Cándido Trinidad de la Cruz estaba en casa con su esposa, su hijo de 16 y su hija de 12 años de edad, cuando el huracán Otis golpeó las costas de Acapulco, Guerrero, y arrastró a toda su familia, en Nochebuena, aún esperaba encontrarlos con vida.
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Con ese deseo, Trinidad de la Cruz, quien resultó gravemente herido en una pierna, creó un altar con fotografías familiares, flores, guirnaldas y velas para recordar los días felices.
Cándido cuenta que habían planeado una cena de Navidad con costillas de cerdo a la parrilla. Tras lo ocurrido, se saltó la comida, tradicionalmente celebrada el 24 de diciembre, y compartió con su madre unos tamales.
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El huracán Otis redujo a escombros las casas que encontró a su paso y causó la muerte de al menos 50 personas, según cifras oficiales, y con muchos más desaparecidos, entre ellos la familia de Cándido.
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Esta es la historia de muchos habitantes de Acapulco que siguen buscando a sus seres queridos y aún limpiando el desastre, contrario a lo que dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador en la mañanera del 20 de diciembre:
“Ayer, que sobrevolé en la noche Acapulco, ya hay en muchas casas los foquitos de Navidad y me dio mucho gusto eso, el regreso a la normalidad; y el 31 va a estar mucho mejor”.