Guerra en la Franja de Gaza convierte nacimiento de bebés en momento de preocupación y miedo

DEIR AL-BALAH, Franja de Gaza (AP) — El nacimiento de su hija debía ser el inicio de un capítulo de alegría en la vida de la joven pareja palestina.

En lugar de eso, la devastadora guerra en la Franja de Gaza ha convertido el nacimiento de su hija y su paternidad en un momento de preocupación y miedo para Salim e Israa al-Jamala.

Primero, tuvieron que realizar un peligroso viaje, eludiendo disparos de misiles, para llegar a una sala de maternidad. Y ahora, la pareja se refugia con su recién nacida en una tienda de campaña en el patio de otro hospital, donde no pueden cuidar adecuadamente de su hija de tres semanas, que lleva el mismo nombre de su madre.

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La leche materna de su esposa no es suficiente porque no puede ingerir la cantidad adecuada de alimentos como resultado de la escasez de comida, dijo Salim, de 29 años de edad, meciendo a la beba Israa, envuelta en mantas en una cuna hecha con restos de madera. No hay fórmula láctea para bebés ni medicamentos para la persistente tos de la pequeña, y de cualquier forma no son asequibles.

La guerra desencadenada por el mortal asalto de Hamás el 7 de octubre en el sur de Israel ha causado una destrucción inimaginable en el territorio palestino, donde más 18.000 palestinos han muerto y cerca de 50.000 han resultado heridos por la ofensiva israelí, de acuerdo con funcionarios de salud en la Franja de Gaza. El primer ataque de Hamás causó la muerte de unas 1.200 personas en Israel.

En medio de la devastación, se prevén 5.500 nacimientos en el próximo mes, de un total estimado de 50.000 embarazadas en Gaza, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud.

Sin embargo, el sector salud está cerca de colapsar, y dos terceras partes de los 36 hospitales de la Franja de Gaza no tienen servicio. Las 12 instalaciones médicas restantes sólo funcionan parcialmente. Incluso en los hospitales en funcionamiento, los médicos reportan falta de medicamentos básicos y del tipo de equipo necesario para atender a recién nacidos, como respiradores artificiales, fórmula láctea y desinfectante.


La grave escasez de combustible es otra de las principales preocupaciones de los hospitales que han funcionado únicamente con generadores desde los primeros días de la guerra, cuando Israel cortó el suministro eléctrico a Gaza.

“A veces hay electricidad por unos cuantos minutos”, para después volvernos a quedar sin ella, dijo Wisam Shaltout, director de la unidad de terapia intensiva neonatal en el Hospital Al-Aqsa de Deir al-Balah, en el centro de la Franja de Gaza.

La odisea de Salim e Israa comenzó a mediados de octubre. Durante ese periodo, las fuerzas armadas israelíes habían emitido advertencias diarias a los residentes del norte de Gaza, incluida la Ciudad de Gaza, para que se fueran hacia el sur del enclave previo a una inminente ofensiva terrestre israelí en la zona.

Haciendo caso a las advertencias, Salim, una Israa muy avanzada en su embarazo y su hijo de 5 años de edad huyeron de su casa en el vecindario de Sheikh Radwan de la Ciudad de Gaza y se dirigieron al sur a pie. Al poco tiempo, la familia de tres llegó al hospital Shifa de Ciudad de Gaza, y ese mismo día logró conseguir un taxi que los llevó al Hospital Al-Aqsa, donde se refugiaron.

Cuando Israa, de 26 años, entró en trabajo de parto el 23 de noviembre, la pareja recibió instrucciones de que debían irse al Hospital Al-Awda, cerca del campamento de refugiados de Nuseirat, debido a que seguía teniendo una sala de maternidad.

Lograron encontrar una ambulancia de la Media Luna Roja Palestina para que los llevara a Al-Awda, a unos 6 kilómetros (3,7 millas) de distancia. Pero fue un viaje aterrador que tomó más de una hora debido a que tres bombas impactaron cerca del camino.


La mayoría de los que llegan a la sala de maternidad del Al-Awda no cuentan con un vehículo. Algunas embarazadas tienen demasiado miedo como para acudir al hospital, por temor a los ataques aéreos que en algunos casos también han impactado las ambulancias, dijo la doctora Yasmin Kafarneh, quien dirige el departamento de obstetricia en el Al-Awda.

Comentó que cree que su departamento es la única sala de maternidad que funciona en el sur de Gaza. Antes de la guerra, el departamento solía atender seis nacimientos al día. Ahora, las embarazadas llegan de todas partes y más de 70 bebés nacen a diario.

Bajo las condiciones actuales, las madres primerizas tienen permitido quedarse y recibir tratamiento en el hospital por aproximadamente cuatro horas después de dar a luz, mientras que las que ya han tenido hijos antes pueden quedarse la mitad de ese tiempo.

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Israa dio a luz el 24 de noviembre a las 2 de la madrugada, pero la alegría fue efímera. Después del amanecer, el personal médico informó a la familia que tenía que irse para que pudieran entrar otras personas.

Consiguieron una carreta jalada por un burro para que los llevara de regreso al Hospital de Al-Aqsa. Comen poco, algunos días sólo unas cebollas.

Sus vecinos hacen fogatas para mantenerse calientes, en ocasiones quemando plástico que libera humo tóxico. “El entorno aquí es puro humo, puro polvo”, dijo Salim. “No es un ambiente adecuado para una recién nacida”.

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La salud de la pequeña se ha deteriorado, comentó Salim, preocupado por su persistente tos.

Israa nació horas antes de que entrara en vigor un cese del fuego que duró una semana. Después de que se reanudaron los combates y las fuerzas terrestres avanzaron al centro y sur de la Franja de Gaza, el refugio tenía aún más gente.

Dadas las circunstancias, Salim dijo que ha hecho lo más que puede. Pero teme por su hija. “No sé si estará viva mañana”, expresó.

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Jeffrey informó en El Cairo.

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