orzuelos debido a su trabajo educativo visitando lugares con perros. “Se puede volver algo intestinal y viral. Todo lo que trae el perro adentro puede acabar en el organismo humano por el aire”, advierte. Esta concentración de bacterias se multiplica considerablemente en los parques de la ciudad, pues las zonas habilitadas para los perros, conformadas por un suelo terroso, producen nubes de polvo que se extienden por el resto del recinto, incluidas las áreas infantiles.
Los residuos animales requieren una estrategia para su manejo. No es sencillo, pues si bien el abandono de las heces genera un auténtico problema de salud pública, depositarlas en bolsas de plástico lo produce de orden ambiental.
Luis Arévalo Ahuja explica a Publimetro que meter las heces en una bolsa y tirarla es un “gran problema”, ya que “un plástico biodegradable tarda 200 años en deshacerse”.
“Además, con esa bomba química dentro”. Es frecuente al pasear por las calles de la ciudad ver excrementos en la cajonera del árbol, la gente cree que no pasa nada, pues es orgánico, “lo cual es terrible”, explica el funcionario público. Esas heces mucho antes de ser absorbidas por la tierra serán volatilizadas por el aire, “produciendo un riesgo para la salud de los ciudadanos”.
Los excrementos se encuentran también en las instalaciones deportivas. El parque infantil junto a tampoco se salva de servir de depósito fecal. En ambas áreas está expresamente prohibido el acceso de perros. Los dueños, al ser increpados por introducir los animales, adoptan actitudes desafiantes y reclaman el derecho a correr con su perro, aunque sea en una zona no permitida para los animales.
El antropólogo Raúl Valadez Azúa, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM, alertó en la conferencia “Ensamble vidas de perros. Acercamientos Interdisciplinarios a las presencias caninas en la historia” que el fenómeno “perrhijos”, sustentado por el “consumismo e individualismo”, puede llevar a trastornos psicológicos tanto en los individuos como en los perros.
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Un estudio de Euromonitor International refleja que la industria del cuidado de mascotas creció en México de 1,664 millones de dólares en 2016 a 2,455 millones de dólares en 2021. El mismo estudio proyecta un aumento del volumen de negocio del 27.2% para 2025.
Un síntoma de esta alteración es anteponer las necesidades de tu animal de compañía a las de tus conciudadanos, a sabiendas de que además se está infringiendo la ley. En CDMX está prohibido llevar a los perros sueltos por la Ley de Cultura Cívica de la Ciudad de México, que en su artículo 28 establece que es “una infracción contra la seguridad ciudadana el permitir a la persona propietaria o poseedora de un animal que este transite libremente o transitar con él sin adoptar las medidas de seguridad necesarias”.
La ley choca con uno de los pilares animalistas, el Bienestar Animal, que según la Organización Mundial de Salud Animal (OMSA), les designa libres para expresar un comportamiento natural. Y en el caso de los perros se hace imperativo correr, jugar y marcar territorio.
En dos parques de la Ciudad de México, Hundido y los Venados, ambos de la delegación Benito Juárez, se realizó un estudio con 756 encuestas voluntarias a personas mayores de 18 años propietarias de caninos. Las encuestas arrojaron que el 37.6% de los perros estaban sueltos en los parques, el 19% hicieron el recorrido desde sus residencias sin correa.
Abandono de heces, fenómeno impune
Datos de la Dirección ejecutiva de justicia cívica de la CDMX señalan que al año se presentan ante el juez unas 26 personas por desecho indebido de heces de perros: 16 son sancionadas. La baja cifra alumbra la impunidad de esta infracción contra la salud pública y oculta el complicado proceso sancionador para los agentes del orden. Éstos deben portar pruebas, las mismas heces de los perros, ante la justicia para lo que, en el mejor de los casos, llevan guantes de fibra de nitrilo.
Los dueños de los perros aducen que no son de su animal, y entonces el testimonio del policía es insuficiente. Alberto, un agente condecorado, nos cuenta algunas de las humillantes situaciones que ha vivido al infraccionar a propietarios que no recogen las heces.
“Pinche policía, mejor dedícate a agarrar rateros, hay prioridades aquí, tú me estás queriendo llevar a la justicia por una popó de mi perro”, cuenta el uniformado, quien le llegó a increpar una persona. La Ley de Cultura Cívica da la posibilidad a los agentes de presentar pruebas documentales como son fotos y videos. “Aplicamos el criterio de oportunidad. De retractarse y levantar las heces. El 80% acepta”, apunta Alberto, quien cree que hay una mejora de la conciencia ciudadana al respecto.
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Si en el centro de la ciudad se vive esta situación, en el Ajusco, en los límites de la CDMX, en un lugar paradero de camiones, en jaurías, los perros caminan libres y enfermos. En el otro extremo de la megalópolis, en Santa Clara, en Ecatepec, los perros salvajes se cuentan por cientos.
El 70% de los perros en México están en “situación de calle”, lo que convierte al país en el número uno de Latinoamérica con mayor población de perros callejeros.
Saturación canina
Para Antonio Franyuti, Presidente de Animal Héroes y referencia animalista para las instituciones públicas, “estamos en un problema de sobrepoblación. Se seguirá dando mientras no haya un registro único, un chip obligatorio y se incida en la base del problema, que es fomentar la adopción frente a la cría y la reproducción que debería ser regulada”.
El aumento de mordeduras de perro es uno de los síntomas de la ingente población de animales de compañía, especialmente perros. En la ciudad de Mexicali, durante el 2022, 793 personas fueron mordidas o atacadas por perros en la vía pública frente a los 668 casos en el 2021 y 572 en el 2020. De los primeros 21 ataques del 2023 en la ciudad del norte de la República, solo en nueve casos los protagonizaron perros callejeros.
Si tenemos en cuenta que según datos del 2018, Estado de México y Ciudad de México fueron las entidades con mayor número de agresiones de perros, con 17,172 y 14,441 respectivamente, se puede dimensionar el problema en la capital y su extensa mancha urbana en estos momentos.
En enero del 2023, el Comité Nacional de Vigilancia Epidemiológica Conave y el Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Sinave) realizaron un aviso epidemiológico a “todas las unidades médicas de primer, segundo y tercer nivel de atención, Unidades de Vigilancia Epidemiológica Hospitalaria (UVEH), y miembros de la Red Nacional de Laboratorios de Salud Pública (RNLSP)” por casos de rabia humana en México. Se trata de un retroceso en salud pública ya que en el 2019 México recibió la validación por parte de la organización Mundial de la Salud (OMS) al haber eliminado la rabia transmitida por el perro.
Posturas encontradas
Aida Beatriz Salas, presidenta del Colegio de Médicos Veterinarios de México, A.C reclama en entrevista con Publimetro no solo “se recuperen las redadas” de perros salvajes, sino el sacrificio de éstos, al igual que el de los perros con antecedentes de agresión a humanos, ambos supuestos prohibidos por el proyecto de Ley de Protección Animal que desde la Comisión de Bienestar Animal del Congreso local se pretende instituir en la Ciudad de México.
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El pasado mes de marzo, una mujer de 23 años murió en el pueblo de Santa Fe, de la alcaldía Álvaro Obregón, por el ataque de sus dos perros. La fiscalía, tras la actuación de la Brigada de Vigilancia Animal, en vez de sacrificar a los canes, los puso a resguardo bajo “observación sanitaria”. La veterinaria señala que no hay otra manera de controlar la situación que “los sacrificios”.
En Holanda y otros países no hay perros callejeros y se aplica esta solución, explica Salas, quien opina que la Ciudad de México no tiene la capacidad para adoptar a los gatos y los perros callejeros que han pasado a ser un negocio para algunas asociaciones, por los donativos que piden por mantener a los animales. “No hay control alguno, algunas tienen hasta tres cuentas bancarias”, sentencia la presidenta.
Los profesionales chocan en este asunto con los animalistas que se oponen frontalmente al sacrificio, pues se trata de “seres sintientes”, defiende Franyuti.
La presión de los llamados rescatistas y las asociaciones animalistas se realiza en la CDMX a través de la Comisión de Bienestar Animal. Este organismo dependiente del Congreso de la ciudad redactó el proyecto de Ley de Protección Animal. Representantes de Resistencia Defensa Animal, Todos Somos Animales, Animal Héroes, Anima Naturalis México, Asociación de Profesionales Enfocados en el Cuidado y Bienestar Animal, International Center for Animal Law and Policy y fundación Vegetarianos Hoy en México forman parte, entre otros, de la comisión.
Aida Beatriz señala que el presidente de la Comisión de Bienestar Animal de CDMX, Jesús Sesma, no quiere “escuchar a los científicos: veterinarios y biólogos”, y “solo escucha a las ONGs animalistas” que además son las que “aportan los datos” sobre los que sustentar los dictámenes, afirma.
“En los dos foros de la Comisión que participamos, tras meter oficios al presidente del congreso para que nos lo permitieran, nos dieron 5 minutos para exponer nuestra visión de 18 iniciativas de ley y 2 min de preguntas. Se reían de lo que decíamos con la complicidad de Sesma”, denuncia la representante de los veterinarios. El diputado Jesús Sesma preguntado al respecto por Publimetro, sobre la injerencia animalista en esta institución pública, explicó que es “es complejo agrupar a todos y hacer una ley con foros abiertos. Entendemos que no tenemos la verdad absoluta”, matizó.
Los postulados animalistas están en blanco sobre negro en esta Comisión que en voz de la directora del colectivo Resistencia Defensa Animal, la Lic. Sandra Jaqueline Zúñiga Silva reclama “que los animales son sujetos de derechos, por lo que las alcaldías deben avanzar en un entorno para su bienestar, dignidad y respeto, y mejorar el funcionamiento de los Centros de Bienestar Animal”. Otro miembro, el Dr. Carlos Fernández Esquivel, titular de la Agencia de Atención Animal de la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México, propone una ley que no sea “antropecentrista”, es decir, que no ponga al ser humano, los ciudadanos en este caso, en el centro y fin de las políticas ambientales.
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Lo cierto es que la ley aún no ha prosperado debido a las correcciones enviadas por el Ejecutivo el 11 de julio pasado. Ahora ha de volver a la Comisión y ésta de nuevo enviarla para votación al Congreso.
Según Sesma esto se debe a una “desatención” por querer sacarla adelante, por parte del gobierno, paralelamente a los “tiempos políticos” marcados por las elecciones en Morena. Detrás de estos cambios y por lo tanto postergación de la entrada en vigor de la nueva ley, está la oposición de distintos colectivos como los locatarios de venta de animales, los veterinarios y el sector gallero.
Una consecuencia de la no promulgación de la ley es la situación de los paseadores de perros. Otros de los focos rojos del exceso de canes en la ciudad. Los incidentes provocados por estas manadas de perros son crecientes, su presencia dificulta el tránsito de los viandantes por la ciudad y los incidentes no paran de crecer.
Karina Aguirre, agente de la Brigada de Vigilancia Animal, con 10 años de experiencia en este cuerpo policial, único en el país, opina que “debería regularse el número de perros por paseante, muchas veces atendemos peleas de canes porque estos paseadores no saben cómo manejarlos”. La limitación del número de perros por paseante era una de las propuestas de la Ley de Protección Animal que debía definir la Agencia de Atención Animal de la Ciudad de México, Agatan CDMX.
CUATRO PREGUNTAS A...
José Macario Torres Alvarado. Jardinero especializado del Parque Esparza Oteo, Colonia Nápoles, Alcaldía Benito Juárez, desde hace 26 años.
¿Cómo es la situación en el parque con los perros y sus propietarios?
— La situación que vivimos dentro del parque es que ya no tenemos pasto, las plantas se están secando por el simple hecho de que la alcaldía se les ha ido de las manos el tema de los perros y dueños. Estos no recogen sus heces, los dejan sueltos, que hagan lo que los perros quieran dentro del área de las canchas de básquet y fútbol, la de los niños. Todo el parque apesta a pipí y popó de perro.
¿Qué hacen ustedes con las heces abandonadas?
— Las cubrimos de arena para que sequen durante tres días para, con la misma pala, poder levantarlas sin riesgo para nuestra salud y llevarlas al contenedor. Esto no es parte de nuestro trabajo, pero así lo hacemos. Ahora mismo, cortando el césped, me encontré tres heces. Si las dejamos ahí, la infección es más grande.
¿Qué sucede cuando llaman la atención de los propietarios por este tipo de actitudes como dejar los excrementos de sus perros?
— Nos sentimos agredidos. La alcaldía nos dice que no debemos meternos con la gente porque son amos y señores del parque, pero eso provoca que no recojan las heces, ya que piensan que eso es responsabilidad de los trabajadores.
¿En sus 26 años cuántas veces ha visto multar a un propietario de perro por no recoger las heces de su animal o llevar sus perros sueltos?
— En 26 años, ninguna vez.