El martes 6 de febrero, Chilpancingo, Guerrero, amaneció desierto luego de una supuesta disputa entre los grupos criminales de Los Tlacos y Los Ardillos por el dominio territorial, escalada de violencia que provocó el asesinato de cinco choferes durante el paro nacional de transportistas organizado el día anterior.
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Las autoridades locales tomaron medidas drásticas interrumpiendo todas las actividades públicas en la entidad, por lo que el servicio de transporte público y las clases fueron suspendidos, sumiendo la ciudad en un estado de abandono repentino, pues las calles amanecieron desiertas.
La disputa entre Los Tlacos y Los Ardillos ha generado un clima de temor en la población, llevando a la suspensión de servicios esenciales y actividades cotidianas tras el asesinato de los transportistas -que llevaron a cabo un paro nacional para exigir a las autoridades la erradicación de la violencia contra choferes y pasajeros en las carreteras del país-, ha dejado a la ciudad paralizada.
En las redes sociales, lugareños compartieron imágenes impactantes de las calles completamente desiertas; casas y comercios permanecen cerrados, con puertas y ventanas selladas, ya que los habitantes temen salir y realizar sus actividades cotidianas en medio de la inseguridad reinante.
El luto y la incertidumbre se apoderan de Chilpancingo mientras la comunidad espera noticias sobre la resolución de esta crisis de violencia y medidas para restaurar la seguridad en la región en la que las autoridades locales enfrentan el desafío de garantizar la protección de los guerrerenses ante esta crisis.