Matteo Messina Denaro, condenado por idear algunos de los asesinatos más atroces de la mafia siciliana, murió el lunes en el ala penitenciaria de un hospital meses después de ser capturado cuando era el fugitivo más buscado de Italia y tras décadas prófugo, según la radio estatal italiana.
En un reporte desde el hospital de L’Aquila en el centro de Italia, la radio estatal Rai dijo que el fuerte dispositivo policial que vigilaba su habitación del hospital se había trasladado a la morgue, tras la muerte de Messina Denaro en torno a las dos de la mañana. Los médicos habían dicho que estaba en coma desde el viernes.
El breve comunicado sobre su muerte de la fiscalía de L’Aquila no mencionaba la hora del deceso, aunque dijo que tanto su oficina como la fiscalía en Palermo, Sicilia, solicitaban una autopsia a pesar de que era conocido que Messina Denaro sufría “una enfermedad muy grave”.
Se esperaba que el entierro se produjera esta semana en Sicilia, según medios italianos.
Messina Denaro, de 61 años y al que los investigadores consideraban como uno de los capos más poderosos de la mafia, vivió como fugitivo en el oeste de Sicilia, su mayor zona de influencia, durante al menos buena parte de los 30 años en los que eludió a las fuerzas de seguridad gracias a la ayuda de residentes cómplices. Su necesidad de tratamiento para un cáncer de colón llevó a su captura el 16 de enero de 2023.
Los investigadores llevaban años siguiéndole la pista y habían descubierto indicios de que recibía quimioterapia como paciente externo en una clínica de Palermo bajo un pseudónimo. Buscando en la base de datos del sistema nacional de salud italiano, le encontraron y le detuvieron cuando acudió a una cita para recibir tratamiento.
Su detención ocurrió 30 años y un día después de la captura el 15 de enero de 1993 del “capo de capos” de la mafia, Salvatore “Toto” Riina, en un apartamento de Palermo, también tras décadas de clandestinidad. Messina Denaro se escondió más tarde ese año.
Messina Denaro fue juzgado en ausencia y condenado por docenas de asesinatos, lo que incluía ayudar a planear, junto con otros jefes de la Cosa Nostra, un par de atentados con bombas en 1992 en los que murieron los principales fiscales antimafia del país, Giovanni Falcone and Paolo Borsellino.
Los fiscales habían esperado en vano que colaborase con las autoridades y revelara secretos de la Cosa Nostra. Pero según reportes de medios italianos, Messina Denaro dejó claro que no hablaría nada más ser detenido.
Cuando murió “se llevó con él sus secretos” sobre la Cosa Nostra, según la radio estatal.
Tras su detención comenzó a servir varias cadenas perpetuas en una prisión de alta seguridad en L’Aquila, una ciudad en la región montañosa central de los Apeninos, donde siguió recibiendo quimioterapia para el cáncer de colón. En las últimas semanas, y tras dos cirugías, el deterioro de su estado de salud hizo que fuera trasladado al ala penitenciaria del hospital donde murió.
Su silencio seguía el ejemplo de Riina y del otro gran capo de la mafia siciliana, Bernardo Provenzano, que fue capturado en una casa de labranza en Corleone, Sicilia, en 2006 tras 37 años en paradero desconocido, un récord para un capo de la mafia. Una vez Provenzano fue detenido, la búsqueda del estado se centró en Messina Denaro, que logró eludir el arresto pese a numerosos supuestos avistamientos.
Docenas de jefes intermedios y soldados de la mafia entregaron pruebas al estado tras una redada contra el crimen organizado siciliano provocado por los asesinatos de Falcone y Borsellino, dos atentados en los que también murieron la esposa de Falcone y varios guardaespaldas policías. Entre las múltiples condenas de asesinato de Messina Denaro estaba la del asesinato del hijo pequeño de un informante. El niño fue secuestrado y estrangulado, y su cuerpo se disolvió en ácido.
Messina Denaro también estaba entre los capos de la Cosa Nostra condenados por ordenar una serie de explosiones en 1993 contra dos iglesias en Roma, las galerías Uffizi en Florencia y una galería de arte en Milán. Un total de 10 personas murieron en los ataques con bombas en Florencia y Milán.
Los ataques en esas tres ciudades turísticas, según exmiembros de la mafia convertidos en informantes, pretendían presionar al gobierno italiano para que suavizara las duras condiciones en prisión de los mafiosos condenados.
Cuando Messina Denaro fue detenido, el fiscal jefe de Palermo, Maurizio De Lucia, declaró: “Hemos capturado al último de los ideólogos de la masacre”.