En el mercado laboral, una gran cantidad de mujeres destacan por ser ordenadas, responsables, respetuosas y sobre todo, honestas, y el crimen organizado no es la excepción, según consta en el informe de Crisis Group, ‘Socias en el crimen: el ascenso de las mujeres en los grupos ilegales mexicanos’.
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La investigación revela que el número de mujeres activas en organizaciones ilegales de México se ha incrementado en los últimos años, así como las razones y el impacto de su ingreso al crimen organizado.
Aunque no hay datos oficiales sobre la presencia de mujeres en grupos criminales organizados, según cálculos, estas representan entre el 5 y el 8% del personal activo.
Por medio de una serie de entrevistas y trabajo de campo, la organización Crisis Group encontró por ejemplo que a medida que adquieren habilidades valiosas en el mundo del crimen, las mujeres empiezan a escalar posiciones.
Esto implica que ya no son solo las novias o esposas de los líderes, sino que ya ocupan posiciones de todos los niveles; por ejemplo, aquellas con buenas habilidades administrativas y logísticas las pueden designar para que “mantengan inventarios de armas y drogas y coordinen ataques contra grupos rivales, secuestros y extorsiones”, explica el estudio.
Así, el “crecimiento laboral” de las mujeres se debe a que los grupos están explotando los estereotipos de género que hacen que se sospeche menos de las mujeres que de los hombres a la hora de cometer delitos.
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Otra habilidad que los jefes criminales encuentran en las mujeres es “su disciplina y sentido de responsabilidad”, al grado de que a muchas de ellas las “felicitaron por cumplir las tareas asignadas y su meticuloso manejo del dinero, las drogas y las armas. Los hombres a cargo también las aplaudieron por no tomar dinero que no les pertenecía”, es decir, resalta su nivel de honestidad y honradez.
La investigación de Crisis Group halló que las mujeres ocupaban cinco principales puestos dentro de los grupos criminales organizados: ladronas de autos, tenderas (administradoras de expendios de droga), checadoras (supervisoras), sicarias, jefas de grupo y, en algunas ocasiones especiales hasta, jefas de plaza que dirigen la logística de los secuestros, extorsiones y el tráfico de migrantes.
Su rol dentro de los grupos determina el tiempo y actividades que deben realizar, pero en muchos de los casos, en los testimonios que le brindaron a los especialistas destaca que consideraban en su momento que el “trabajo es bien remunerado y tiene horarios flexibles, lo que les permite realizar labores domésticas y cuidar a sus familiares”.